Blog personal de Ángela Beato. Escribo lo que siento. Digo lo que pienso. Procura no tomarme demasiado en serio.

jueves, 30 de junio de 2016

Los prejuicios de la edad

Estos días hay dos preguntas que se repiten machaconamente: Por qué ha caído España en octavos de la Eurocopa y por qué han fallado las encuestas que aventuraban un adelantamiento de Podemos al PSOE por la izquierda, e incluso un empate de los morados con el PP. En ambos casos he llegado a escuchar y leer tal sarta de incongruencias que no me resisto a zumbar hoy por ahí.

Vivimos en un país donde tan pronto elevamos ídolos a los altares como los derribamos y enterramos bien profundo, no sin antes atizarles de lo lindo. El tiempo medio de éxito y gloria suele ser breve, las modas nos duran lo que son capaces de entretenernos, en cuanto la novedad deja de serlo se nos baja la libido y buscamos rápidamente un recambio para reiniciar el furor.

Del Bosque era la leche hasta que perdimos con Italia, que se convirtió en cuajada. No había terminado el partido y ya se estaba debatiendo sobre su continuidad como seleccionador, cuando solo una semana antes estábamos aprendiéndonos de memoria la canción de la Niña Pastori y pintándonos la cara de rojo y amarillo. Ahora ya nos parece que el mister está mayor, que su ciclo ha terminado, y buscamos un recambio más fresco y joven. Y así con todo. 

¿Recordáis a Teresa, la mujer de 74 años de Jarandilla de la Vera, que fue noticia durante un par de días por protagonizar un vídeo de Podemos? Cambiaba la estrategia, ya no se asociaba el partido emergente solo con gente joven, también sintonizaban con abuelos como esta mitinera que daba estopa al PSOE y en general a los políticos ladrones. Los seguidores de la formación elogiaban a aquella mujer mayor y ponían en valor la sabiduría que da la edad, la vida y la experiencia. Pero en cuanto Podemos se estrelló y no consiguió el éxito esperado, entonces resultó que la edad era un lastre que no te deja pensar con claridad. Los viejos ya no son tan sabios y tan pintorescos… Bueno, eso es lo que piensan algunos listos sobre algunos mayores, a los que tildan de miedosos, tontos y paletos por votar -dicen- a los de siempre aunque les roben. 

Me fastidia que la edad sea tan determinante para todo y que se acomode a los intereses y circunstancias de cada uno. Que haya que desconfiar por sistema de los jóvenes por ser inexpertos, pero luego laboralmente haya empresarios que se beneficien de esta mano de obra barata y dócil. Que se hagan chistes sobre los mayores, sus frecuentes visitas al médico a por recetas, su conservadurismo y sus excursiones, pero luego haya un amplio porcentaje de abuelos que sostienen a familias y favorecen la logística con los nietos. Que si el PP saca mejor resultado de lo esperado y Podemos peor, sea porque los viejos han votado a los de siempre. Y que se sigan haciendo chistes con Errejón y su aspecto de niño cuando ya ha demostrado que tanto intelectual como verbalmente se le nota mejor dotado que el 95% de los nuevos inquilinos del Parlamento. Y me fastidia que se vaya arrinconando a mentes privilegiadas porque tienen arrugas para poner en su lugar a rostros tan lisos como su encefalograma. Me gustaría poder escuchar, leer, ver en puestos de responsabilidad de cualquier ámbito a personas brillantes independientemente de su edad, no a mediocres colocados por obra y gracia de alguien que ha pensado que viste más un cantamañanas de 30 o un soplagaitas de 60.

No me gustan las prohibiciones, pero ya puestos yo prohibiría confesar la edad, desvelar ese dato no lleva asociados más que prejuicios. La infancia, la juventud, la madurez, la vejez son estados temporales y pasajeros, que conducen a donde ya sabemos. Todo aquel que desprecie a los mayores, que piense que en su pecado lleva la penitencia; un buen día, sin tardar mucho, se habrá convertido en aquello que detestaba. Y otra cosa más. La juventud se pasa, la estupidez no, así que todo indica que además de hacerse viejo, seguirá siendo estúpido. 

miércoles, 29 de junio de 2016

El largo número 13

Desde hace más de dos años nado con cierta regularidad, por lo general una vez por semana, durante media hora. Evidentemente no soy Mireia Belmonte, ni por técnica depurada ni por velocidad, pero avanzo a mi ritmo y con mi estilo. Me autoimpuse esta disciplina con la idea de practicar alguna actividad deportiva que complementara mi caminata diaria y no supusiera mucho sufrimiento. Cuando pasas la barrera de los 45 tu puñetero organismo decide ir por su cuenta y, como no te muevas, te conviertes en una masa amorfa de tejido adiposo. De modo que si era capaz de quemar mínimamente los excesos, me bastaba. Además dejaría de ser la apestada que no levantaba la mano en las reuniones cuando surgía la típica pregunta ‘¿Cuántos de aquí practican algún deporte?’.


