Blog personal de Ángela Beato. Escribo lo que siento. Digo lo que pienso. Procura no tomarme demasiado en serio.

miércoles, 30 de noviembre de 2016

Ese proceso 'bio' y 'lógico' que se llama madurar

He leído en un reportaje que en Silicon Valley algunos trabajadores entrados en años se someten a tratamientos y cirugías para no desentonar con los jovenzuelos que pueblan la meca de internet y las startups, no vaya a ser que les confundan con sus abuelos y no les tomen en serio. Incluso los propios jóvenes, cuando detectan algún cambio físico que pueda hacerles parecer menos púberes, lo atajan de raíz. Es decir, para una alopecia incipiente lo más recomendado es un injerto.

Hace algunas fechas María Jiménez se convertía en noticia al reaparecer en un acto público tras dos años sin pisar un photocall. En realidad la noticia no era que la cantante se dejaba ver después de un largo silencio, sino con qué aspecto reaparecía. Su físico fue la comidilla de todo el personal y, como es habitual, los crueles cronistas de sociedad sacaron a pasear sus lenguas viperinas. Para entender a qué me estoy refiriendo, solo hay que teclear en un buscador de internet el nombre de María Jiménez y ver lo que aparece:

Como veis, no se andan con eufemismos. El de “la sorprendente e indescriptible metamorfosis” es el que más me ha llegado al alma. Ninguno se atrevió a titular 'María Jiménez recuperada tras luchar contra un cáncer de mama'.

Un episodio similar vivimos días antes con Tamara Falcó que asistía a un acto social con kilos de más. Por lo visto un problema de tiroides le había hecho coger peso, una circunstancia que debe estar reñida con la 'clase alta' a tenor de la cantidad de tinta e imágenes que generó su nuevo aspecto. Se ve que un personaje popular y adinerado no puede estar gordo. Mejor dicho, una treintañera famosa con dinero y que ha lucido siempre una figura envidiable, no puede caer en algo tan mundano y proletario como es inflarse, tener celulitis y lucir papada. Eso sí, cuando ocurre, las mundanas y proletarias se consuelan. Mal de muchas…


La puñetera dictadura de la imagen sigue vigente. Parece que solo tuvieran derecho a existir los ángeles de Victoria SecretQue tu cuerpo refleje que eres humano parece peor que un sacrilegio. Que se te note que has vivido más años que otros, te resta galones en lugar de hacerte ganar enteros. Que te derroten los nervios o el cansancio es un síntoma de debilidad que no te puedes permitir. A esos extremos llegamos. Así que al final tanta estupidez y superficialidad genera inseguridades hasta en quienes rozan la perfección. Y no hay peor juez que uno mismo.

En mi caso, de un tiempo a esta parte, cuando me miro al espejo descubro claramente el implacable paso del tiempo. El otro día, mi hija me hizo saber que me notaba la piel del rostro 'como descolgada'. No hay que observarme con minuciosidad para adivinar mi edad, de hecho cada vez se aproximan más la que aparento y la real. En ocasiones no puedo evitar lamentarme de no haber nutrido más mi cutis, cuidado más mi alimentación o renunciado a ciertos excesos fatales para la piel. Todo por retrasar lo inevitable, ese proceso natural que experimentamos todos los que afortunadamente estamos vivos. Ese proceso 'bio' y 'lógico' que se llama envejecer. O si lo preferís, madurar. Aunque solo sea por fuera.

lunes, 28 de noviembre de 2016

Un boicot, lo que le faltaba al cine español

Supongo que ya sabréis que se ha montado una especie de boicot en las redes sociales contra ‘La reina de España’, la última película de Fernando Trueba. Y todo porque un día se le ocurrió opinar en voz alta y un sector de la población española no encajó bien lo que oía. En concreto, cierta parte de los ciudadanos a los que les 'duele' profundamente este país. Cuando Trueba recogía el Premio Nacional de Cinematografía el año pasado, en un discurso cargado de ironía que bien podían haber escrito a cuatro manos sus admirados Azcona y Wilder, mencionó que no se había sentido español ni cinco minutos. A algunos se les abrieron las carnes. Tal revuelo se montó que lleva un año explicando que lo que quería decir es que no le gustan los nacionalismos, pero es inútil. Qué triste hablar el mismo idioma y no entenderse.

