Blog personal de Ángela Beato. Escribo lo que siento. Digo lo que pienso. Procura no tomarme demasiado en serio.

martes, 31 de mayo de 2016

En el Día Mundial Sin Tabaco me alegro de haber dejado de fumar

Tomé la sabia y acertada decisión de dejar de fumar el 10 de abril de 2010. Creo que ya lo había mencionado en algún post anterior. Tanta precisión con la fecha se debe a que elegí el día porque había un Madrid-Barça y prometí dejar de fumar si mi equipo ganaba. El clásico acabó 0-2, así que, tras el partido, salí a la terraza de casa, extraje el último cigarrillo que quedaba en la cajetilla y me lo fumé. Aún saboreo esas últimas caladas. Para mí los mejores cigarrillos eran aquellos con los que cerraba la jornada, los que fumaba conscientemente, relajada, sin prisas. El resto del día, cuando aún se permitía ahumar las oficinas y los bares porque el país no había inventado todavía a un presidente llamado Zapatero, muchos de mis pitillos terminaban consumidos en el cenicero al lado del ordenador, mientras tenía los dedos ocupados aporreando el teclado. Es cierto que buena parte de los cigarrillos que me metía para el cuerpo iban asociados con el café o la caña, como para maridar sustancias nocivas, pero ninguno lo disfrutaba tanto como el de antes de acostarme.

A los pocos meses de dejar de fumar fui consciente del terrible olor que arrastran los fumadores y que no se percibe cuando es uno el que carga con el tufo encima. Por no hablar del aliento y de la ropa, el color amarillento de los dedos y la dentadura, la piel seca y arrugada, la tos de perro pulgoso… Desde que superé la adicción, me he especializado en detectar consumidores compulsivos de tabaco con solo verlos y en adivinar si en una casa reside un fumador con solo olfatear desde el otro lado de la puerta de entrada. Será por eso que dicen de que en cuanto rompes con el tabaco recuperas los sentidos del olfato y del gusto. La verdad es que no podría precisar si ahora saboreo más las comidas, como me aseguraban cuando me daban el coñazo para que dejara el vicio, pero sí doy fe de que engordé un puñado de kilos después de tomar la decisión de hacerles caso, sobrepeso que he podido quitarme a base de caminatas y largos de piscina. También he ganado en resistencia, todo sea dicho, y soy capaz de inspirar honda y profundamente sin romper a toser. Pero no he podido con las arrugas alrededor de la boca –el famoso código de barras de fumadora-, ahí siguen para atestiguar la cantidad de caladas que he podido dar en mi vida y la de velas que he soplado. Los expertos subrayan que el riesgo de infarto se reduce a las pocas horas de dejarlo, espero que al haber pasado ya seis años ese incremento de esperanza de vida sea exponencial. 

Fumé mi primer cigarrillo -un Ducados sustraído a mi padre por el método del descuido- a los 13 años y me lo fumé a escondidas con mis amigas aquel verano en la piscina de una de la pandilla. Hasta los 18 mantuve un vicio esporádico, gorroneaba y compartía pitillos, sobre todo las noches de fiesta, que casi encendíamos uno con la colilla del anterior. Ahora que descubro a algunas niñas de la edad de mi hija dando sus primeras caladas, me veo a mí misma jugando a ser mayor y siento cómo la gilipollez va asociada a la adolescencia. Menos mal que, en el mejor de los casos, igual que esa etapa, también suele ser pasajera. 

Luego, ya medio emancipada adquirí abiertamente ese mal hábito, siempre dentro de un orden, procuraba no pasar del paquete diario y me abstenía de soltar mis malos humos delante de la familia. Me inicié con el negro porque era más económico, pero cuando me excedía en su consumo quedaba afónica, así que cambié al rubio que parecía afectar menos a la que fue mi herramienta de trabajo. Cuando me daba el bajón, encendía un cigarro. Para inspirarme, encendía un cigarro. Para relajarme, encendía un cigarro. Si el protagonista de la película que estaba viendo en la tele se ponía a fumar, yo también encendía un cigarro. Y cuando, al volver por la noche a casa, reparaba en que me quedaba solo un pitillo en el paquete, no me recogía hasta localizar algún lugar donde comprar otra cajetilla, porque me aterraba la posibilidad de quedarme sin suministros y que me entraran las ganas. 

Durante el embarazo mi ginecólogo llegó a permitirme fumar pensando que iba a ser más perjudicial para el bebé la posible tensión nerviosa que me pudiera ocasionar el mono de abandonar esa insana dependencia. Visto hoy con perspectiva no hay día que no me arrepienta de mi temeridad, renuncié al jamón serrano por miedo a la toxoplasmosis y en cambio estuve dándole chutes de Malboro a mi criatura para no estresarme yo. Así se explican tantas cosas… Pero eso ya es historia desde aquel bendito día del Madrid-Barça en que lo dejé para siempre y sin ayuda. Debo decir que hubo algún intento previo y fallido de abandonar el tabaco, pero no fue hasta ese 10 de abril de hace 6 años cuando rompí definitivamente con la nicotina y el alquitrán.

Cuando yo dejé de fumar el paquete de tabaco que consumía no llegaba a los 4 euros, creo que en concreto debía costar unos 3,50 en el estanco. Hoy la marca equivalente ronda los 5. No hay pulmones ni economía familiar que lo resistan. En aquella época la marca de tu cajetilla decía mucho de ti, medía tu grado 'cool', y la solías dejar encima de la mesa bien visible. Hoy caminamos inexorablemente hacia el empaquetado neutro donde lo menos desagradable que puedes ver en el envase es la imagen de un órgano renegrido de un fumador. 

Hoy es el Día Mundial Sin Tabaco. Me alegro de haber dejado de fumar. ¿Queréis alguna razón más para abandonar el tabaco?

