Blog personal de Ángela Beato. Escribo lo que siento. Digo lo que pienso. Procura no tomarme demasiado en serio.

martes, 19 de diciembre de 2017

Contra el coaching motivador, realismo sucio

Siento que lo que voy a decir va en contra de la corriente imperante. Podríais considerarla una postura políticamente incorrecta, aunque yo la veo más como una verdad incómoda. En todo caso, antes de su lectura resulta indispensable inyectarse un poco de sentido del humor para asimilarla sin dramas.

Tras meses de análisis y experimentación he llegado a la conclusión de que frente a esa moda del coaching motivador que pregona lo de ‘si quieres, puedes’, debo reivindicar la vida real. Y la realidad es que el lema de Adidas –Impossible is nothing- es puro merchandishing. Siento deciros que no todo es posible. No siempre se consiguen los sueños que uno persigue. No por desear muy fuerte algo se hace realidad y no necesariamente trabajar, esforzarse y ser brillante se traduce en alcanzar las metas que te habías propuesto. Así que, por favor, que dejen ya de crear frustración a quienes pierden toda su vida en seguir esos consejos, convencidos de que son verdad, y terminan llorando por las esquina porque nunca llegan a alcanzar ninguno de sus propósitos.

Adoro la danza desde que era una cría, pero sé que, por mucho que lo desee, nunca seré Maya Plisétskaya. Envidio a la gente que canta bien y sería un sueño hecho realidad soltar unos gorgoritos en un karaoke y dejar a todos con la boca abierta. Pero me conformo con desgañitarme con las canciones que suenan en la radio cuando voy conduciendo o no desentonar cada vez que hay un cumpleaños. Cuando veo a alguien dibujar pienso en lo que daría por tener yo ese talento, pero el único retrato que alcanzo a pintar es el que sale de juntar un 6 y un 4. Lo mismo me pasa con la música. Ojalá supiera tocar el piano o la guitarra, pero voy que chuto con la pandereta y mi escueto repertorio con la flauta dulce. Hará poco más de seis meses comencé a correr. Me encantaría ser capaz de completar mañana un maratón, pero mi límite en estos momentos son los cinco kilómetros. Pasada esa distancia mi cuerpo y mi cabeza me piden que me detenga. Quizá con un severo entrenamiento –y sesiones de electroshock- podría llegar, como mucho, a los diez kilómetros y, por supuesto, no sería ni mañana ni el año que viene. Tampoco me vale que me digáis que si hubiera recibido clases desde mi más tierna infancia, hoy podría bailar, cantar, pintar o tocar cualquier instrumento, porque estoy convencida de que en la mayoría de estas disciplinas el talento no se aprende, se despierta. Es obvio que no vivo esta realidad como un trauma, sino como algo que no está hecho para mí, os pongáis como os pongáis los ‘pro-coaching’.


En este punto creo que nos convendría mejor saber asumir el fracaso y dejar de demonizarlo. Tampoco es tan malo fracasar. Lo sé de primera mano. Incluso desfallecer si es necesario. Aprender a caer y, lo que es más interesante, aprender a levantarse y armarse de valor y ganas para seguir intentándolo, aunque vuelvas a fallar mil veces. En muchas ocasiones lo interesante -el aprendizaje- está en el camino, en el proceso de intentarlo, no en el éxito en sí. Y, por supuesto, una segunda premisa sería fijarnos metas realistas, pequeños logros, de esos que sabes que, a poco que pongas de tu parte, los alcanzarás. Así al menos, entre tanto fracaso, puedes irte anotando de vez en cuando un pequeño triunfo que dé lustre a tu amor propio.

En mis largas estancias en Linkedin, visita obligada para todo desempleado que se precie, de vez en cuando compartimos entradas en las que expresamos nuestro deseo de encontrar trabajo. La verdad es que yo lo hago menos de lo que debería, supongo que porque no quiero resultar pesada. El caso es que la mayoría de las respuestas que reciben esas publicaciones son frases típicas y tópicas para animar al pobre parado: ‘No te vengas abajo’, ‘Tú puedes’, ‘Seguro que pronto encuentras algo’, ‘Tú vales mucho’, ‘No dejes de intentarlo’, ‘El que la sigue la consigue’..., cuando lo que de verdad pretendes con esa confesión no son frases motivadoras, sino que te digan que van a mover tu currículum por sus círculos, que en determinada empresa o sector andan buscando gente de tu perfil, o simplemente que toman nota y estarán pendientes de cualquier oportunidad que surja.

Digo todo esto porque si algo he aprendido en mis 25 años de experiencia profesional, incluidos los últimos meses de búsqueda, es que muchas de las cosas que nos suceden en todos los ámbitos, incluido el laboral, no dependen de que nos sintamos más o menos motivados, sino que están sujetas a variables que escapan de nuestro control. La única responsabilidad que verdaderamente tenemos, a parte de poner esfuerzo y empeño personal, es la de escoger libremente, con mayor o menor fortuna, los caminos que tomamos.  Pero os aseguro que si ‘impossible was nothing’, si nada fuera imposible, si siempre pudiéramos lograr nuestros objetivos, la tasa de paro sería 0.

Después de todo esto, si seguís decididos a poneros como motos con sesiones de coaching en vena y a luchar por conseguir llegar a lo más alto, estáis en vuestro derecho, no voy a cuestionaros. Todo lo contrario. Incluso os voy a ayudar a que lo consigáis sugiriéndoos que leáis esta guía práctica que compartía un usuario de Linkedin. No es exactamente coaching, pero os permitirá triunfar en la vida. Eso sí, el peaje que habréis de pagar es ser unos gilipollas. Vosotros elegís. 
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