Trueba no ha matado a nadie, ni robado, ni injuriado, ni cometido ningún delito recogido en la legislación de este país. Pero su 'desfachatez' le convirtió ipso facto en ‘antiespañol’. Técnicamente no sentirse ‘algo’ no implica que seas anti ‘algo’. Pero en España con el sentimiento patriótico no se juega ni se bromea -que eso fue lo que alegó el realizador, que faltaba sentido del humor-, así que desde aquel día se la tenían jurada, y el hecho de haber titulado la película ‘La reina de España’ ha venido a tocar más los testículos a los que ya estaban calentitos. 

Los que enarbolan la bandera roja y gualda del boicot contra la última película de Trueba le reprochan también que el realizador se beneficie de las subvenciones estatales al cine español. Deberían entender que ante el vicio de pedir está la virtud de no dar. Y si el Estado ofrece ayudas económicas para impulsar las producciones nacionales y la suya cumple todos los requisitos, quienes manejan los dineros para levantar el rodaje están en su derecho de pedirlas y disfrutarlas, como cualquier hijo de vecino, y la Administración tiene la obligación de decidir si las concede o las rechaza.

El estreno de la película este fin de semana no ha sido de relumbrón, pero no me aventuraría a establecer qué porcentaje de culpa tiene en esta discreta taquilla el famoso boicot y qué porcentaje la inexplicable tendencia de los españoles a preferir pagar una entrada de cine para ver superproducciones norteamericanas y esperar a que echen las nacionales por la tele, como si fuera cacería menor. El cine español no está para perder espectadores y, por supuesto, no necesita que nadie le haga campañas en contra. Ya por defecto el público que consume películas para entretenerse en su tiempo de ocio suele desplegar un cordón sanitario tejido a base de prejuicios alrededor de las producciones de aquí. Y esa tendencia no es fácil de invertir. Si hiciéramos una encuesta entre los espectadores para que nombraran diez directores españoles del momento, apuesto a que encontrarían serios problemas para completar la lista. En cambio, estoy segura de que al preguntarles por qué no ven más cine español escupirían tópicos trasnochados e irreales como que en España no rodamos más que películas sobre la guerra civil. Pues bien, salvo ‘Gernika’, que recrea por primera vez este episodio histórico enmarcado en la contienda, no encuentro entre el resto de títulos estrenados este año ninguno con esas reminiscencias. Judgad vosotros mismos. También resulta muy revelador que, por lo general, quienes más reniegan del cine español, los que critican su poca calidad y vituperan a los directores, son los mismos que ahora zarandean a Trueba en las redes sociales. De modo que, aunque el director se hubiera declarado públicamente 'muy español y mucho español', sospecho que los del boicot tampoco habrían ido a ver su película.

En fin. Que cada uno se gaste los casi diez euros que cuesta el cine en ver lo que le dé la gana, pero fijándose en la historia y no en su bandera. Que cada uno recomiende a sus amigos las películas que quiera, pero una vez vistas y testada su calidad o su capacidad para llegar al corazón. Me violentan las presiones que responden a motivos ideológicos y evito secundar ningún boicot. Prefiero decidir por mí misma y equivocarme. Lo siento, pero no veo la peligrosidad en las palabras de Trueba, su talante no despierta ninguna animadversión en mí y tanto en su obra como en sus entrevistas reconozco a un hombre ingenioso, culto y cabal.

Una última reflexión para terminar: soy de las que pienso que Fernando Trueba hace más por este país rodando una película que llevará por el mundo el nombre de España -además de generar empleo en el sector y aumentar nuestro patrimonio cultural-, que verbalizando más o menos alto, con más o menos acierto, con más o menos gracia, si se siente más o menos español.

jueves, 24 de noviembre de 2016

El mundo cruel que deja Rita Barberá

Rita Barberá ha dejado este mundo cruel. En su tránsito al otro barrio se lleva 24 años como alcaldesa de Valencia, cinco mayorías absolutas y 40 años de servicio a un partido que terminó mostrándole la puerta de salida y empujándola a desalojarlo.