Si lo que os sobran son razones pero os falta fuerza de voluntad, ahí va un último salvavidas, el de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), que ayuda cada año a unos 3.000 españoles adictos al piti que quieren desengancharse. Cuentan incluso con su propia app desintoxicante para el smartphone: RespirApp. Y no es la única aplicación para dispositivo móvil con ese fin. Probad cualquiera de ellas y me contáis. Ánimo y suerte. Merece la pena.



lunes, 30 de mayo de 2016

Ese difícil género cinematográfico que se llama vídeo electoral

Hay vídeos electorales y vídeos electorales. Triunfar en ese difícil género cinematográfico, a caballo entre el spot y el cortometraje, es todo un arte, porque aunque pueda parecerlo, un vídeo electoral no es fácil y a las pruebas me remito. Por fin he visto ese del que todo el mundo lleva hablando desde ayer, el que ha lanzado Ciudadanos para animar la precampaña y convencer a todos los "héroes anónimos" que componen la ciudadanía de que lo más oportuno es votar a Albert Rivera. Como crítica cinematográfica frustrada que soy, voy a permitirme el lujo de analizar el llamémosle "corto", porque se pasa del tamaño anuncio. Y para empezar, ese es el primer fallo, la duración. He visto trailers más breves y mucho más elaborados. Se podría contar lo mismo en la mitad de tiempo. El segundo fallo son los estereotipos que aparecen en ese bar donde se desarrolla la acción: me ahorro el comentario que me provoca la madre trabajadora a la que no le da la vida y que atiende una llamada del marido para comentarle que le ha hecho la merienda a la niña y está en la mochila. Y el tercero es la pasada de frenada que se han pegado con la caricatura de Pablo Iglesias, más chirriante todavía que la frase que el camarero le dedica a Rajoy cuando suena en la tele de fondo. Cuándo aprenderán los políticos y sus asesores que, de cara al electorado, se combate mejor al contrincante con argumentos que con ataques. En fin, que desde el momento que sale el repartidor, casi parece un capítulo de "Cheers". Me pregunto quién ha tenido la feliz idea, quién ha valorado los pros y los contras, quién ha creído ver una estrategia ideal para captar votos donde, en mi modesta opinión, no hay más que carne para interminables memes. Pero claro, hablo desde fuera y con la nula autoridad que me da estar en el paro y no en el equipo de comunicación de este partido. Por si no habéis tenido oportunidad de verlo, juzgad por vosotros mismos:


Ahora analicemos el estilo de otro vídeo que conocimos esta mañana. Este procede del PP y es todo lo contrario al anterior. La protagonista es una línea roja y el resto son palabras escritas que van apareciendo mientras una voz amable las arropa. Cada término está elegido a conciencia. En conjunto pretende ser la reivindicación de los populares para que se eliminen las líneas rojas que se marcan algunos partidos y que bloquean acuerdos de gobierno. Me ha parecido que está bien hecho. Es sobrio, elegante, profesional, tiene la medida exacta, no llega al minuto, dice mucho en poco tiempo. El fondo de piano, un poco anodino, pero bueno. Y supongo que habrá salido más barato que el anterior. No sé si servirá o no para captar votos, pero como vídeo de precampaña está más conseguido, sobre todo si comparamos con otros intentos audiovisuales fallidos de este partido. Solo le cuestiono un punto: el señuelo. Antes de lanzar el vídeo algunos de los líderes del PP, incluido su candidato y presidente en funciones, han publicado a modo de avance un tweet tan escueto como críptico –una solitaria línea roja con la frase "Después de estos meses, así es como veo yo la situación política"- que ha sido la comidilla del patio Twitter. Ahí tenéis el anuncio electoral en cuestión:


Las posibles variantes, los estilos y los enfoques que pueden emplearse en este campo no se reducen a solo estos dos. Imagino que en adelante seguiremos asistiendo a la batalla visual por los votos con nuevos y espero que divertidos ejemplos de vídeos electorales. Y es que cuando las campañas se repiten cada seis meses en vez de cada cuatro años, no queda otra que estrujarse el cerebro y ver como innovar, con mayor o menor fortuna.



domingo, 29 de mayo de 2016

Visita relámpago a la Feria del Libro

Esta mañana hemos cumplido con la tradición de visitar la Feria del Libro de Madrid en el Retiro. Se podría decir que ha sido una visita relámpago. Nos hemos levantado tarde así que cuando hemos querido encontrar aparcamiento en los aledaños, ya era pasada la una. El primer domingo de Feria es una locura pretender pasear tranquilamente de caseta en caseta y revisar mostradores. Hay que ir sorteando a las televisiones que cubren el primer fin de semana del evento, los dos tipos tradicionales de colas, de fans impacientes que esperan que les firme su escritor favorito y de gente a la puerta de los aseos (casi siempre los femeninos), sin olvidar a los viandantes curiosos que se paran porque alguien se pone a tocar el violín, aunque el cielo amenace chaparrón. Digamos que no era ni el día ni la hora, pero hemos terminado allí porque mi hija nos ha rogado encarecidamente que la lleváramos a ver de cerca a Aless Gibaja, un tipo amanerado, flower power e infantil que se ha hecho famoso por subir videos a Youtube dando ‘superconsejitos’ como si fuera el primo provinciano y pobre de Paris Hilton. 


Es una más de las estrellas que se llevan ahora, veinteañeros que encandilan al público juvenil y adolescente a través de internet con guiños que a una adulta como yo le parecen chorradas y un lenguaje demasiado simple para mi gusto. Explotando el poderoso influjo de la imagen alcanzan tal popularidad que terminan siendo buscados y pagados por las marcas para aprovechar su tirón. En algunos casos dan el salto de la pantalla a otros ámbitos, por ejemplo, la literatura -¡qué Cervantes me perdone por utilizar en este caso esa palabra en vano!-. Imagino que las editoriales quieren vender y sospechan que todo el público que sigue al tipo en cuestión también querrá comprar su libro. El de Gibaja se llama "Manual para ser feliz around the world"

El caso es que como somos unos blandos y también porque yo nunca digo que no a acercarme a Madrid desde el extrarradio, ahí hemos terminado, frente a la caseta donde este personaje saludaba y se hacía fotos con los curiosos que se paraban. Firmar no le he visto, pero poner morritos y mostrar los dedos índice y corazón en forma de uve, sí. 

Hecha la foto para el dichoso Snaptchat (aquí os la muestro) y discutido con mi hija sobre si se iba a acercar a saludar al fulano para que al menos la gymkhana por la Feria hubiera merecido la pena, nos hemos ido de vuelta al coche, no sin antes curiosear de pasada el resto de casetas para ver qué otros famosos tenían turno de firma hoy. Hemos reconocido a Fernando Arrabal, Mario Gas, Juan José Millás, Julia Navarro… y pensar que todos comparten espacio con el tal Gibaja en el mismo saco, el de firmantes de libros. 

Mi marido dice que la Feria del Libro ya no tiene sentido; en un mundo globalizado como este en el que las comunicaciones ya no encuentran obstáculos, qué sentido tiene reunir a los libreros en un parque para vender y presentar libros en una hilera de casetas. Ese es su argumento. Como es natural en una pareja como la nuestra, le he llevado la contraria. ¡Claro que tiene sentido! La Feria permite a los lectores acercarse a los autores y a éstos conocer a sus lectores; los libreros tienen la oportunidad de exponerse fuera de su barrio y sacar sus tesoros a la calle; Madrid consigue en estas semanas sumar la belleza de los libros a la del Retiro; y yo encuentro una excusa más para visitar la capital. Ya solo por eso, la Feria del Libro tiene sentido.



viernes, 27 de mayo de 2016

Una alcaldesa se disputa la taquilla con Alicia y su amigo el sombrerero

Hoy comenzamos este repaso semanal de los estrenos de cine por ‘Alicia a través del espejo’, una nueva aventura de fantasía producida por Tim Burton y dirigida por James Bobin que nos sumerge en ese país de las maravillas donde nada es lo que parece. Alicia volverá a contar con la ayuda de su amigo el sombrerero loco en una lucha que será decisiva para la salvación del reino. Mia Wasikowska, Johnny Deep, Anne Hataway y Helena Bonham Carter protagonizan la historia.


