Blog personal de Ángela Beato. Escribo lo que siento. Digo lo que pienso. Procura no tomarme demasiado en serio.

domingo, 20 de julio de 2025

Una comida de aniversario en Sagasti Las Rozas para no olvidar

Llevaba mucho tiempo sin alimentar este blog y por fin he encontrado la excusa perfecta para reaparecer por aquí. Resulta que acabo de cumplir 24 años casada con la misma persona, un logro que tiene mucho mérito hoy en día y más tratándose de una familia poco modélica y un matrimonio un tanto turbulento. El caso es que nos merecíamos una comida en un buen restaurante para celebrarlo. Así que elegimos Sagasti, un vasco en el centro de ocio Heron City de Las Rozas.

Nada más sentarnos y abrir la carta, nos encontramos con un asterisco a pie de página que advertía de que se servía por defecto un aperitivo y pan por un importe de 2,50 euros por persona, un servicio al que debíamos renunciar si no lo deseábamos avisando antes de comenzar la experiencia culinaria. Como el aperitivo eran chistorras aceitosas, que me sientan fatal, y el pan ni a mí me interesa ni mi acompañante puede tomarlo por su intolerancia al gluten, avisamos al camarero de que no queríamos que nos lo sirvieran.

Todo parecía ir bien hasta que otro empleado nos trajo a la mesa una cesta con pan y un plato con chistorras, a pesar de nuestra advertencia. Pensamos que quizá este otro camarero desconocía nuestros deseos así que le explicamos que ya habíamos avisado a su compañero de que no estábamos interesados en ese servicio y que se lo llevara. Pero el tipo en cuestión nos replicó que, aunque no lo quisiéramos, igualmente nos cobrarían 2,50 euros por cabeza por el mantel. Sí, el mantel, habéis leído bien.

A mí la contestación me pareció tan surrealista que traté de razonar con él haciéndole ver que, primero, habíamos seguido las instrucciones de la carta avisando con antelación. Segundo, no me podía cobrar por algo que no había pedido porque, además, no podía consumir. Y tercero, que a un negocio como un restaurante, lo mínimo que se le exigía de serie era un mantel, cubertería, vajilla y cristalería. Pero el caballero en cuestión me dio a entender que estaba discutiendo con el otro comensal, que casualmente era un hombre, y que parecía ser un interlocutor más válido que yo, así que podía abstenerme de intervenir. Ha sido la primera vez en mi vida que me he sentido ninguneada por ser mujer. Inmediatamente le indiqué que quería hablar con el responsable del restaurante, a lo que él contestó muy ufano que era él. Resultó que era el jefe de sala.

Sospechamos que los camareros deben estar entrenados para que, cuando llegan parejas como la nuestra, que hace peligrar esos cinco miserables euros, se le avise para que entre en acción y presione hasta minar la moral de los clientes. A saber cuánta gente no interesada en ese servicio desiste de pelear para que no se lo cobren cuando en el establecimiento son tan insistentes.

Pronto descubrí que, en todo caso, mi estrategia, la de razonar con el jefe de sala, era totalmente inútil frente a la de mi compañero de mesa, que había optado por aludir a la legislación para tachar esa práctica de ilegal y se había tirado un órdago invitándole a llamar a la Policía para aclarar la situación. Finalmente, nuestro camarero se llevó el aperitivo y el pan de la discordia y el jefe de sala machirulo le aseguró a mi acompañante -no a mí, para él yo no existía- que le haría el favor de no cobrarle el servicio.

He estado revisando la normativa de consumo al respecto y, efectivamente, cobrar por el pan en restaurantes y bares de nuestro país es legal siempre que se informe claramente sobre su coste en la carta o el menú. En caso de que el cliente no lo quiera, tiene derecho a rechazarlo y no se le debe cobrar, que es justo lo que nosotros argumentábamos.

Sagasti no es el primer y único restaurante que pretende cobrar por poner mantel en la mesa. Facua-Consumidores en Acción ha detectado este cobro disparatado y abusivo en concepto de “servicio de lavandería” en algunos bares y restaurantes, según han denunciado clientes. “Se trata de una práctica tan ilegal y absurda como que cobraran un extra por limpiar la mesa, por que los vasos no estuviesen sucios o por el afilado de los cuchillos”, advertía en su momento el portavoz de la asociación, Rubén Sánchez. “Lamentablemente, en el sector de la hostelería hay establecimientos que cometen una larga lista de abusos ante los que los usuarios deben estar en guardia, denunciar y, por supuesto, negarse a abonar conceptos que supongan una vulneración de la legislación”, aconsejaba.

También desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) remarcan que el cobro por el servicio de mesa o el cubierto es ilegal, ya que se considera implícito dentro del servicio de hostelería ofrecido por el establecimiento, cobrarlo por separado no se ajustaría a las normativas de consumo.

Recuerdo otra vez que nos la intentaron meter doblada y en aquella ocasión lo consiguieron. Era un bar-marisquería en el Soho de Las Rozas y argumentaron que el extra era en concepto de cubiertos. Cuando salí de allí me prometí que la próxima vez llevaría mi propio tenedor para ver qué se inventaban para cobrarme como extra. No he podido averiguarlo porque no he vuelto. En aquella ocasión, los platos y raciones no eran excesivamente caros, más bien estaban a precio de mercado. En esta experiencia inolvidable, lo más sangrante es que en el precio de los platos ya puede ir incluido ese sobreprecio. O si no, que alguien me explique si este plato de pulpo a la brasa, con nueve trozos de cefalópodo y cuatro rodajas de patata, puede valer 24,50 euros.