Blog personal de Ángela Beato. Escribo lo que siento. Digo lo que pienso. Procura no tomarme demasiado en serio.

miércoles, 1 de marzo de 2017

Manual de instrucciones para hacerse oír

Me pregunto qué repercusión habría tenido la gira de HazteOír y su mensaje ‘divulgativo’ sobre lo que somos según nuestros genitales, si nadie la hubiera denunciado y las autoridades no hubieran inmovilizado el bus naranja envuelto en ese mensaje antediluviano. Probablemente el caso no hubiera saltado a los medios y el vehículo hubiera seguido por los caminos de España, quemando gasolina y circulando con más pena que gloria, sorprendiendo a algunos, espantando a otros pocos y pasando desapercibido para al resto de mortales, esos que caminan cabizbajos sin mirar más que a su móvil. Pero seguro que esta opción no la contemplaba esta entidad de “utilidad pública” que promueve “buenos valores” y que no da puntada sin hilo.

Porque el nombre HazteOír no es una denominación escogida al azar. Esta organización tiene muy claros sus principios, sus objetivos y sus estrategias para precisamente hacerse oír, darle notoriedad a sus actos y difusión a sus mensajes. Así que imagino que no les habrá sorprendido el revuelo generado y estarán felicitándose por haber conseguido estar en el punto de mira mediático, salir en el telediario, ocupar espacio en la prensa, tener minutos de radio y ser ‘trending topic’. Todo ello completamente gratis, sin invertir uno solo de los numerosos euros que recauda de socios y donantes, ciudadanos que simpatizan con sus ideas costumbristas y comparten con esta entidad ‘valores’ como la defensa de la vida, la familia y la libertad religiosa; traducido al lenguaje coloquial, están contra el aborto, el matrimonio que no sea el tradicional y las orientaciones sexuales que no siguen los cánones que ellos consideran ‘normales’ y establecidos. 

Así que la jugada les ha salido redonda. Mucho más que la recogida de firmas previa que se encuentra en el germen de esta estrategia. Porque, para entender de qué va todo esto, hay que remontarse a enero de este año. La Asociación de Familias de Menores Transexuales “Chrysallis Euskal Herria” empapeló marquesinas en Pamplona, Bilbao, San Sebastián y Vitoria con un cartel publicitario con el lema “Hay niñas con pene y niños con vulva” y en el que se veían dibujos precisamente de críos sonrientes y desnudos mostrando sus atributos, que en unos casos eran 'los correctos' y en otros estaban 'invertidos' -permítaseme ambas expresiones-. El objetivo de la campaña, financiada por un mecenas anónimo, era concienciar sobre la transexualidad infantil y ayudar a que los pequeños en esa situación se sintieran representados. Hazte Oír se agarró un cabreo monumental al ver la campaña y la denunció al considerar que fomentaba la corrupción de menores. Así que crearon una recogida de firmas por internet con el objetivo de llegar a 10.000 apoyos y remitir la queja al Fiscal de Menores del País Vasco. No llegaron a su objetivo. A fecha de hoy solo han conseguido 9.882 firmas. La campaña de Chrysallis estuvo operativa los cinco días contratados y, por supuesto, nadie entró a investigar ningún supuesto delito de nada. A diferencia de HazteOír, cuya campaña paralela, de entrada, incumple ordenanzas municipales y, lo que es peor, podría ser constitutiva de un delito de incitación al odio. A veces a los que se les llena la boca defendiendo los buenos valores se les olvida empezar por cumplir las leyes y respetar al prójimo.

Iba a ilustrar esta entrada con una imagen del bus de la discordia, pero sería ayudarles a seguir oxigenando esta campaña y sin pasar por caja. Así que prefiero recurrir a esta otra, que en el fondo representa lo que somos, simples peones, seres humanos, independientemente de si tenemos vulva o pene.


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