Se estrenan varios documentales este fin de semana, vamos a destacar dos de ellos. El primero es ‘¿Qué invadimos ahora?’, de Michael Moore, una sátira en la que el realizador de 'Bowling for Columbine' o 'Farenheit 9/11' se traslada a Europa en busca de soluciones a lo problemas internos de EEUU y a base de invadir países.


El otro documental se titula ‘Alcaldesa’ y está dirigido por un clásico de los documentales sociales y reivindicativos, Pau Faus, que esta vez ha preferido mostrar la vida de Ada Colau en sus últimos doce meses antes de convertirse en la alcaldesa de Barcelona. Su estreno coincide con el primer aniversario de su llegada al poder, así que resulta muy interesante comprobar como la ahora alcaldesa y antes activista emplea el formato vídeo-diario para compartir sus dudas ante la cámara. 


Del cine de aquí este fin de semana nos encontramos también ‘El país del miedo’, un drama de Francisco Espada sobre un hombre pacífico que ve alterada su vida cuando una adolescente se cruza en el camino de su hijo y comienza a extorsionarlos a ambos. Los protagonistas de la historia son Cristina Plazas y José Luis García Pérez. 


Los dos títulos siguientes representan al actual cine francés. La primera se titula ‘Un doctor en la campiña’ y es como su propio título indica la historia de un médico rural que se cree imprescindible, pero que cuando cae enfermo debe aceptar la llegada de una colega que le reemplace y le ayude. 


La segunda representante del cine galo en esta cartelera renovada es ‘Tres recuerdos de mi juventud’ y también expresa en el título lo principal del argumento, que es básicamente acercarnos a conocer los recuerdos de juventud de Paul, el maduro protagonista, en especial los que tienen que ver con su primer y gran amor. 


Hay también cine italiano esta semana: ‘Zoran, mi sobrino tonto’. El protagonista es Paolo, un perdedor aficionado a perder el tiempo bebiendo con los amigos en el bar, que sueña con dejar un trabajo que odia y recuperar a su ex. Su vida cambia cuando le toca hacerse cargo de su sobrino de 15 años que ha perdido a sus padres y que posee una gran cualidad: tiene mucha puntería con los dardos.


La que viene ahora es ‘Casa grande’, del brasileño Felipe Barbosa, una historia de un adolescente de la alta sociedad que quiere escapar de unos padres absorbentes a la vez que la familia sufre un problema económico. 


La última por hoy es ‘Lobo’, largometraje jordano que nos traslada al imperio otomano en 1916, donde un joven beduino anclado en el modo de vida tradicional es enviado para acompañar a un oficial británico y a su guía en un viaje por el desierto. 


Estas son algunas de las novedades que presenta la cartelera. Quizá no sea una semana con mucho estreno de relumbrón o revientataquillas, pero hay hermosas historias para ver en pantalla grande. Si hay ganas de cine y no teníais claro por cuál decantaros, ojalá este repaso os haya dado alguna pista. Que disfrutéis la película. Y recordad, también tenéis disponible un repaso de estrenos en mi podcast semanal 'Venid al cine', para escuchar o descargar en el siguiente enlace.



jueves, 26 de mayo de 2016

Lo que he aprendido en un taller sobre SEO

Hoy he asistido a un taller ofrecido por la Concejalía de Formación, Empleo y Comercio del Ayuntamiento de Majadahonda. Se trata de un primer acercamiento pero, por lo que he visto, parece que funciona bastante bien. Me enteré del curso por una compañera de fatigas, envié un correo a la dirección que figuraba en la comunicación pública a través de su perfil en Twitter y al instante obtuve una respuesta en la que me confirmaban que tenía plaza reservada. Esta mañana, antes de recibir el curso, el director del servicio nos ha dedicado unas palabras de bienvenida e, inmediatamente después de concluir el taller, me ha llegado un correo electrónico agradeciéndome mi participación e invitándome a futuras actividades igual de atractivas. Y todo esto a pesar de que no soy vecina del municipio y, por tanto, no pago sus sueldos con mis impuestos. Es lo que yo entiendo por eficacia. Recomiendo a emprendedores y desempleados que no le pierdan la pista.

Pero volvamos al curso. Se titulaba "Cómo ser un nº 1 en Google". Quizá a algunos os parezca un poco pretencioso, pero cuando uno está con el chip de ‘Me voy a comer el mundo’ y derrocha actitud positiva, ese lenguaje suena a gloria. Para quienes precisen mayor aclaración acerca de la temática, la cosa iba sobre posicionamiento en el rey de los buscadores de internet, lo que también se conoce como SEO por su acrónimo inglés, Search Engine Optimization. Traducido: optimización en motores de búsqueda. Vamos, que la idea era adquirir los conocimientos y trucos necesarios para conseguir que si yo, por poner un ejemplo, me dedico a criar peces de colores, consiga que mi web de cría de peces de colores aparezca posicionada entre los primeros resultados del buscador cuando alguien esté interesado en el tema y busque por la red información al respecto. De esta manera el amigo de los peces de colores visitará mi web, quedará fascinado, eso generará tráfico hacia mi portal y todos seremos felices.


Porque no pensaréis que el que salgan unos u otros resultados cuando escribís vuestra búsqueda en la cajita de la lupa es aleatorio. No señor, tiene su ciencia y responde a un enigmático algoritmo. De todo lo que ha contado de manera muy didáctica Ángeles Carsi, la directora de Websa100, responsable de dar la formación, lo que me ha quedado meridianamente claro es que una adecuada elección de las palabras clave que utilizas en tus páginas, pensando siempre en quién quieres que te encuentre, es la mayor y más importante herramienta para convertir tu web en la más ‘clickada’, la top de las tops. Por supuesto, luego es importante no defraudar al usuario en cuanto contenido y usabilidad, pero lo primero es lo primero. Y este mismo consejo se puede aplicar con el objetivo contrario, para hacer desaparecer un enlace que no te favorece. Me explico. Quién no ha tecleado su nombre alguna vez en Google para ver qué salía y se ha encontrado accidentalmente con alguna desagradable sorpresa: desde su identidad asociada públicamente a una multa de tráfico hasta un perfil en redes sociales de alguien con su mismo nombre pero con muy ‘dudoso’ aspecto. Pues la única manera de eliminar esas referencias, sin llegar al extremo de reivindicar el derecho al olvido, es generar otras más positivas que suban peldaños en el buscador y vayan dejando atrás a las que no queremos que se encuentren tan fácilmente. 

