Blog personal de Ángela Beato. Escribo lo que siento. Digo lo que pienso. Procura no tomarme demasiado en serio.

sábado, 5 de mayo de 2018

Conceptos básicos sobre ETA que conviene no olvidar

El primer atentado de ETA que se quedó grabado en mi memoria fue el que perpetró la banda terrorista contra la Dirección General de la Guardia Civil de Guzmán el Bueno. Por aquel entonces acababa de trasladarme a Madrid para estudiar Periodismo. Me alojaba en una residencia para chicas cerca de Princesa. Mi vida consistía en ir de la Ciudad Universitaria a la residencia y de la residencia a la Ciudad Universitaria, con alguna escapada a los bajos de Moncloa o los bares de la zona de Alonso Martínez.

Me pareció escuchar el estallido al filo de la medianoche, mientras estudiaba. Encendí la radio y a los pocos minutos las noticias confirmaron el desastre. Por la mañana no pude evitar acercarme hasta allí. Me impresionó ver el boquete provocado por la furgoneta-bomba en la fachada del edificio, los cristales de las ventanas hechos añicos por toda la zona, el despliegue de seguridad, los muchos curiosos que como yo miraban embobados aquel escenario tan desolador. No podía quitarme de la cabeza a las dos víctimas inocentes. En realidad todas las personas asesinadas por ETA eran inocentes, aunque las de esa noche tenían la peculiaridad de no pertenecer a ningún cuerpo de seguridad, ni residir en una zona militarizada, ni tener más papeletas que el resto para terminar en el punto de mira de unos desalmados. Es este caso no había bonus de peligrosidad. Las víctimas de ese atentado simplemente pasaban por allí.

Uno tenía dos años y medio, se llamaba Luis y viajaba en un coche con sus padres de vuelta a casa. La mala suerte quiso que la trampa mortal estallara a su paso con más de 60 kilos de amonal y 40 de tornillería, un impacto letal para un cuerpecito tan pequeño y frágil. Sus padres también sufrieron heridas muy graves. De hecho, su madre, embarazada de cuatro meses, estuvo un tiempo en coma. Consiguieron recuperarse medianamente, sobrevivir, pero ya nada fue igual. El otro fallecido se llamaba Jaime, tenía 38 años, estaba soltero, trabajaba en TVE, le gustaba el fútbol y con el dinero que había ganado en la lotería iba a comprarse un piso para independizarse. Aquella noche volvía conduciendo a casa de sus padres. Nunca llegó. Un amigo que era técnico de la COPE se temió lo peor cuando llegó a la zona a trabajar y vio que uno de los coches afectados tenía una matrícula que le resultaba familiar. El balón que había en el maletero, el que siempre llevaba su amigo por si había que echar un partidillo, confirmaba el peor de los presagios.


Ahora que la banda terrorista ha decidido comunicar su disolución y, para asegurarse un final honroso, montar todo un teatrillo que sobra y ofende, yo solo puedo pensar en esas dos víctimas inocentes y en el resto de asesinados hasta llegar a las 853 vidas arrebatadas. Pensaba que la solución estaba en la disolución, que sentiría euforia cuando llegara este día, pero solo siento indiferencia. Debe ser porque siempre he vivido en un país acosado por una banda terrorista; cuando yo nací ETA comenzaba a utilizar la sangre como estrategia de intimidación, así que no he conocido otra cosa. Cuando nacieron mis hijos, el grupo armado todavía seguía hablando el lenguaje de las balas, pero ya vivía sus últimos coletazos. De hecho ellos están más familiarizados con el terrorismo yihadista que con el etarra. Pertenecen a una generación que se libró de los años duros de ETA y no son conscientes de la magnitud del drama y el horror que provocaron. Por eso deberíamos hacer como en las tribus ancestrales donde las historias se transmitían de generación en generación y pervivían gracias a la tradición oral. Por respeto a las víctimas y por responsabilidad con nuestros hijos, tenemos que pasar página, sí, pero no arrancarla. Mirar al futuro sin olvidar el pasado. Contarles lo ocurrido para que el paso del tiempo y la retórica propagandística de ‘los malos’ no borren de un plumazo la realidad. Sé que lo más efectivo con ellos es un vídeo, una infografía o una canción de trap, pero mientras le doy una vuelta al formato, aquí voy ensayando con algunos conceptos básicos sobre ETA para dummies:

-ETA son las siglas de Euskadi Ta Askatasuna, que quiere decir en euskera País Vasco y Libertad. Este grupo patriota, nacionalista y revolucionario aspiraba a que Euskadi fuera un estado independiente y para ello optaron por emplear estrategias tan finas como el asesinato, el secuestro, el chantaje y la extorsión.