Si ha servido para algo la inesperada muerte de esta mujer es para volver a poner a cada uno en su sitio, descubrir qué esconde cada cabeza, confirmar que el principio de presunción de inocencia no existe y evidenciar que el concepto de empatía no terminamos de controlarlo.

En este mundo que abandona, falta elegancia, catadura moral, educación y sentido del ridículo. Y sobra demagogia, soberbia, ganas de epatar y mucha crueldad. No hay más que ver algunos de los memes y comentarios de dudoso gusto que se están compartiendo en redes sociales desde el minuto después de confirmarse su muerte. Si este es el nivel cuando hablamos de una persona fallecida, a quien -se supone- el decoro impide maltratar por no agravar más su mala suerte, imaginad las cotas que se han alcanzado con esta mujer en vida, sobre todo en sus últimos años.

Tanto me violentan quienes le niegan un minuto de silencio respetuoso a un muerto –lo marque o no el protocolo del lugar- como quienes, al conocer el hecho luctuoso, descargan su ansiedad y sentimiento de culpa disparando hacia el lugar equivocado. Ni ha habido cacería de los medios contra Barberá ni la han matado las informaciones que se han publicado sobre el proceso judicial en el que estaba inmersa. Más duro se me antoja vivir siendo víctima de bromas generalizadas a cuenta del famoso caloret, o de la cabezadita grabada por la cámara indiscreta de una senadora más despierta que ella, unas mofas amplificadas por obra y gracia de las redes sociales y su contagiosa viralidad.

Tampoco parece plato de gusto recibir abucheos donde antes la aplaudían y tener que escuchar gritos de borracha, corrupta y choriza a la salida del Supremo. Lo cierto es que ni Ritaleaks, ni Gürtel, ni Noos, ni Fitur, ni Emarsa, ni Imelsa… lograron salpicar directamente a Rita o señalarla como autora de ninguna ilegalidad, y solo al final de sus días la pieza separada del Caso Taula, que investigaba una presunta financiación ilegal del partido en Valencia, fue la que la puso frente al juez hace dos días.

Así que, seamos justos; Rita Barberá sería lo que fuera, resultaría más o menos simpática, parecería más o menos sospechosa, pero de la acusación de blanqueo de capitales –el famoso pitufeo-, la única causa en la que había comparecido a declarar ante el juez, a petición propia, en calidad de investigada, se ha muerto siendo presunta, es decir, inocente. Le pese a quien le pese. 



viernes, 18 de noviembre de 2016

Saturada de retos

Se llama Mannequin Challenge, o lo que es lo mismo, el desafío del maniquí. Consiste en posar con varios amigos como si estuvierais congelados y que alguien lo grabe y lo suba a internet. Este reto ha multiplicado su viralidad al ser interpretado por Ronaldo y sus compañeros de la selección portuguesa.

   

Lo último y más surrealista en relación con este reto es que La Guardia Civil, más concretamente sus Grupos de Acción Rápida (que tiene guasa) se han subido al carro y han retado a la Policía Nacional a que les imiten.

 

¡Pero qué co... nos está pasando! ¿Nos hemos vuelto locos? Una cosa es reírle las gracias a un zumbado ocioso que se inventa una gilipollez y la sube a Youtube (e inexplicablemente se hace viral) y otra es que la Benemérita le siga la corriente pensando que así, pareciendo un cuerpo de seguridad ‘súper enrollado’, va a ganar amigos y reputación digital. Que lo mismo es así, viendo el nivel... Pero prueba tú a vacilarle con la tontería esta al próximo agente que te encuentres, intenta hacerle el maniquí cuando vaya a ponerte una multa por sobrepasar la velocidad permitida, ya verás qué risa. 

Antes fue el reto de la botella, hacer girar en el aire una botella de plástico con algo de líquido y conseguir que caiga sobre su base. Por supuesto, todo el procedimiento convenientemente grabado. A esto tengo enganchado a mi hijo.


Y antes de eso el reto del condón lleno de agua que te tiran encima de la cabeza. O el del condón que sorbes por la nariz y tienes que expulsar por la boca. Y el de la cucharada de canela que te comes y luego pasa lo que pasa Y mucho antes el cubo de hielo o agua fría que se tiraron todos lo famosos del mundo para solidarizarse con los enfermos de ELA. Este desafío al menos tenía cierto sentido. Pero el resto, estos que he mencionado y muchos otros más, no tienen ni pies ni cabeza. 