En mi caso un día descubrí que al ‘googlearme’ aparecía una información del portal PRNoticias de mayo de 2005 –hace once años, ya ha llovido- donde se relata un episodio de mi vida profesional tan simbólico y que explica tantas cosas, que prefiero que siga siempre ahí para recordar, yo misma y los demás, de dónde vengo y dónde voy. Ya ves, cuando la vida es la que me posiciona, prefiero dejar en paz el SEO.



miércoles, 25 de mayo de 2016

Friki o más rara que un perro verde

Hoy es el Día del Orgullo Friki, una marciana celebración que cumple ya diez años. En este enlace podéis ahondar en el origen de esta fecha en que los fans de los superhéroes, los cómics, las pelis de 'La Guerra de las Galaxias' y los videojuegos celebran su excentricidad y exhiben sin complejos su adoración por estas sagas y personajes de una subcultura popular que en esta última década ha ido ganando cada vez más terreno y adeptos. Tanto que al final, estamos intercambiando roles y somos los demás los que parecemos los frikis.


Yo no soy muy fan de los comics, de pequeña me hacía gracia '13 Rue del Percebe', de Ibáñez, y en mi adolescencia me pasé a 'Esther', de Purita Campos. Pero nada más.

Los videojuegos tampoco son mi pasión. No sé si se puede incluir en esa categoría el Wii Sports o el Wii Fit, que son los únicos que no se me dan mal.

Los juegos de rol, pufff... prefiero los de mesa tipo Rummikub o Scrabble. En cuanto a los superhéroes con sus superpoderes, no me inspiran admiración, solo lástima. ¡Cómo se puede combatir el mal con semejantes atuendos…!

La saga 'Star Wars' me aburre. No he visto nada de 'Star Trek'. La única película del espacio que me ha conmovido ha sido 'Gravity', porque vi antes de tiempo '2001. Una odisea en el espacio', así que no supe apreciar su carácter de cine de culto. 

Lo más manga que he visto fueron los dibujos animados de 'Heidi'. La serie 'The Big Bang Theory' solo la he pillado de pasada haciendo zapping y con esa estética prefería 'Frasier'. En cuanto a 'El señor de los anillos', solo puedo decir que fui al cine para tratar de apreciar en pantalla grande todo lo bueno que se decía de una de las pelis de la saga, no recuerdo cuál, y menos mal que estaba sentada en la última fila de la sala, sin gente alrededor. Gracias a eso pude levantarme a pasear y estirar las piernas, antes de sufrir el síndrome de la clase turista.

En fin, que en teoría, sobre el papel, no cumplo los requisitos para encasillarme en lo que se entiende por un friki clásico, lo cual me lleva a pensar que en este momento de la historia yo soy realmente la rara, extraña, extravagante, excéntrica, pintoresca... en una palabra, la friki, y así creo que me deben ver los demás. Para quienes no me han tratado y necesitan más argumentos para valorar, además de los ya mencionados, aquí van diez hábitos que me convierten en una persona más rara que un perro verde: 

-Cada mañana cuando me levanto salgo a la calle a caminar 4,5 km a paso ligero mientras escucho las últimas noticias.

-Llevo más de 10 años echándome anticelulítico sin obtener ningún resultado.

-Puedo pasarme horas encajando piezas hasta completar un rompecabezas.

-Soy fan de las series de televisión ambientadas en hospitales, a pesar de que no soporto la sangre.

-Prefiero los cines en versión original, sin palomitas ni Cocacola, y cada año me trago entera la ceremonia de los Oscars, desde las 2:30 a las 6 de la madrugada.

-Empalmo un libro con otro y siempre empiezo leyendo la última página del nuevo. 

-Prefiero votar por correo antes que hacer cola en el colegio electoral.

-Conservo todos los dientes de leche que se les han caído a mis hijos. No sé para qué.

-Tiendo a ir mirando al cielo y no puedo evitar sacar fotos de las nubes. Atesoro una extensa colección.

-Nunca dejo para mañana lo que pueda hacer ya, sobre todo cuando se trata de cumplir puntualmente con este blog.

Ahí quedan algunas de mis frikadas.

martes, 24 de mayo de 2016

10 tipos de padres/madres que te encontrarás en una reunión escolar

Hoy quiero detenerme en las reuniones de padres de alumnos que tan grandes momentos propician. De entrada, nunca he entendido por qué hay que ir tres veces al año a estas citas resumen del trimestre en las que casi no hay nada que rascar y donde ves cómo se te escapa soberanamente el tiempo entre los dedos de las manos. Agradezco el esfuerzo de los centros por mantener informados a los padres -o que al menos vivamos en esa ficción-, pero por mí con las tutorías personalizadas va que chuta. Incluso, si nos mandaran por mail de vez en cuando las cuatro indicaciones más importantes, todo el mundo saldría ganando. No creo que estas otras reuniones grupales sirvan para mucho. O, mejor dicho, sirven más que nada para identificar y conocer las distintas especies o modelos de padre/madre que se cultivan en este país. Dejémoslo en 10 tipos principales:


1-Modelo preguntón: Se engloban en este tipo los que interrogan al profesor antes de que acabe su exposición, le quitan la palabra, suenan incisivos, y van ralentizando el ritmo de la reunión.

2-Modelo surrealista: Padres que esperan al turno de dudas para hacer preguntas de cajón, que no vienen a cuento, pero que tienen su gracia.

3-Modelo late show: Los que aparecen a diez minutos del final para preguntar lo que ya se ha aclarado antes de que llegaran y que al profesor le tocará volver a repetir por enésima vez. 

4-Modelo extra azucarado: Madres que se abren paso a codazos en la reunión para poder sentarse en el pupitre de su hijo e incluso le dejan notas para que el niño las encuentre a la vuelta del recreo: ‘Mami ha estado aquí’.

5-Modelo vis a vis: Las discretas, tímidas, que pasan desapercibidas. No abren la boca en toda la reunión, pero esperan al final para acaparar a los profesores e interrogarles sobre su retoño.

6-Modelo Harvard: Suelen tomar notas durante la reunión. Quieren saber las fechas de los exámenes y los temas que entran en cada uno, para tenerlo todo controlado… como si fueran unas oposiciones a Abogado del Estado, aunque los niños solo estén cursando Primaria.

7-Modelo a medio camino entre guay y pelota: Siempre piden algo de material adicional para trabajar con los niños en casa, si es en inglés mejor, para enriquecer y completar los conocimientos que están adquiriendo.