-Para ETA el enemigo era todo aquel que no compartiera sus principios o que representara al Estado opresor. Así que puso a tiro en su diana a policías, guardias civiles, políticos de la contra, funcionarios de prisiones, empresarios poco afines o periodistas. Ser pariente de cualquiera de estos también otorgaba un bonus de peligrosidad.

-Los métodos para sembrar el terror eran variados: desde el tiro en la nuca hasta la bomba lapa en los bajos del automóvil de su objetivo, pasando por el coche-bomba cargado de amonal y metralla, con temporizador o accionado a distancia. Disponían de una red de soplones que vigilaban a las víctimas e informaban sobre sus movimientos al asesino. Aunque donde ponían la mirilla, ponían la bala, resultaba inevitable que muchas veces hubiera daños colaterales, víctimas civiles que solo cometieron el error de estar en el momento y lugar equivocados.  

-La banda nunca se ha arrepentido de sus crímenes ni ha pedido perdón. Hace poco, antes de su disolución, sí se han dignado a lamentar las víctimas inocentes, lo que no incluye, por ejemplo, a los hijos de los ‘enemigos’.

-Sus 60 años de actividad no les han servido para nada. No han conseguido sus propósitos. Solo causar dolor, enfrentamiento, odio y división. El libro 'Patria', de Fernando Aramburu es ejemplo gráfico del odio que han sido capaces de sembrar. Aunque parezca que ahora se retiran y nos perdonan la vida, no penséis que han ganado, más bien todo lo contrario. Han sido derrotados por las fuerzas de seguridad, la Justicia y el Estado de Derecho.

-ETA es una pandilla de fanáticos demodé. Una organización enferma desde sus inicios y en fase terminal desde que anunció el cese de su actividad armada en 2011. Pistoleros analógicos del siglo XX a los que les sentó fatal el cambio del milenio y que quieren disolverse porque ya no tienen guerreros, ni infraestructuras, ni fondos. Porque la Euskadi libre que propugnaban es ya más libre y más rica que cualquier otra zona del país -concierto vasco mediante- sin necesidad de excisión o revolución ninguna.

De modo que si quieren disolverse, que se disuelvan. Pero, para esa reconciliación que piden, falta algo más:

-Que se entreguen todos los huídos.
-Que confiesen para esclarecer los cientos de casos sin resolver.
-Que se les juzgue por los crímenes cometidos.
-Que pidan perdón.
-Que cumplan las penas que se merecen.

Después de todo esto, quizá los que por su culpa han sufrido un infierno en vida, logren perdonar y vivir en paz. Y para ello, insisto, es imprescindible que nadie retoque la realidad ni la reescriba. Que seamos capaces de explicar lo vivido clara y objetivamente a quienes no saben lo que es ETA ni cómo se las gastaba. Todo sin utilizar expresiones que pervierten el lenguaje y la historia. Ni conflicto armado ni lucha. Años de plomo que padecimos todos, los que aprendieron a vivir señalados y con miedo, y los que nos acostumbramos a los sobresaltos y las vilezas abriendo el telediario a la hora de comer. Lo único que ha existido durante 60 años ha sido la dictadura del terror de un puñado de asesinos incapaces de defender sus ideas sin apretar un gatillo. Una dictadura que en los últimos tiempos agonizaba, de la que ya casi nadie se acordaba y que definitivamente se ha apagado.

sábado, 28 de abril de 2018

Analfabetismo sexual

El instituto en el que estudian mis hijos nos manda una circular informando sobre unos talleres de sexualidad que se van a impartir este próximo mes de mayo. El mensaje añade que si no queremos que los niños asistan, se lo comuniquemos al tutor. No entiendo qué motivos podrían tener unos padres para privar a sus hijos de formarse en ese aspecto, pero cuando se menciona esa opción debe ser porque se han dado casos de quejas por instruir a los chavales sobre sexo. En pleno siglo XXI, con el panorama que tenemos, sorprende que todavía haya padres temerosos e incómodos con la idea de que sus hijos de 13 años puedan aprender algo tan primordial. Lo más triste es que probablemente sus hijos ya hayan visto porno por internet. Ese es el verdadero problema. En vez de recibir la información de manera controlada, de una fuente de confianza, en un ambiente adecuado, esos críos dan por bueno lo que han visto en la pantalla de su smartphone. Piensan que ya saben todo lo que hay que saber sobre sexo y en realidad son unos analfabetos sexuales, al mismo nivel que aquellos a los que les tocó vivir en los tiempos en que no se hablaba de esas cosas.