Bueno, pues más de dos años después de iniciarme en este placentero ejercicio, ya puedo hablar con cierta autoridad de algunas de las sensaciones que se experimentan cuando uno avanza en el agua moviendo brazos y piernas. En concreto me centraré en una de ellas, por ser trasladable a mi situación actual. Hay un momento, cuando practicas la natación en una piscina de 25 metros, que la intensidad inicial deja paso a la fatiga y todo el esfuerzo de los primeros largos comienza a pasarte factura. Tu cuerpo quiere que pares, pero tu cabeza te dice que estás ahí para nadar al menos media hora, así que debes continuar. Ese amago de pájara a mí me sucede a la altura del largo número 13. En ese momento sientes que te pesan piernas y brazos, crees que tus fuerzas se han consumido, tu corazón bombea a tal velocidad la sangre a tu cerebro que presientes que va a reventar alguna de las venas encargadas del riego, te imaginas desmayándote y sumergiéndote al fondo de la piscina sin ser capaz de reaccionar, agarrarte a las corcheras o soltar un grito para alertar al socorrista. Es entonces cuando tienes que decidir si parar y tirar la toalla o seguir. Si superas ese momento crítico, ya eres imparable y puedes completar todos los largos que te apetezcan o te permita el tiempo que tienes reservado para esa actividad.

Pasa lo mismo en muchos momentos de la vida, como por ejemplo el que ahora atravieso yo, el extenuante proceso de la búsqueda de empleo. En este preciso instante yo me encuentro en el largo 13. Agotada de buscar y no encontrar, de postularme a todo tipo de puestos relacionados con lo mío y no recibir ni siquiera una cita para hacerme una entrevista. Arrastrada por la adversidad, que me hunde poco a poco y me impide pensar con claridad. A punto de tirar la toalla y parar, salir de la piscina, secarme y dedicarme a algo que requiera menos esfuerzo, por ejemplo, esperar y no hacer nada. Sé que si aguanto el tirón, luego soportaré lo que me echen y llegaré donde quiera, pero –¡joder!- vaya si cuesta.

lunes, 27 de junio de 2016

A comprar tampones a Canadá

Desde los 11 años, en que me vino a visitar por primera vez la regla, hasta el día de hoy, que aún se resiste a abandonarme, he calculado que me habré gastado más de 2.500 euros en tampax y compresas, tirando por lo bajo. Esperaba que mi hija se sumara más tarde a este club menstrual, para no coincidir y duplicar el gasto en la misma casa -una sangría en todos los sentidos-, pero ya estamos las dos gastando a lo loco puntualmente una vez al mes. Estos productos, que consumimos porque no nos queda más remedio, están sometidos a un IVA del 10%, el llamado tipo reducido, y lo peor es que hubo un tiempo que el impuesto que les aplicaban era del 21%. Es verdad que nos podríamos ahorrar el atraco prescindiendo de estos inventos y recurriendo al uso de toallitas lavables, como hacían nuestras abuelas, y abstenernos de refrescarnos en la piscina, o practicar algún deporte distinto al ajedrez, y si me apuras, podíamos quedarnos en casa en esos días -¡qué más quisieran algunos!-. Incluso podríamos habituarnos a la copa menstrual puesta de moda por la CUP, que aunque igualmente gravada, es reutilizable y así solo nos robarían una vez cada diez años. Pero me resisto a que los legisladores marquen mis costumbres higiénicas a la hora de afrontar mi condición no elegida de mujer.


Quien sea capaz de lograr los apoyos necesarios para gobernar este país deberá plantearse muchas cuestiones, en particular el espinoso asunto de los impuestos, y más concretamente los que afectan al consumo de productos de primera necesidad, como son los relacionados con la higiene femenina. Esta reivindicación no es nueva. Llevamos años lamentándonos de que se penalice a estos productos con la misma carga fiscal que a otros que son de auténtico lujo. Ahora, en un enésimo intento -esperemos que no fallido-, un grupo de mujeres ha lanzado Tampons from Canada, un movimiento para sensibilizar al nuevo gobierno sobre este tema y que de una vez por todas rebaje el IVA de tampones y compresas al tipo superreducido del 4%. De no ser así, planean hacer un pedido masivo de tampones a Canadá, país que el año pasado eliminó la tasas sobre este tipo de productos. La campaña está hecha con mucho sentido del humor y espíritu crítico, igual que el vídeo que la sustenta.


Yo desde luego me apunto a esta iniciativa, asociada a la petición en este mismo sentido lanzada por la periodista Celia Blanco hace algunos meses a través de Change.org. Y la ampliaría a otros productos igualmente necesarios como los pañales, tanto de adulto como de bebé, los salvaslip y las compresas para pérdidas de orina. Que ya voy teniendo una edad y la jubilación que nos pueda quedar no va a dar para muchos lujos.

domingo, 26 de junio de 2016

Votantes de corazón

Dos hombres han muerto hoy en la 'Fiesta de la Democracia'. La parca les ha pillado en pleno colegio electoral. Uno, de 92 años, ha sufrido un ataque al corazón justo después de votar en el barrio de Tetuán, en Madrid. Al otro, de 79 años y con problemas coronarios, se le acabaron las fuerzas a la puerta de su colegio electoral en Santa Coloma de Farners, en la provincia de Girona. Ni siquiera le dio tiempo a llegar a la urna y enseñar el carné de identidad. El primero permanecerá en el recuerdo de quienes le conocieron como el hombre que lo último que hizo en su vida fue votar y cumplir así con sus obligaciones de ciudadano. Me hubiera gustado saber a quién votó. El segundo pasará a la posteridad como aquel que no pudo hacer realidad su última voluntad. Seguro que llevaba en la mano los sobres blanco y sepia. Los habría traído de casa, como acostumbran las personas mayores. Puede que por primera vez en su vida fuera a cambiar el sentido de su voto. Puede que hubiera estado meditando todos estos días, sintiendo que traicionaba a los suyos, pero convencido de que era el momento de votar sopesando otras razones, o puede que hubiera sido fiel a sus convicciones y al meter la papeleta se hubiera dejado llevar una vez más por el corazón, el mismo que se le paró antes de tiempo.