8-Modelo yo por mis hijos MA-TO: Son los protectores. Lo mismo plantean un debate sobre el exceso de deberes que se quejan a los profesores porque una vez, al pasar por el colegio, vieron a sus pequeños en el patio sin abrigo, o el peor día de lluvia les recogieron después de clase con los pies encharcados. 

9-Modelo tecno-papá: Hacen fotos de las diapositivas que utiliza el profesor en su exposición, teclean notas en su smartphone, les suena el teléfono en medio de la reunión porque se les olvida silenciarlo y al final preguntan si van a mandar por email el power point de la presentación, sobre todo pensando en los que no han podido asistir, claro. Lo que nos lleva al último de los tipos de padre/madre.

10-Modelo ausente: Las horas de las reuniones son incompatibles con sus compromisos laborales o sencillamente prefieren dedicar ese tiempo de su vida a otras actividades más edificantes. Luego, si mandan un resumen de la reunión por mail lo leerán y si no, pedirán a alguien que les cuente lo más interesante.

lunes, 23 de mayo de 2016

Se necesita dependienta de 18 años

Este cartel está pegado en la puerta de una copistería de Madrid. Lo he visto esta misma mañana y me ha llamado la atención, principalmente por la manera en que el empresario acota la búsqueda para cubrir un puesto de trabajo en su establecimiento concretando la edad y el género de la persona que quiere contratar. Afortunadamente en el letrero no se mencionan detalles sobre el físico de la candidata -por ejemplo que esté buena-, algo que ya no me sorprendería...

Me pregunto por qué el responsable de este negocio requiere exactamente una mujer y de esa edad. Puede que para manejar las máquinas fotocopiadoras las chicas nos demos más maña. En cuanto a los 18, quizá es que busca la edad mínima para no incurrir en un delito de explotación infantil. O simplemente ha pensado que el colectivo de mujeres jóvenes es el que tiene más necesidad de ser contratado. A lo mejor ha especificado ese número porque considera que a esa edad la experiencia laboral es mínima, por no decir nula, lo que significa que aún es pronto para haber sufrido el síndrome de burnout, vamos, que las empleadas de 18 no suelen sentirse todavía quemadas por el trabajo, sino más bien todo lo contrario, tienden a estar más frescas que una lechuga y acatan sin rechistar cualquier orden que reciban de un superior. Eso supone un lugar de trabajo en paz, algo que suelen valorar mucho los empresarios.


Imagino a las chicas de 17 años que pasan por allí, ven el cartel y sueñan con el día que cumplirán los 18, no tanto por alcanzar la mayoría de edad y con ella poder conducir, votar o beber alcohol legalmente, sino por presentarse en el centro de reprografía con el DNI entre los dientes, dispuestas a pelear por el puesto. Me pregunto también qué pasará cuando la afortunada que finalmente sea elegida, cumpla los 19. ¿A la calle? Quién sabe. Puede que se canse antes y no haya necesidad de traumatizar a nadie.

Pensándolo bien, el anuncio podría ser simplemente una estrategia de marketing perfecta. Lo que se llama vulgarmente utilizar a la trabajadora como un reclamo. Si tiene 18 años lo más probable es que sea estudiante de primer curso de alguna carrera y que tenga amigos estudiantes que necesitan encuadernar trabajos o fotocopiar montañas de apuntes. Y ¿dónde van a ir a buscar estos servicios? Pues a la copistería donde trabaja su amiga.

¡Madre mía! Lo que da de sí un letrero con seis palabras. O lo que me cunde a mí. Voy a tener que hacérmelo mirar. 


domingo, 22 de mayo de 2016

Mi bandera es la blanca

Atención, pregunta: ¿Qué tienen en común un independentista catalán enarbolando la estelada y un neonazi exhibiendo con orgullo la enseña nacional? Pues que en ambos casos es el odio el que ondea la bandera al viento. Ignoro cuál de los dos entraña más peligro. Supongo que depende.

Yo soy mucho de Banderas, Antonio, y muy poco de las otras, como mucho para dar colorín a la final de un Mundial o un Festival de Eurovisión. El himno nacional no me emociona, quizá porque en general soy poco dada a idolatrar símbolos y casi nada amiga de manifestarme. Lo confieso, me falta el sentimiento de pertenencia y el gen reivindicativo. Sí, aquí, por escrito, soltando mi perorata al viento, lo que quieras; pero encabezar una marcha en protesta por algo, convocar una concentración ante un organismo oficial o pelear puño en alto por los derechos de la tribu, lo veo complicado. No he nacido para sindicalista, eso se lo dejo a mis hijos. 

Así que esta semana marcada por los debates sobre una bandera, la independentista catalana en concreto, me he sentido muy marciana. De un encuentro como la final de la Copa del Rey de esta noche en el Vicente Calderón me preocupa la seguridad y la deportividad. Espero que la Delegación del Gobierno, los clubes contendientes y la RFEF se coordinen al máximo para asegurar que el partido discurra dentro de la normalidad, que los protagonistas no caldeen el ambiente y que nadie introduzca en el campo nada que pueda suponer un riesgo para los asistentes. Yo, antes que el trozo de tela, examinaría los mástiles, como armas en potencia. Revisaría cada bolso, cada mochila. Identificaría a cada aficionado. Extremaría las medidas de seguridad rayando la paranoia, si es preciso. Que no están las cosas para tonterías. Y, por supuesto, no anunciaría una semana antes que están prohibidas las esteladas. El día del encuentro, si existe una normativa clara a la que aferrarse en ese sentido, obraría en consecuencia. Aunque, dado que lo que realmente importa en un partido de fútbol es lo que ocurre sobre el terreno de juego, probablemente no me detendría a requisar telas, a no ser que viera pancartas particularmente ofensivas. No creo que el proceso soberanista catalán vaya a depender de si un puñado de aficionados del Barça se presenta en el estadio a animar a su equipo meneando la banderita de la discordia. En cuanto a lo que pueda ocurrir durante el himno nacional, las posibles muestras de mala educación y pésimo gusto que se anuncian para ese momento por parte de los secesionistas, estamos ya curados de espanto.

Volviendo al trozo de tela, para ir terminando con otra comparación, como al principio, choca que la Delegación del Gobierno prohiba esteladas en la final de Copa, para que luego un juez ponga en evidencia su autoridad, y que esa misma institución permita una marcha de un grupo abiertamente neonazi, armado con banderas españolas, y que grita “Refugiados no, españoles sí”.