Históricamente en este país hemos recibido una muy deficiente educación sexual y, aunque el sexo ya no es un tabú y se habla de ello con naturalidad, todavía ahora seguimos cojeando. Pensemos en los analfabetos sexuales adultos que las únicas instrucciones que han recibido a ese respecto son los primerísimos primeros planos de las películas X, un género que solo ha evolucionado rizando el rizo, elevando su dureza y el nivel de dificultad en posturas, variedades, accesorios…, pero donde el papel de la mujer sigue siendo tan pasivo como siempre. Los que han aprendido de sexo viendo esos peliculones no son conscientes de que el porno es mentira, es cine, ficción, es una especie de consolador para provocar la excitación del espectador, solo o acompañado, pero no un Pantone que establezca usos y costumbres amatorias.

No seré yo quien juzgue a nadie por tratar de emular a los maromos que ve en la pantalla, pero sí le recuerdo a quien decida jugar a este juego –y este es un principio básico de cualquier educación sexual- que para que jueguen y se diviertan dos (o tres, o cuatro…) debe ser de común acuerdo, con los cinco sentidos, y sin violentar, forzar o intimidar a nadie. Si esta última condición no se cumple, no es sexo, ni consentido, ni con sentido, es un atentado contra la libertad sexual, una agresión con todas las letras. Porque, que me perdonen los legisladores y los juristas, un abuso sexual, por muy pequeño que sea, para mí es una agresión. Que alguien, conocido o desconocido, te sobe una teta, te agarre el culo o te suelte una ordinariez echándote el aliento, yo lo considero ya una agresión. Así que entenderéis que para mí todo lo que sufrió la víctima de La Manada fue mucho más que un abuso sexual con prevalimiento, más que una agresión, fue un pedazo de violación múltiple como la copa de un pino.

Uno de los magistrados de la Audiencia de Navarra que juzgó este caso en primera instancia emitió un voto particular por el que pedía la absolución de los acusados. Para él no fue más que sexo en un ambiente de jolgorio. Me lo imagino visionando las grabaciones realizadas por La Manada y disfrutando de lo lindo. Ignoro si es o no asiduo consumidor de porno, pero lo que no cabe duda es que vio las imágenes con alma de crítico cinematográfico, poniendo especial interés en la interpretación femenina. “Innegable expresión relajada, sin asomo de rigidez o tensión”, lo que “impide sostener cualquier sentimiento de temor, asco, repugnancia, rechazo, negativa, desazón, incomodidad”. “Está claro que dolor usted no sintió”, llegó a comentarle a la víctima en el juicio. En cambio no veo por ninguna parte que interrogara a los acusados sobre esa fijación por meter sus penes, uno detrás de otro, en la boca a la chica, y penetrarla vaginal y analmente en varias ocasiones. Tampoco he oído en ninguna tertulia de actualidad si llegó a preguntarles sobre su nivel de gozo o si la escasa participación de la fémina en la fiesta les puso más o menos cachondos.

Desde mi punto de vista, y sin haber profundizado mucho más en el tema, magistrado y acusados comparten un supino analfabetismo sexual, aunque canalizado de distinta manera. Pensando en ellos y en todos los analfabetos sexuales,  voy a dar cinco claves para aprender a distinguir el jolgorio y regocijo sexual de lo que, según la sentencia, sucedió en aquellos Sanfermines:

-Para que lo de Pamplona hubiera sido un jolgorio sexual todos habrían acordado usar preservativo,  máxime si tenemos en cuenta que se acababan de conocer, en particular ella, por mucho que solo tuviera 18 años y un buen nivel de alcohol en sangre. Hay cosas con las que no se juega, y no me estoy pensando solo en un embarazo no deseado, sino en evitar el contagio de cualquier enfermedad de transmisión sexual. En este caso los penetradores no dieron opción. 