Cuando a partir de las 8 de la tarde llegue el recuento de votos, el votante fallecido en Madrid computará como uno de los millones de españoles que ejercieron su derecho en este segundo intento electoral, aunque ya no exista y cause baja en el censo; el otro, el de Girona, figurará dentro del porcentaje de abstención, aunque tuviera clara su intención de participar en la elecciones y sus votos se hayan desviado macabramente hasta cambiar la urna por la tumba.

Ambos decesos se incluyen en la lista de ‘anécdotas’ de una tranquila jornada electoral sin mayores ‘incidentes’. Los dos óbitos comparten protagonismo con el récord de Villarroya, en La Rioja, que ha vuelto a ganar el título del primer municipio en votar, con un censo de seis vecinos (tres mesa y tres suplentes) –así cualquiera-; y con el tipo que ha acudido a ejercer su derecho en Madrid vestido de espermatozoide; también con una vocal de mesa en Valencia que se ha puesto de parto; además de con Chacón y Garitano, que se han tenido que comer el marrón de pasarse el día en una mesa electoral; y, cómo no, con Odón Elorza, que ha sufrido un ramalazo de daltonismo y se ha confundido al meter las papeletas en las urnas, la sepia en la blanca y la blanca en la sepia. Pues por encima de todas estas anécdotas, la pérdida de estos dos votantes es la que más me ha llegado al alma. Sobre todo porque, Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera les robaron hace seis meses la posibilidad de ver un nuevo gobierno y, para colmo de males, se han ido al otro barrio con la intriga de conocer el resultado de estas segundas elecciones y sin saber si esos cuatro serán capaces de evitarnos unas terceras.

viernes, 24 de junio de 2016

La isla se aísla

Me preguntaba mi hijo esta mañana, aún confundido al ver mi preocupación por la noticia que sonaba en la radio, que si en Gran Bretaña había ganado la opción de irse de Europa, cuál era el resultado que había salido en el resto de países. O sea, qué habíamos votado en Europa sobre el tema. Le intenté explicar que los únicos que podían decidir sobre su permanencia o no en la Unión eran los británicos. Y él, en su inocencia, políticamente virgen, aún no maleado por ideologías de ningún tipo ni espíritu secesionista que valga, me contestó que no entendía por qué no podían opinar el resto de países europeos. Hubiera estado bien, no solo para posicionarnos sobre la salida de Reino Unido -según los sondeos más de la mitad queríamos que no se fueran-, sino sobre nuestra propia permanencia. Ese es el mayor temor de algunos, que cunda el ejemplo, haya un efecto dominó y el escenario geopolítico de la vieja Europa se vaya al carajo. Y es que, tal y como están las cosas, es más que probable que cualquiera de los países de la Unión comparta los motivos que han llevado a los partidarios de la salida a ganar este referéndum antieuropeista:

-Consideran que Europa es un freno a su crecimiento y quieren negociar sus propios acuerdos comerciales con otros países sin tener que someterse a las condiciones pactadas a través de la Unión.

-No están dispuestos a verse obligados a acoger más extranjeros en su país. Quieren controlar sus fronteras, decidir quién entra y quién trabaja en su territorio.

Me juego una caña a que piensan lo mismo la mitad de los europeos. Aún así, en el fondo esperaba que a Cameron le saliera bien el experimento y no la liara parda con esto del referéndum, pero cuando uno le da voz al pueblo se arriesga a saber lo que opina el pueblo. Qué podíamos esperar. Y eso que Reino Unido era un socio privilegiado de la Unión. Todos tuvimos que renunciar a nuestra moneda, pero ellos siguieron manejando sus libras. Incluso ahora, ante la amenaza de su salida, desde Europa se les llegaron a ofrecer muchas más prebendas de las que nunca podrán soñar ninguno de los países asociados en este club que cada vez está más lejos de ser un reflejo de los Estados Unidos de América.


Sin entrar en el análisis de los datos macroeconómicos -que me superan- si se analizan con tranquilidad y con perspectiva las consecuencias que pueda acarrear este resultado sobre la vida cotidiana de nuestro entorno, la gravedad se disipa. Aunque la primera reacción de las Bolsas ha sido el batacazo, estoy segura de que le seguirá una recuperación, con lo que espero que no se resientan planes de pensiones, paquetes de acciones o depósitos bancarios, y mientras los especuladores habrán pescado en río revuelto e incrementado su fortuna. Pensemos además que esto no es inmediato. Hay dos años como mínimo para hacer efectiva esta escisión. Los miles de trabajadores españoles que residen en aquel país no van a perder sus derechos por las buenas. Tampoco van a cerrar ahora sus puertas a los estudiantes de otros países de Europa. A Gran Bretaña le interesa mantener acuerdos recíprocamente beneficiosos con países como el nuestro. No olvidemos que somos el lugar donde viven más británicos después de su propia nación de origen, no vamos a mandarlos de vuelta a casa y privarles del paraíso que son nuestras playas. Y a ver de dónde van a sacar ellos mejores au-pairs que las españolas, limpias, educadas, divertidas, cariñosas y dispuestas a dejarse explotar. Y dónde van a encontrar los ingleses mejor destino low cost de vacaciones gamberras que Magaluf... ¿Alguien imagina una Eurovisión sin ‘Guayominí’ y una Champions sin el Manchester United, el City, el Liverpool, el Chelsea o el Tottemham?