Lo dicho, la única bandera que realmente me toca la fibra es la bandera blanca, la de la paz. La que usamos los que sabemos cuándo rendirnos. Soy culé, así que espero que el Barça no tenga que ondearla esta noche frente al Sevilla.




sábado, 21 de mayo de 2016

Pasado, presente y futuro en la lista de estrenos de la semana

Hoy empezamos este repaso peliculero por el estreno más comercial de la semana, la película revientataquillas, la que seguro llena las salas: ‘X-Men: Apocalipsis’. A ver cómo explico el argumento. Un mutante inmortal e invencible de nombre Apocalipsis se echa un sueñecito de miles de años y al despertar se encuentra con un mundo que no le gusta, así que decide reclutar a un equipo de poderosos mutantes para crear un nuevo orden mundial. Frente a él un grupo de jóvenes X-Men tratará de salvar a la humanidad. Bryan Singer dirige la peli con un completo reparto encabezado por Michael Fassbender, James McAvoy, Jennifer Lawrence y Hugh Jackman


De la ciencia ficción futurista a la recreación histórica de ‘Noche real’, cine británico que nos traslada al día de la victoria en Europa, en mayo de 1945. Londres celebra el final de la segunda guerra mundial y en el palacio de Buckingham el rey Jorge prepara su discurso mientras sus hijas, las princesas Isabel y Margarita, piden permiso para salir a la calle de incógnito y unirse a las celebraciones. Sarah Gadon, Rupert Everett y Emily Watson protagonizan la cinta. 


Todas las semanas cae alguna comedia gamberra. La de esta se titula ‘Es la jefa’. Melissa McCarthy da vida a una gigante de la industria que acaba en la cárcel por uso de información privilegiada. Cuando cumple su condena y reaparece, está decidida a convertirse en la más popular del país, pero parece que no todo el mundo está dispuesto a perdonar y olvidar.


En el polo opuesto temáticamente hablando nos encontramos con una nueva versión del clásico ‘Madame Bovary’. Dirige Sophie Barthes y protagoniza Mia Wasikowska. Para los que no estén familiarizados con esta historia, va de la hija de un granjero, una joven romántica y soñadora, que se casa con un doctor al que no ama y pronto descubre que su matrimonio ha sido un tremendo error. Así que, para encontrar la pasión que no tiene, se agencia algunos amantes. 


Vamos con el cine español que se estrena esta semana. Hay un par de títulos. El primero es ‘El rey tuerto’ que comienza con una cena de reencuentro de dos amigas que no se veían desde el colegio. Lidia está en paro, vive en un barrio complicado y su novio es un portero de discoteca reconvertido en policía antidisturbios. Sandra es una hipster que consiguió realizarse escapando del barrio. Su pareja es un "documentalista social" que vive del dinero paterno y que sufre una seria depresión por la pérdida de un ojo. Casualidades de la vida, lo que podía se un feliz reencuentro se convierte en un drama cuando caen en la cuenta de que el novio de una es el que dejó tuerto al novio de la otra en una manifestación con una bala de goma. El director catalán Marc Crehuet es el responsable de cruzar en esta historia a Alain Hernández, Miki Esparbé, Betsy Túrnez y Ruth Llopis. 


La otra es ‘Seis y medio’, una historia del director onubense Julio Fraga sobre una pareja que, como todas, se quiere, discute, se reconcilia... Pero ambos tienen la sensación de alcanzar solo un 6,5 de nota en el amor, un aprobado alto que provoca conversaciones profundas y filosóficas.


Seguimos con una película peruana, ‘Magallanes’, de Salvador del Solar. Federico Luppi aparece en esta historia sobre un taxista que recoge a una mujer a la que conoció años atrás y a la que tratará de ayudar para intentar redimirse de algo que ocurrió en el pasado. Lo mal es que ella no está dispuesta a dejarse ayudar.


La última es china. ‘Más allá de las montañas’. Jia Zhang-ke nos presenta la historia de dos amigos de la infancia que cortejan a la misma joven. Uno es dueño de una gasolinera y el otro trabaja en una mina de carbón. Ella tiene el corazón dividido, pero deberá tomar una decisión.


Estas son las películas que van llegando a la cartelera y que solo necesitan que alguien vaya a verlas. Elegid vuestra favorita. ¡Ah! Y si queréis escuchar este mismo repaso de los estrenos, aquí lo tenéis en formato podcast.


viernes, 20 de mayo de 2016

"De lilium tremens" o cómo perder una mañana buscando un lirio para un trabajo escolar sobre el sexo de las flores

Me he tirado toda la mañana de ayer buscando un lirio. La primera dificultad era identificarlo, claro.  Y el primer fake es el buscador de Google, que posiciona por encima imágenes para despistar. De eso me enteré unas horas después. 


Pero retrocedamos y sigamos el orden sagrado de las cosas. Mi hija se presentó en casa hace algunos días diciendo que tenía que llevar el viernes a clase un lirio para hacer un trabajo de Biología. Pensé que era mejor dejarlo para el último momento, así la flor no se ajaría y llegaría fresca y lozana. Según dedujimos, el trabajo era diseccionar la flor para descubrir sus órganos sexuales, el androceo, el gineceo y todo eso…

De modo que el jueves mi objetivo era encontrar el dichoso lirio. Comencé por grandes superficies, pero lo que encontraba eran ramos de flores variadas. Afiné un poco más visitando las pocas floristerías de la zona y en todas hallé la misma respuesta: no tenían lirios, sino lilium, porque los lirios son muy delicados, aguantan poco como flor cortada. Buscaba en internet y efectivamente salía la flor que me ofrecían los floristas, aunque insistían en que no era lo que yo pedía, el lirio, también conocido como iris. E incluso me explicaban que los lirios silvestres se pueden encontrar en el campo, los jardines y los arcenes de muchas carreteras. Mi madre vino a refrendar esa teoría, incluso me mandó por whatsapp fotos de lirios del pueblo para que distinguiera el auténtico de los sucedáneos.

Seguí recorriendo de arriba abajo los lugares donde podía haber flores: Vips, Supercor, Leroy Merlin… pero ni rastro del genuino lirio. Solo había ramos de los famosos lilium. Indagando sobre la variedad que habían utilizado otros alumnos supe que alguno se había atrevido a llevar una simple flor arrancada del jardín de casa y hubo quien directamente habían ido con las manos vacías. Comenzaba a pensar que quizá estaba dedicando demasiado tiempo a esta empresa.