-Para que lo de Pamplona hubiera sido un jolgorio sexual, alguno de los cinco folladores tendría que haberse dignado a preguntarle a la fémina si disfrutaba, si le hacían daño, si tenía predilección por alguna postura en concreto, si quería probar otra cosa… Por si no lo sabíais, una buena parte de las mujeres somos lo que se llama clitoridianas, llegamos al orgasmo con la estimulación del clítoris. Y me parece a mí que allí nadie perdió el tiempo en esos menesteres, ni siquiera la interesada participó activamente en su propio placer. En general no le dieron mucha conversación, se limitaron a ensartarla por todos los orificios de su cuerpo. 

-Para que lo de Pamplona hubiera sido un jolgorio sexual, ella se habría atrevido a hacer comentarios picantes, con alguna frase estilo porno popular, del tipo "qué pedazo de rabo tienes", "dame más, dame más" o similar. En cambio los únicos sonidos que emite la víctima parecen ser gemidos de dolor.
  
-Para que lo de Pamplona hubiera sido un jolgorio sexual, todos los participantes habrían discutido sobre la idoneidad de grabar un vídeo de recuerdo con los mejores momentos de ese encuentro íntimo. Ocultárselo a una parte está muy feo, hasta el punto de que un jolgorio sexual puede concluir en el momento en que el inocente descubre la faena. En ese portal de Pamplona creo que nadie le consultó a la víctima si quería que la convirtieran en una estrella del cine porno amateur.

-Y por último, para que lo de Pamplona hubiera sido un jolgorio sexual, los participantes habrían intercambiado teléfonos al final de la sesión por si les apetecía repetir. Ya sabéis, lo de "Si alguna vez bajas por Sevilla…”, “Si alguna vez subís por Madrid…”. Eso sería lo más lógico. Siempre, claro está, que hubiera sido una experiencia sexual consentida, divertida y memorable. Algo que sospecho no tuvo nada que ver con lo que se vivió en aquel portal, al menos para la única mujer que había en esa melé.


Visto lo visto, ante la posibilidad de que legisladores y juristas no atinen con lo que las mujeres reclamamos a raíz de este caso, yo abogo por acabar con el analfabetismo sexual mediante un arma tremendamente efectiva, la educación sexual impartida desde la infancia y adolescencia. Para que los chicos/hombres entiendan que lo único que pedimos las chicas/mujeres es poder salir solas por la calle, llevar una minifalda o un escote, tomar unas copas de más si se tercia, llegar a casa después de anochecer, darle conversación a un desconocido, negarnos a hacer algo que nos incomoda o decidir cómo vivir nuestra sexualidad…, todo esto sin poner en riesgo nuestra integridad. Sin miedo a que en nuestro camino se cruce un tipo enfermo, incapaz de gestionar su apetito sexual, que confunda las señales y vea permiso donde solo hay amabilidad. Sin miedo a que nos asalte, que si nos resistimos, nos mate y que si nos dejamos hacer, se vaya de rositas porque parecía que estábamos gozando. ¿Es tanto pedir? Yo creo que no.

sábado, 21 de abril de 2018

"¿Pagar por publicar? No, gracias". La autoedición encubierta

El sapo que quería volar es el título de un cuento infantil que escribí hace algún tiempo y que he recuperado ahora animada por un amigo que está explotando activamente su talento como ilustrador. Como somos un poco inocentes y estamos algo locos los dos, nos hemos lanzado a la aventura de crear este librito para pequeñajos con la ilusión de que alguna editorial se atreva a publicarlo. Y aquí es donde empieza la fascinante historia que quiero contaros hoy.


Una vez seleccionado un puñado de editoriales especializadas en libros infantiles con cuyos productos no desentona nuestro cuento, les remitimos el material con el ruego de que nos indicaran si podían estar interesadas o no en incorporarlo a su catálogo. Sabemos que este mercado es complicado, que das una patada a una piedra y salen cientos de aspirantes a escritor, así que estábamos preparados para que no fuera un paseo. Nos dábamos unos meses de margen para recibir alguna respuesta, ya fuera negativa o positiva. Si durante ese tiempo nada ocurría, planeábamos volver a la carga con otros sellos del mismo sector. Así que cuando a los escasos quince días una de estas editoriales respondió al correo electrónico que le habíamos remitido, no podíamos creerlo. Una euforia contenida nos embargó al comenzar a leer el mensaje que decía:

“Tras la recepción de tu obra y tras la primera evaluación por parte de nuestro Dto. de Lecturas, y dado el posible potencial que vemos en ella y su adecuación a nuestra línea editorial, nos complace comunicarte que estaríamos interesados en publicarla dentro de nuestra colección XXXXXX para, posteriormente, promocionarla y distribuirla en nuestros canales (tradicionales y plataformas online)”.