Nunca me he sentido muy europea. De hecho carezco del gen que regula el sentimiento de pertenencia a algo más grande que uno mismo. Me gustaría poder circular por el mundo sin necesidad de tener que sacarme el pasaporte y pedir visados en las embajadas. Así que cuando entramos en Europa aplaudí la ventaja de viajar solo con el DNI, pero me fastidió tener que enterrar mi moneda por el euro común. Luego vi que esta uniformidad podía ser una ventaja, no había que ir al banco a cambiar las pesetas, aunque en función del país de procedencia unos pudieran comer de restaurante y otros tuviéramos que darle al bocata. Al abrigo de Europa han florecido muchos caraduras, no solo en sus instituciones, también a la sopa boba de sus ayudas. Dicen que la Unión hace la fuerza, pero se me escapa si al ir de la mano hemos conseguido mayor poder y crecimiento económico, sospecho que no cuando en el seno de esta institución desde el principio ha habido países de primera y de segunda, una clasificación que no se ha corregido con el tiempo, incluso ha ido a peor… y no quiero señalar a Grecia, Portugal, Bulgaria…

Voy terminando. Si uno escucha a los estudiosos del proceso, ve que con el Brexit han ganado los viejos británicos temerosos de que invadan su territorio y han perdido los jóvenes profesionales que consideran una ventaja en todos los sentidos la libre circulación por el continente. En un mundo globalizado y virtual las fronteras cada vez son más un elemento mental que otra cosa. Dibujar y desdibujar territorios me suena a cartografía y clase de geografía.

De modo que pediría tranquilidad, sobre todo a los catastrofistas que ven cerca el apocalipsis y les recomendaría que se den una vuelta por las redes sociales para comprobar cómo este acontecimiento tampoco nos ha hecho perder el sentido del humor. 






miércoles, 22 de junio de 2016

Munición electoral para captar indecisos

Yo debo ser extraterrestre, pero del escándalo de las escuchas al ministro Jorge Fernández Díaz lo que más me inquieta es que se puedan espiar y grabar conversaciones privadas de un cargo público, en su propio despacho oficial, filtrarlas a un medio de comunicación dos años después de ser captadas y elegir un momento tan interesante e interesado como este -una campaña electoral- para echarlas a volar. Ojo, no es que permanezca impasible ante la posibilidad de que todo un ministro del Interior se haya reunido con el jefe de la Oficina Antifraude de Cataluña con la intención de trazar un plan cuya finalidad fuera buscar trapillos sucios de Esquerra y Convergencia en pleno proceso de la consulta soberanista y utilizarlos para desacreditar a los independentistas. Se supone que una autoridad como él tiene cosas más importantes que hacer relacionadas con la seguridad del Estado que conspirar desde una posición privilegiada. 

Solo hay otra duda que me corroe: por qué ahora y no en la semana anterior al 20 de diciembre, coincidiendo con la primera intentona electoral. De todos modos, no creo que esto llegue a la altura de un Watergate, ni que Rajoy vaya a emular a Nixon, por más que algunos lo estén deseando. Como mucho sirve como termómetro para calibrar lo reñida que se está poniendo la campaña y el juego sucio que genera esa situación de incertidumbre sobre la posible futura gobernabilidad.

Otro ejemplo, aunque a menor escala, de esta misma histeria lo tenemos en lo de llamar a Sánchez racista porque se limpió la mano después de saludar a unas viandantes negras durante uno de sus paseos 'pescavotos'. Yo nada más verlo pensé que la niña a la que apretó la mano debía tenerla pringosa, como la mayoría de los niños, de ahí el gesto. Y si se observan con detenimiento las imágenes, se nota el propio gesto de la niña mirándose su mano con los dedos extendidos. El vídeo en cuestión fue difundido a través de la redes sociales para vapulear, de izquierda a derecha, al candidato socialista que, como a perro flaco, todo le son pulgas. 

Un tercer elemento informativo utilizado también como artillería en esta guerra por los votos es la caldereta de langosta que se metieron entre pecho y espalda los de Podemos en Mallorca después de un mitin y que les costó 160 euros por barba. Ese exceso me haría un roto en mi prestación por desempleo, por eso me abstengo de frecuentar locales con esos precios, por mucho que considere la langosta como un manjar, ideal para recuperar fuerzas tras darle a la soflama. Naturalmente un dato tan sabroso se extendió como la pólvora para atacar a los miembros de un partido al que se asocia más con una dieta obrera del tipo 'birras y bravas'.