Qué lleva a alguien a inventar chorradas así y, lo que es peor, cómo logran que la gente les siga el rollo. Por qué no se inventa nadie un reto para descubrir la cura contra el cáncer, o la solución para reducir la tasa de paro, o la fórmula para frenar el calentamiento global… Por qué no surgen retos más prácticos. El reto, por ejemplo, de circular bien por una rotonda, o respetar un paso de peatones; el reto, quizá, de no hablar a gritos en un restaurante o espacio público; o el de tirar la basura a las papeleras y no al suelo; podría ser, por la salud general, el reto de abstenerse de subir tanto contenido inútil a la red. 

Y una última pregunta reflexiva: por qué todo el mundo quiere ser gracioso y hacer reír a los demás… cuando muchas veces no tiene ni pizca de gracia. 

Este es mi reto: tratar de no sulfurarme más con tanta idiotez.

jueves, 17 de noviembre de 2016

¿Y si dejamos en paz a la RAE?

Esta semana nos sorprendían algunos famosos, particularmente mujeres, compartiendo en sus redes sociales vídeos en los que reivindicaban una nueva acepción para la palabra madre en el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua. Sara Carbonero fue una de ellas. Me chocó que hubiera salido espontáneamente de la periodista/celebrity esa iniciativa y rápidamente la asocié a algún tipo de campaña. No que equivocaba. La firma Puleva está detrás de esta reivindicación. No sé si esta acción podría calificarse en el argot como branded content, brand journalism, marketing de contenidos o storytelling… El caso es que la marca de lácteos ha captado a rostros conocidos y les ha hecho cómplices en el objetivo de arrastrar al populacho en pos de reclamación tan tierna. El hashtag que han puesto en circulación es #UnaMadreEs y con él invitan a los usuarios de redes sociales a compartirlo, sugerir otras definiciones alternativas a la oficial mucho más dignas y a la altura de lo que significa una madre y firmar para que ese texto cambie. Recordemos que la RAE define a la madre como "Mujer o animal hembra que ha parido a otro ser de su misma especie". Pero es que la definición de padre es “Varón o animal macho que ha engendrado a otro ser de su misma especie”, así que supongo que después de esta campaña vendrá la solidaria con papi… o no.

Partiendo de la base de que este movimiento forma parte de la propia imagen de marca de la empresa láctea, para que hablen de ella asociándola a un propósito tan sentimental, me temo que la RAE les va a decir que ‘verdes las han segado’. Si cuando los gitanos pidieron que se les borrara de su definición como colectivo lo de ‘trapacero’ (por mucho que figure la coletilla 'despectivo') no consiguieron nada, y era mucho más cruel, espero que ahora la Academia de la lengua haga lo propio, es decir, nada. Entre otras cosas porque hay que partir de la base de que un diccionario recoge términos y acepciones que se pretenden asépticas e ilustrativas de todas las palabras de un idioma, para que los que lo emplean busquen y encuentren en él la definición de cualquier vocablo que no conozcan. ¿Cuántas veces habéis tenido que buscar vosotros la palabra madre en el diccionario? Ninguna, estoy segura. Y si no hubiera sido por Puleva no habríais llegado a saber cuál era la definición que aparece de esta palabra en el diccionario. La palabra madre es una de las primeras que aprende el ser humano a lo largo de su vida y no necesita leer en ningún manual cuál es su significado, ya lo conoce de sobra. Uno recurre al diccionario para saber qué significa, por ejemplo, zangolotear, sicofanta o abuhado.

Sin embargo hay otras palabras, como por ejemplo amor... 


...que por mucho que se esfuerce la Academia en hacer una estricta concreción de un sentimiento tan abstracto, resulta mucho más agradable –doy fe- entender su significado viviéndolo que leyéndolo en un registro de la RAE. 

En fin, que madre no hay más que una, sin necesidad de buscarla en el diccionario. De modo que, ¿y si dejamos en paz a la RAE?