Alguien ajeno a nuestro círculo vital se tomaba la molestia de echarle un vistazo a nuestro cuentito y parecía que le gustaba. ¡Qué subidón! El mensaje continuaba así:

Los contenidos y diseños de estas colecciones infantiles están especialmente creados para primeros lectores, ya que sus cuidadas ilustraciones, realizadas con técnicas diferentes, representan fielmente el texto de cada página, favoreciendo la iniciación a la lectura de los más pequeños. Disponibles en dos formatos: rústica y tapa dura”.

Vaya, consideraban nuestra obra al nivel de otros libros de su colección. Ya estaba viendo a nuestro pequeño en sus distintas versiones. Y distribuido por muchos colegios porque, como indicaba el mensaje, varios de los libros de estas colecciones han sido considerados como Material Curricular homologado por la Consejería de Educación de xxxx, en base a lo establecido en la Orden bla bla bla”.

En este punto la desconfiada que llevo dentro se puso tocapelotas y mi ego comenzó a desinflarse. No fue porque mencionaran que el texto necesitaba una corrección –es normal, lo hacemos con todos textos que nos llegan, hasta con los de autores de extensa trayectoria-; ni porque apuntaran que posiblemente podamos enriquecer tu obra con una serie de ideas complementarias y actividades que mejorarán el resultado final”. Tampoco porque nos adjudicaran ya colección, tapa dura, formato, páginas, etc… todo para que resulte un producto comercial lo más competitivo”, incluso el precio: 14,95 Euros (IVA incluido). No señor. El bajonazo llegó en el sexto párrafo del mail, cuando pasan a informarnos de las condiciones para llevar a cabo la publicación:

Eres un autor novel que nos ofrece una obra de calidad que se adecua a nuestra línea editorial y que transmite valores implícitos y, además, vemos en dicha obra el potencial comercial necesario para publicarla, apostando por ella, entre otras. Sin embargo, son muchos los manuscritos que nos llegan al mes con estas mismas características: autores sin trayectoria previa, pero con grandes ideas. Por lo que tenemos que volver a seleccionar, por falta de capacidad para asumirlas todas”.

Vale, ¿qué me están intentando decir, señores?, dije para mis adentros. No tuve más que seguir leyendo para encontrar la respuesta:

Por lo tanto, para dar viabilidad inmediata a tu proyecto, mostrando tú también tu confianza en tu obra y en que esta va a funcionar entre el público al que se dirige (comenzando por tu entorno cercano y tu ámbito local de influencia y abriendo, poco a poco, el camino a la distribución nacional), necesitamos que impulses el proyecto con una compra mínima de 200 ejemplares, con un descuento del 30 % del PVP, que te permitirá un beneficio tras su venta directa”.

¡Qué me estás contando! Me reservo los tacos con los que acompañé la exclamación. Pero entre que una tiene un punto masoquista y que me podía la curiosidad por saber hasta dónde serían capaces de llegar, mantuve el tipo y seguí leyendo impávida:

“Si te interesase comprar más libros por motivos propios (¡sin compromiso!) debes saber que los descuentos de autor sobre los mismos suben de forma progresiva, para que puedas lucrarte con tu compra de forma progresiva también (consultar cada caso)”.

¡Pero qué cachondos! Así que al final, resulta que si quiero que me publiquen esta obra que les ha parecido tan fantástica debo poner pasta. En concreto el presupuesto de la compra es: 14,95 Euros - 30 % x 200 ejemplares = 2.093 Euros (IVA incluido)”.

Para redondear la operación, el modo de proceder de esta editorial establece que el autor debe correr con el importe de los gastos por la corrección / adaptación que serán de 91,77 euros IVA, asumiendo el autor solo el 60% del precio: 55,06 euros IVA”. Digo yo que ya que tiene que pasar por caja para publicar, lo mismo al autor no le apetece que le retoquen su obra y mucho menos pagar por ello.