Todo esto es lo que yo considero munición electoral, más o menos pesada, pero munición electoral, porque son este tipo de noticias que saltan a primera plana y se comentan en la barra del bar las que quedan grabadas en el subconsciente colectivo y terminan decidiendo al indeciso, mucho más que las oscilaciones de las encuestas, esas cuya difusión prohíbe terminantemente la ley electoral desde cinco días antes de las votaciones, una prohibición viejuna y sin sentido. Digo yo que en qué influirá conocer los datos de intención de voto. Si llega un momento que de tanto porcentaje, punto y escaño arriba y abajo ya no sabes por dónde te viene el sorpasso. ¿Creen de verdad que va a ser menos peligroso pasarnos esos cinco días viendo a los candidatos hasta en la sopa y escuchando a los tertulianos elucubrar en medio de esta guerra sucia? El caso es que hecha la ley, hecha la trampa. Hay quienes se resisten a no manejar horquillas y en tiempo de prohibiciones se teletransportan al Principado de Andorra para saber cómo anda allí fruta, que curiosamente tiene colores -y precios- muy similares a los que se podrían manejar en un sondeo electoral del 26-J: azul, morado, rojo y naranja. Así que queramos o no tenemos encuestas en forma de repaso a los precios que maneja el mercado de la fruta.


En fin, que cualquiera de los episodios mencionados, además de calentar el tramo final de campaña, lo que generan en realidad es ruido, interferencias que desvían el foco de cuestiones mucho más trascendentales a la hora de valorar qué formación es la más adecuada para tomar las riendas del país. Yo estoy tratando de abstraerme de todo esto y afinar en mi elección, por eso he recurrido a una herramienta que ofrece el diario ABC en su edición digital y que promete ayudar a los indecisos a saber con qué partido tienen más afinidad. Y una vez completado el test, este es el 'científico' resultado.


Nunca unos votos estuvieron tan disputados. Lo que decía al principio, yo debo ser profundamente extraterrestre.

lunes, 20 de junio de 2016

La importancia de leer con lupa los carteles de Ikea

Cuando vayáis a Ikea os aconsejo que leáis atentamente todas y cada una de las palabras que figuran en los letreros, en particular los que marcan grandes ofertas. No es que me haya dado una vena paternalista, simplemente os transmito lo que me dijo una empleada de esta tienda en San Sebastián de los Reyes cuando traté de hacerle ver que la manera en que ofrecían un producto podía inducir a error. Pero voy a explicarlo desde el principio.

Ikea. Ayer domingo. Varias compras pendientes y una decisión improvisada: ¿qué tal si por fin ponemos unos cojines en las sillas del salón para ganar en comodidad y que las pajas del asiento nos dejen de picar el culo? Dicho y hecho. Elegimos el modelo oscuro, que no queda mal con nuestras sillas y da la impresión de que es más sufrido, y terminamos de recoger los artículos restantes para enfilar finalmente hacia la línea de cajas. Antes de llegar, en el vestíbulo de paso donde colocan ofertas y gangas, vemos en exposición una caja repleta de cojines como los que hemos elegido pero en color blanco, con un letrero que marca 2,99, un euro menos que los que nos llevábamos. Así que, aunque el blanco es más sucio, decidimos aprovechar la ganga, dejar los que habíamos elegido en un principio y llevarnos los baratos. Que 6 euros son 1.000 pesetas –perdonad este momento demodé-.

Llegamos a caja y al pasar el código de los cojines vemos que indica 3,99, no lo que señalaba el letrero. Pedimos que lo vayan a comprobar y nos dicen que la oferta se refiere al modelo rojo, un detalle "que aparece bien claro en el cartel". Mi marido protesta un poco, pero como anda bajo de defensas no va más allá. En cambio yo, cuando alcanzo a captar el comentario de la empleada a una compañera, que dice algo así como “Me quería echar la charla a mí, pues va listo”, se me enciende la mala leche y aprovecho para acercarme e intervenir por sorpresa. Le indiqué que era un poco confuso colocar en un expositor un cartel anunciando una oferta y bajo él un producto que no se corresponde con la oferta. La chica me contestó muy resabiada que se acababan de terminar los cojines del chollo y que para no dejar vacío el espacio, hasta que repusieran, habían colocado los otros. Yo le insistí en que entonces debían haber cambiado el cartel, dado que estaban anunciando algo que ya no estaba allí y que podía confundir al cliente, como era nuestro caso. Entonces me soltó que había que leer bien los letreros, a lo que yo le respondí que había que poner bien los letreros. Por más que intenté arrancarle una disculpa a la empleada fue imposible, en ningún caso lo habían hecho mal. ¿Dónde quedó aquella máxima que decía "el cliente siempre tiene la razón"? ¡Ah, sí! En el pequeño comercio, no en los grandes almacenes, donde nos tratan como a borregos, seguimos pasando por el aro y aguantamos a empleados poco profesionales. 

Como aquella discusión no conducía a nada, le hice una foto al estaribel y le dije que subiría a Twitter ese ejemplo de dudosas prácticas comerciales. Aquí lo tenéis: 


Os podéis imaginar lo que le preocupó a la empleada mi especie de amenaza. Pensé que tampoco le importaría demasiado al Social Media de Ikea España lo que yo tuviera que decir en esa red social, dado que mis seguidores no llegan ni a 300, una cifra con la que los Community Manager se descojonan. Imaginé que al leerme pensaría “desde luego esta imbécil no me monta una crisis reputacional” y no se tomaría ni la molestia de contestar. Me equivoqué. Esta mañana me respondió con el siguiente tuit.