Cerca de la hora de comer, después de haber hecho unos 50 kilómetros callejeando, yendo y viniendo, casi había desistido de encontrar el lirio con mayúsculas, ese que había pedido la profesora. Pero de camino a casa, al pasar por una zona residencial de lujosas casas vi los auténticos lirios silvestres amarillos. Pegué un frenazo y salí del coche dispuesta a arrancar uno. Cuando casi tenía el culo en pompa, pensé que quizá ese rectángulo de vegetación pertenecían a los dueños de la mansión y podían molestarse si me veían robarles un lirio desde el otro lado de la verja. Cansada del peregrinaje de toda la mañana y sin pensarlo dos veces llamé al timbre. Los inquilinos de la casa debían ser importantes, diría incluso que podrían pertenecer al cuerpo diplomático, porque a los pocos segundos de una especie de portería que había en la entrada apareció un agente de la Guardia Civil que me preguntó educado qué quería. Yo me quedé pálida pero para él debió de ser lo más raro que le han pedido en su vida. Efectivamente las flores de la entrada pertenecían a la casa y habría que preguntarle al jardinero de la propiedad. Como no lo encontró revisando las cámaras del circuito cerrado de seguridad de la finca, me sugirió que volviera más tarde. Y así lo hice. Cuando regresé salió a mi encuentro otro agente distinto. No fue necesario contarle de nuevo mi batalla. Estaba informado por su compañero. ‘¿Lo quiere para decoración?’, me preguntó, y yo tuve que reprimir una carcajada. ‘¡Qué va! Es para un trabajo del instituto’. Y zanjó la cuestión diciéndome ‘Vale, pues coja uno y váyase’. Sonó a ‘coge la pasta y lárgate antes de que te pillen’, así que elegí el que parecía más abierto, me agaché y con el único objeto cortante que tenía, unas llaves –no me atreví a pedirle una navaja al agente-, arranqué el lirio.


Llegué triunfante a casa, lo metí en agua rápidamente para que aguantara más y esperé a darle la buena nueva a mi hija. Cuando apareció y comencé a contarle la confusión entre lirio y lilium me cortó y me dijo ‘¡Eso, lilium!, la profesora ha dicho que vale el lilium, en realidad vale cualquier flor donde se vean bien sus partes… ¿Y esto qué es?’, dijo señalando mi lirio amarillo que empezaba a quedarse ‘chuchurrío’.

La odisea terminó después de comer, visitando dos grandes almacenes de jardinería, donde aprendí que al lilium también se le conoce como lirio y azucena, que existen cientos de variedades de la familia de las liliáceas, y que si está más cerrado, tipo bulbo, te sale más barato. Por supuesto, el que mi hija  necesitaba debía estar abierto. Eso se llama 4,95 euros. Directamente me rendí. ‘Póngamelo’. Hay que admitir que el lilium es mucho más vistoso que el lirio. 


Y todavía podemos recuperar parte de la inversión si organizo una reventa a la puerta del instituto con las dos flores extra que venían en el mismo tallo. Porque me ha salido un rato caro el trabajito de biología –entre gasolina, efectivo y tiempo-. Eso sí, todavía perdura en casa el olor a lilium. Vamos, que cierras los ojos y no sabes si están en una floristería o una funeraria.



miércoles, 18 de mayo de 2016

Yo no quiero un trabajo fijo y seguro

No sé por qué tanto revuelo por las declaraciones del presidente de la patronal, Juan Rosell, comentando que el trabajo "fijo y seguro" es un "concepto del siglo XIX". Y tanto que lo es. Doy fe. Los puestos fijos que existen en la actualidad tienen un carácter residual, vienen del pasado. Hoy ya no se firman los contratos que se firmaban, ni se ofrecen las condiciones que se ofrecían. Yo iría más allá que el capo de la CEOE y sentenciaría que en sí el trabajo, tal y como lo conocíamos, es un concepto añejo y caduco. 

Imagen de Juan Rosell extraída de la web de la CEOE

En mi estrategia de buscar un nuevo empleo, rastreo los portales de internet que publican ofertas laborales y, en el terreno de la comunicación, sigo encontrando solo puestos para becarios o estudiantes recién graduados, dispuestos a hacer de hombre orquesta cobrando una miseria. Parece como si se fuera difuminando la línea que separa trabajo de esclavitud y los empleadores no tuvieran pudor en confesar sus pretensiones.

Hablo con amigos y compañeros, que afortunadamente cobran una discreta nómina a final de mes, y les noto aferrados a la silla por si acaso vienen tiempos duros y se les acaba el chollo. En el fondo piensan que su trabajo es anodino y su figura prescindible, pero su antigüedad en la empresa es el respirador artificial que les mantiene con vida. Cuesta más echarles que mantenerles como vestigios de tiempos mejores. 

Hay otros que hace años renunciaron a encontrar el sueldo Nescafé y malviven como autónomos, que es la figura que busca ahora el empresario, alguien externo que te saque el trabajo adelante, facture y no haya que cubrirle las bajas ni premiarle con ninguna antigüedad, simplemente te limitas a pagarle. Por lo general estos siempre te desaconsejarán emularles, demasiado duro.

Y luego están los afortunados, los brillantes que han triunfado laboralmente, los que enlazan empleos, se los disputan la empresas, compaginan proyectos, ingresan más de lo que su tiempo libre les permite gastar. Para ellos no es trabajo, es su vida. Y no hay nada más. O no ves nada más. Te gustaría saber si se sienten satisfechos en medio de esa vorágine, pero no les queda tiempo, ni espacio en la memoria, para saciar tu curiosidad.

Yo no quiero un trabajo como los del XIX o el XX. Simplemente quiero encontrar la manera de seguir ganándome la vida con mis capacidades durante lo que me quede de este siglo XXI -a no ser que me toque una Primitiva, claro-. Me da igual que el proyecto no sea fijo, ni seguro. Solo pido que sea digno. Y si puede ser -ya sé que es mucho pedir- que me haga feliz.



martes, 17 de mayo de 2016

Alargar la vida a base de misas

Leo en el diario ABC que ir a misa cada semana alarga la vida. Comprenderéis mi sorpresa al encontrarme este titular en un periódico, por mucho que sea un diario no solo reconocidamente monárquico, sino también católico. 

Consumida por la curiosidad me adentro en la información para descubrir de qué manera han llegado a tan reveladora conclusión y lo primero que me encuentro es la alusión a un estudio realizado en Estados Unidos que ‘demuestra’ que asistir a los oficios religiosos reduce un 33% el riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular o cáncer. La cosa empieza a enfadarme sinceramente, como cada vez que se menciona cualquier método para librarse de afecciones tan devastadoras. Son múltiples los ejemplos que conozco de la macabra lotería que hay detrás de este sufrimiento. 

Así que ya, más encendida que un Gusiluz, leo toda la noticia. Parece ser que los científicos encargados del estudio se basaron en un informe estadístico sobre salud de las enfermeras y extrajeron los datos relacionados con la frecuencia en que estas mujeres asistían a la iglesia. Digamos, por tanto, que la muestra no parece tan amplia y variada como se exige a un estudio de esta envergadura, y tampoco la principal conclusión sería extrapolable. Atribuir a sus visitas al templo y no a un estilo de vida saludable la menor incidencia de enfermedades me parece un poco osado. También a los propios responsables de este fiasco, si os tomáis la molestia de leer hasta el final la información. 