Al final nos llevamos los puñeteros cojines que, para más pitorreo, no son el modelo adecuado para nuestras sillas. Y ya, para colmo del absurdo, he caído en la cuenta de que los cojines que rellenaban la exposición son del modelo JUSTINA y el letrero directamente se refiere a cojines modelo MALINDA. No es ya que no coincidiera el color, es que ni siquiera coincidía el modelo. Esa caja contenía cojines Justina blancos, pero su letrero anunciaba cojines Malinda rojos. Pero, claro, el cliente es el que tiene que leer bien los letreros. Y ya no basta solo con leer bien los letreros, supongo que esperan también que nos sepamos los nombres de los productos y seamos capaces de distinguirlos. ¡Por Dios! Si ésta es solo una muestra de los múltiples tipos de cojines posibles y, como veréis, Justina y Malinda son los más fáciles de recordar…



He llegado a pensar que todo es una estrategia para vender los dichosos cojines blancos, que seguro nadie quiere porque son muy sucios. A saber cuántos clientes más no han 'leído bien' y se han llevado los cojines. Y luego en la caja, por no andar perdiendo el tiempo en devolver y entrar de nuevo a por otros, tragan, lo mismo que hicimos nosotros. No parece una técnica de marketing muy sueca, pero los españoles adaptamos lo que importamos a nuestra idiosincrasia.

Por cierto, los responsables de las redes sociales de la marca en España al menos han zanjado el tema con más ‘savoir faire’ que el personal de la tienda que nos tocó en suerte.

Por supuesto pienso devolver los 6 Justina, aunque me gaste más de la diferencia en gasolina. ¡Anda! Si hasta rima…



sábado, 18 de junio de 2016

Los estrenos que llegan esta semana a la cartelera

Espero que estéis preparados para conocer cuales son las películas más destacadas que se estrenan este fin de semana en los cines del país. Hoy comenzamos el repaso por cine argentino. Ricardo Darín, Inma Cuesta y Oscar Martínez protagonizan ‘Capitán Kóblic’, de Sebastián Borensztein, una película ambientada en 1977, en plena dictadura argentina, sobre un oficial que, atormentado tras pilotar uno de los vuelos de la muerte, toma la decisión de desertar y esconderse en un pequeño pueblo. 


En ‘Amor tóxico’ hay miedo, drama, romanticismo... Norberto Ramos del Val dirige a Edu FerrésAnn Perelló en una historia sobre un tipo que no entiende a las mujeres y una mujer incomprensible que se conocen por internet y quedan para verse en persona. El encuentro resulta ser una sucesión de momentos extraños, lo que se podría definir como la peor cita de sus vidas. O puede que no tanto.


La que llega ahora es un western austroalemán: ‘El valle oscuro’, de un tal Andreas Prochaska que nos sitúa en los Alpes austríacos, a mediados del siglo XIX, y a poco de caer el crudo invierno. Allí aparece un extraño, un fotógrafo que dice llegar de la lejana y mítica América de los indios y los cowboys, pero en el pueblo nadie confía en él.


'Ninja Turtles: Fuera de las sombras' es una nueva entrega de las aventuras de esos reptiles superhéroes que se llaman Leonardo, Raphael, Michelangelo y Donatello. El realizador Dave Green es el responsable de hacerles salir de las sombras para proteger las calles de Nueva York y enfrentarse a un malvado villano. Una película me mezcla acción, humor y ciencia ficción para entretener a toda la familia… o a casi toda.


La dosis de terror la pone esta semana la secuela de ‘Expediente Warren’, esta vez titulada ‘Expediente Warren: El caso Enfield’, por basarse en unos sucesos reales relacionados con un poltergeist que tuvieron acongojada a la opinión pública británica durante años. Dirigida por el malayo James Wan y protagonizada por Vera Farmiga, Patrick Wilson y Frances O’Connor, la historia de va de una madre que vive sola con sus cuatro hijos en una pequeña localidad inglesa allá por los años 70 y que experimenta sucesos sobrenaturales. Para ayudarla e investigar esos fenómenos paranormales entrará en acción el matrimonio de demonólogos ya conocidos por quienes vieron la anterior entrega. Como curiosidad quienes se atrevan a ir a ver esta peli se encontrarán al actor español Javier Botet, un asiduo a cintas de miedo por su particular físico.


Turno ahora para una comedia inglesa: ‘La leyenda de Barney Thomson’, dirigida y protagonizada por Robert Carlyle y donde también veremos a Emma Thomson. El argumento nos muestra a un torpe y tímido barbero de Glasgow, que lleva veinte años viviendo una vida gris y monótona hasta que se adentra accidentalmente en el mundo grotesco y cómicamente absurdo de un asesino en serie.


Abunda este fin de semana la oferta francesa. ‘Entre amigos’ es una comedia de Olivier Baroux sobre tres amigos que se conocen desde hace más de medio siglo y que emprenden un viaje con sus novias hacia Córcega. La placentera aventura en yate al final no será como esperaban, sino que surgirán los roces, los problemas y los celos, para poner a prueba su amistad.


Otra francesa, esta a caballo entre el drama y la comedia, es ‘Grandes familias’, dirigida por Jean-Paul Rappeneau. Cuenta la historia de Jerome, un hombre que lleva diez años viviendo en Shangai y que, durante un viaje de negocios a Europa, decide hace una parada en París para ver a su madre y su hermano. Cuando llega y se encuentra que su antigua casa está en medio de un conflicto local, decide alargar su estancia para resolverlo. 


La tercera del país vecino es ‘Mi hija, mi hermana’, de Thomas Bidegain. Este sí es ya un dramón en toda regla ambientado en la Francia rural. Una familia pasa la tarde en una fiesta vaquera hasta que la hija adolescente desaparece entre la multitud con la intención de no ser encontrada. Tratando de indagar sobre su paradero, sospechan por sus amigas que la chica va a convertirse al islam. El padre y el hermano iniciarán un viaje de años por todo el mundo en su busca.


La última es un documental español: ‘Welcome home: una historia de familia’. Pablo Rogero dirige este viaje de tres años hacia la paternidad de una pareja de dos hombre a través de la gestación subrogada.



Esta es parte de la amplia oferta que podéis encontrar en las salas. Apuntad bien hacia vuestra favorita y a disfrutar. Como siempre, os invito a repasar este mismo resumen de estrenos en el podcast que tenéis a continuación.

viernes, 17 de junio de 2016

Si tu instalación de gas tiene que pasar revisión, prepara la cartera

Ayer comprendí cómo se pueden cometer atracos de manera legal o, dicho de otro modo, cómo te pueden tangar con la ley en la mano. Incluso alcancé a vislumbrar el poderoso influjo que las empresas energéticas ejercen sobre la legislación. Poneos cómodos, que os cuento.

En breve vendrán a casa los inspectores enviados desde mi empresa distribuidora de gas para comprobar si la instalación de mi vivienda, así como mi caldera, están en perfecto estado. Ya han enviado una carta que anuncia su visita, obligada por ley cada cinco años. De modo que, aprovechando que ya pago un contrato de mantenimiento con el servicio técnico oficial del fabricante de mi caldera Vaillant -que incluye revisión anual, desplazamiento y mano de obra gratuitos-, concertamos la cita preventiva de rigor para curarnos en salud.

El técnico comprobó que todo estaba en su sitio, que somos buenos cuidadores de calderas, y todas las piezas pasaron su reglamentaria ITV, por llamarlo de alguna manera. Solo había –nos informó- un pequeño problema sin importancia. La nueva legislación ha introducido algún cambio: ahora debe haber un orificio en el tubo de salida para medir los gases de combustión, que se cubre con un pequeño tapón especial termoresistente. Es como el agujero que ya tiene mi caldera estanca en el frontal y que se ve cuando desmontas la cobertura del aparato para comprobar su correcto funcionamiento. Vamos, lo que venía haciendo hasta ahora el técnico para poder meter su detector de gases y asegurarse de que todo estaba correcto. Lo que la ley parece haber cambiado es el lugar del agujerito. Las nuevas calderas y sus correspondientes instalaciones ya cumplen con la normativa, pero las que son anteriores a la entrada en vigor de esta novedad, tienen que adaptarse. En esas circunstancias me encuentro yo, mejor dicho, mi caldera estanca. 

Por lo que nos comentó el técnico, él podía taladrar al instante el tubo ‘evacuahumos’ y colocar el tapón en su agujero por un módico precio -22 euros y pico-, pero si preferíamos podíamos esperar a confirmar ese extremo cuando vinieran los inspectores y probar suerte, a ver si no nos llamaban la atención por esta ‘anomalía’. Claro que, en caso de que nos obligaran a adaptar la instalación a la normativa bajo amenaza de corte de suministro –que parece que es así como funciona la cosa-, si decidíamos llamarle para que nos lo viniera a hacer él mismo, la ñapa nos costaría entonces 96 euros, además de dilatar el trámite en el tiempo. Otra opción –nos apuntó- era que pleiteáramos con la compañía suministradora, una opción que descartamos pensando que ese dinero no compensaba el esfuerzo y tiempo perdido.

Al preguntarle sobre la oscilación en el precio nos explicó que nuestro contrato de mantenimiento con Vaillant no contempla más que el cuidado de la caldera, no la instalación exterior y el agujero va en el tubo de fuera. No termino de entender, si ayer durante su visita las condiciones de mi contrato eran las mismas, solo mantenimiento de la caldera, por qué entonces sí podía manipular la instalación, pero a un precio más razonable. Debe ser que se me escapa la ingeniería energética.

Os transmito este episodio como si fuera algo extraordinario, pero los cambios en la ley no son de hace dos días, lo que pasa es que yo vivía en la ignorancia. Al consultar por internet la dichosa normativa -desconfiada que es una por naturaleza-, me he encontrado este interesante post de 2013. 