Que la espiritualidad puede ser beneficiosa para quien la integra en su modo de vida es un hecho, y no forzosamente relacionada con ir a misa o practicar una religión. No hay más que ver la paz que exhiben los defensores de la meditación. Pero de ahí a que eso te vaya a librar de enfermedades va un trecho considerable y me atrevería a decir que insalvable. Afrontar la enfermedad con buen ánimo y ganas de luchar es muy importante, pero no basta.

Sinceramente no sé qué me asombra e indigna más, que haya habido un grupo de científicos perdiendo el tiempo con esto, que alguien -supongo- haya costeado un estudio de este calibre pudiendo invertir ese dinero en seguir investigando para encontrar una cura de todos los cánceres o que un periódico que se supone serio le dé difusión a esta noticia en su área de sociedad y aseverando de forma categórica afirmaciones que no se sostienen ni con ayuda del espíritu santo, no digo nada de la fe.

Id a misa las veces que queráis, practicad la meditación si eso os ayuda, encontrad instantes para la introspección si eso equilibra vuestros niveles de estrés o buscad en la espiritualidad un alivio a las preocupaciones, pero nada de esto os asegurará vivir más que el resto ni ser inmunes a las enfermedades. Esto, lamentablemente, no funciona así. Si no estarían las iglesias llenas y los hospitales vacíos.



lunes, 16 de mayo de 2016

El árbol que quería crecer y ser útil

“No me arranques. Aunque soy pequeño, me gustaría llegar a crecer bastante. Quiero ser útil”. Es lo que se puede leer, con cierta dificultad de descifrado, en el cartel que alguien ha colocado en la alambrada que rodea este pequeño pino. Lo vi ayer cuando paseaba por un parque de Las Rozas y me tocó la fibra. Me imaginé a la autora del cartel -no sé por qué pensé que debía ser obra de una mujer-, escribiendo el mensaje, metiéndose en la piel, o más bien en el tronco, de ese pequeño árbol, eligiendo las palabras más adecuadas, para que todo el mundo las entienda. Y luego buscando la bolsa más apropiada para resguardar el papel de las inclemencias -la verde de Ikea- y las bridas, también verdes, con las que fijar todo a la alambrada.

Hay una figura literaria denominada personificación o prosopopeya que consiste en atribuir cualidades humanas a seres inanimados o irracionales que no están dotados con ellas. No sé si esta declaración del pequeño pino que quiere vivir serviría como ejemplo. Lo que sospecho es que ha funcionado como golpe de efecto para resistir en pie y no sucumbir a los bárbaros. Ignoro por cuánto tiempo. Volveré para comprobarlo. Pero si el ser humano necesita mensajes como estos es que ha perdido muchas de sus más valiosas cualidades. Y a ese tipo de prosopopeya se la conoce como animalización.

sábado, 14 de mayo de 2016

Feliz Eurovisión

Esta noche se celebra el Festival de Eurovisión. Desde que tengo uso de razón ningún año me pierdo este espectáculo televisivo en directo. Rarezas que tiene una. Disfruto con la parte musical y sigo con interés las votaciones de los distintos países. No llego a eurofan, pero casi. Ya me gustaría. Si tuviera 'posibles' no me hubiera importado irme de fin de semana a Estocolmo, aunque solo fuera a ver el ambientillo.


Para localizar en mi hipocampo el primer recuerdo eurovisivo debo remontarme a 1975, cuando Sergio y Estíbaliz nos representaron con la canción ‘Tú volverás’, que me aprendí de memoria y tarareaba constantemente. Una de mis hermanas, sin yo saberlo, me grabó cantándola con un magnetofón casero, para pitorrearse de mí. No podría asegurar cuál de las dos fue. Es un recuerdo algo difuso. Aunque la edición que más marcada me dejó fue la de Betty Missiego con “Su Canción”, en 1979. La cursilada de tema incluía niños sobre el escenario. A parte de tararear el estribillo y lalarear el apoteósico final, uno de ellos respondía “¡Eh, mayor!” cuando Betty cantaba “uno fue y le dijo…”. ¡Qué momento! En el colegio llegamos a hacer una fiel recreación de esta actuación en fin de curso. Memorable... Pero volvamos al lío. España votaba la última. Íbamos liderando la clasificación con Israel pisándonos los talones a un punto. Y entonces, cuando al jurado español le tocó valorar las canciones participantes, le dio la máxima puntuación a los judíos. Ganó “Hallelujah”, de Milk and Honey. Es lo más cerca que he estado de ver ganar a España en este festival, porque el “La la la” de Masiel y el “Vivo cantando” de Salomé me pillaron en pañales.

Sí he visto, en cambio, a nuestro país caer derrotado el último con cero puntos, en el 83, la pobre Remedios Amaya y el “Quién maneja mi barca”. Pensaba que este fracaso nos echaría del certamen, pero me tranquilizaron al desvelarme que hagamos lo que hagamos siempre estaremos presentes, somos países con pase vip. Tenemos el privilegio de pertenecer al big five.


El primer festival de Eurovisión, en el 56 –han pasado seis décadas- se celebró en el país más neutral de todos, Suiza. fue un invento de la Unión Europea de Radiodifusión que buscaba unir a todos los países de un continente que aún arrastraba las secuelas de la guerra. Desde entonces mucho ha llovido y cambiado. Eurovisión ya no es lo que era. Hemos pasado de la orquesta en directo a la música pregrabada y son pocos los artistas que siguen defendiendo su canción en el idioma original del país, la mayoría han sucumbido a la comercialidad del inglés. Si hasta invitamos a un país como Australia -what a fuck…!-. Eso sí, los votos por proximidad de vecinos a vecinos ha sido siempre una constante. Últimamente la gracia está en detectar al excéntrico que se ha colado en el certamen: que si unas abuelas, un grupo heavy con máscaras terroríficas, un ‘transformer’ o un chiquilicuatre.

Para ver Eurovisión lo mejor es organizar una quedada, cuanta más gente mejor. Es importante sobrarse, comentar, hablar de los países como si fuera una reunión de la Comisión Europea, aprenderse coreografías, animar a España, hacer apuestas y, sobre todo, reír. Yo tengo muy mal ojo para las porras eurovisivas. Concretamente, mi estilo musical no es festivalero, así que me suelen gustar las canciones que quedan de mitad de la tabla para bajo. Salvo el año pasado que acerté con el sueco Mans Zelmerlow. Este año, además de la de Barei, que no me disgusta, tengo tres canciones favoritas, lo que significa que no se comerán un colín: 

Reino Unido 



Países Bajos



Bélgica



Ganará Rusia porque tiene una puesta en escena espectacular, pero la canción, comparada con mis apuestas, es un truño. Habrá que esperar a la noche para saber si acierto. Feliz Eurovisión.