En fin, que al final, resignada a que me costara el menor dinero posible la broma, ya por simple curiosidad, le consulté al especialista si el cambio en la normativa obedece a una cuestión de seguridad o de eficiencia energética y me respondió que ni una cosa ni la otra. ¿Entonces? Prácticamente vino a concluir que el cambio únicamente beneficia al señor inspector, que no tendrá que sudar para desmontar la carcasa de la caldera, sino que con quitar el taponcito del agujero y meter su sensor de gases habrá terminado su revisión en menos de un minuto. Eso supondrá que podrá doblar e incluso triplicar las calderas y domicilios atendidos por día y hacer caja a mayor velocidad. Y el fabricante de la pieza que adorna ahora mi tubo exterior imagino que también estará contento con la novedad y con poder surtir de tubitos a todos los inadaptados como yo. Incluso el servicio técnico oficial de mi caldera tampoco debe estar muy disgustado con esta modificación, dado que ayer venía a hacer un trabajo que en teoría no le iba a reportar ni un céntimo, ya que me cobran anualmente más de 100 euros por darme cobertura gratuita ante cualquier eventualidad, y al final la operación me costará 22 euros y pico.

Este post queda inconcluso porque aún falta la segunda parte, que será la visita de los inspectores oficiales de la empresa que me suministra el gas y cuyo importe abonaré en la siguiente factura, para redondear los más de 500 euros que gasto al año por no pelarme en invierno y poder ducharme con agua calentita. Todavía pueden darme alguna sorpresa extra, aunque estoy ya curada de espanto. Diría que llevo escrito en la frente “Usuaria gilipollas dispuesta a contribuir a pagar sus emolumentos a los políticos que utilizaron las puertas giratorias para sentarse en los consejos de administración de las compañías energéticas”. Yo es que tengo mucha frente…


miércoles, 15 de junio de 2016

Cuando una tocada de pelotas te derrumba un mito

Asqueroso, vomitivo, desagradable, repugnante, repulsivo, inmundo… Podríamos recitar toda la lista de sinónimos de la RAE y aplicárselos a Joachim Löw, el entrenador de la selección alemana de fútbol, que fue pillado en plena ‘faena’ por una cámara indiscreta en el partido que su equipo disputó el domingo contra Ucrania dentro de la Eurocopa 2016. He de confesar que hasta ahora este hombre me resultaba francamente atractivo, pero después de ser testigo de su 'pequeña' manía se me ha derrumbado un mito. De hecho, aún no me he recuperado del impacto.

Para quienes no lo hayáis visto –que seréis pocos- y no sepáis de qué 'pelotas' estoy hablando, el tipo se mete la mano derecha en el paquete, explora con ella unos instantes dentro del pantalón, luego la saca y se lleva los dedos a la nariz para olfatearlos. Esto sucede a la vista de los miles de espectadores que siguen el partido. Se supone que lo hace inconscientemente, que está tan metido en el encuentro que no repara en la guarrería. Pero no queda ahí la cosa. Porque posteriormente, ya sentado en el banquillo, introduce de nuevo su mano en el pantalón, esta vez por la parte trasera, se rasca –supongo que el culo- y vuelve a sacarla para terminar jugueteando con algo en los dedos…

Por si no he llegado a describir con fidelidad la escena, ahí va el testimonio gráfico. Jugad vosotros.


Naturalmente el video se ha hecho viral, a pesar de ser nauseabundo. Alemania ha pedido explicaciones, porque la señal la proporciona la UEFA y ese plano captado por las cámaras del estadio lo difundió a lo grande la tele italiana. No creo que la Federación alemana pueda hacer nada ni contra la UEFA ni contra el canal que emitió la asquerosas imágenes, por mucho que digan que la anécdota es totalmente extradeportiva e irrelevante. Mucho habría que discutir al respecto. Antes deberían darle un toque de atención a su seleccionador, por ejemplo, ofrecerle terapia de choque para superar esa repulsiva costumbre.

Vale que lo que importa es lo que sucede en el terreno de juego, en torno al balón. Vale, como dice el delantero alemán Podolski, que todos alguna vez nos tocamos los huevos -bueno, os tocáis- y eso no es un problema. Pero vale también que tú en la intimidad de tu hogar puedes hacer lo que te salga de las pelotas, eso sí, pensando en dónde tocas después, para ahorrarles tus gérmenes a los que tienes al lado. Pero cuando estás trabajando, y más si estás en el punto de mira, rodeado de cámaras en un evento de tal repercusión, como mínimo debes tener cuidado a la hora de abstraerte, porque todo forma parte del espectáculo y ese partido pasará a la historia por el día que Herr Löw rebasó la línea y pasó de comerse algún moco a ser el rey de la escatología. 

Lo peor es que no debe ser un caso único. Este dudoso hábito, esa tendencia a llevar la mano de la nariz a los bajos y viceversa, sin tomar medidas higiénicas posteriores, debe compartirlo una parte de la población, así que piénsatelo mucho cuando te tiendan la mano para saludarte. De hecho, dicen que los teléfonos móviles suelen esconder más gérmenes que las manillas de las puertas de unos baños públicos. Y no estoy exagerando. Visto lo visto, no descarto que el ser humano termine extinguiéndose por una notable falta de higiene.

Mañana jueves vuelve a jugar Alemania, en esta ocasión contra Polonia, a las 9 de la noche, y lo retransmite Tele 5. Imagino que se multiplicará la audiencia a la espera de la nueva guarrada de Löw, porque -no olvidemos- nos puede más el morbo que la arcada. Os recomiendo que el encuentro no os pille cenando.

Eso sí. Cuando lleguemos a la final del campeonato, si Alemania conquista el título, todo apunta a que el mister nos dedicará una buena rascada de huevos mirando a cámara. Y entonces habrá que perdonárselo.