El memorable mensaje continúa informando que los simpáticos empresarios editoriales dan todo tipo de facilidades de pago, acomodándose a las sugerencias del autor. Incluso le ofrecen financiación externa a 12 meses sin intereses. Cuánta generosidad. Mirad:

“De esta publicación, de los libros que nosotros pongamos en distribución y venta online (no de los tuyos) recibirás, en concepto de derechos de autor, el 10 % del PVP (sin IVA) del libro”.

Es decir, que de los 200 cuentos que has tenido que comprarles y que puedes intentar vender entre los amigos, no te llevas derechos de autor. ¡Con un par! Entenderán que ya te han hecho descuento, así que para qué quieres más.

Voy a ahorraros el resto del texto. Supongo que es el que envían a los incautos soñadores que suelen mandar sus originales a las editoriales con la disparatada creencia de que podrían interesar a los editores y llegar a caer un día en las manos de los lectores. Solo os comentaré que insisten en la necesidad de que el autor se involucre activamente en la promoción de su libro y haga una presentación oficial donde aproveche para vender y promocionarlo, mientras la editorial se compromete a editar, gestionar y distribuir la obra.

No somos los primeros incautos ni seremos los últimos. Tampoco hay una única empresa que se dedica a pescar pezqueñines con las malas artes de la autoedición encubierta. Internet está lleno de testimonios. En resumen, que si para publicar con una editorial tenemos que pagarle, para eso mejor recurrir a cualquier plataforma de autopublicación que, al menos, va de cara y no te adula para conseguir tu dinero. Porque al final, lo peor de todo es que siempre te queda la duda sobre si realmente tu obra es de calidad o eso se lo dicen a todos.

viernes, 13 de abril de 2018

Feliz Día Internacional del Beso


El primer beso nunca se olvida. Me refiero al beso romántico. Más concretamente al morreo. Yo fui tardía. Tendría unos 17 años. Siempre había fantaseado con ese momento y quizá precisamente las altas expectativas que había ido creándome en torno a este asunto tuvieron la culpa de que me pareciera un asco. Recuerdo mi primer beso como una experiencia un pelín desagradable. Sentir una lengua ajena circulando descontrolada por mi boca fue un shock para mí. Así que, en vez de sentirme en el séptimo cielo o elevarme hasta la gloria, fui perfectamente consciente de cada segundo que pasaba y de mi deseo de que aquel intercambio de salivas terminara cuanto antes. Cerré los ojos, sí, pero por comprobar si no viendo la cara del galán me abstraía. Nada. Fue mi primer y último beso con el susodicho. Después cortamos. Afortunadamente vinieron otros labios, otras lenguas y otras bocas más apetecibles, con mayor destreza y mucho más agradables. Entonces sí, ya pude experimentar eso de las mariposas en la barriga, la nube, el deseo, la ceguera, la tontería…


Cada 13 de abril se celebra el Día Internacional del Beso. No es una fecha seria de esas que recoge Naciones Unidas en su calendario, sino una efeméride más popular que otra cosa. Surgió por una chorrada. Durante un certamen que premiaba el beso más largo, una pareja tailandesa batió su propio récord con un ósculo que duró 58 horas, 35 minutos y 58 segundos. Que me perdonen pero después del primer minuto, eso ya no es ni beso ni nada; es mantener juntos los labios y aguantar. De todo menos romántico. Imaginad estar más de dos días así, sin poder comer ni dormir ni lavaros los dientes… Me vienen a la mente dudas escatológicas que no voy a compartir. En fin, que a cuenta de esta idiotez, algunas ciudades del mundo empezaron a organizar concursos similares. Y así es cómo terminó estableciéndose esta fecha como el Día Internacional del Beso, para animar al personal a demostrarse su afecto mediante este gesto que no necesariamente tiene que darse de boca a boca ni es de uso exclusivo de las parejas de enamorados. También valen los besos en la mejilla, la mano o el pelo, de padres a hijos, de hijos a padres, entre amigos, incluso los besos de saludo cortés. Los expertos aseguran que los besos, cuando los das o te los dan voluntariamente -no valen los besos de Judas-, son capaces de despertar sorprendentes reacciones físicas y químicas en el organismo y constituyen el mejor antidepresivo. Con la que está cayendo, no sé cómo no pasamos todo el día fundiéndonos en besos.

Hoy es el típico día en el que, a falta de alguna parida más vistosa, los medios se hacen eco de este ‘Día de’ y aprovechan para recopilar obras de arte y fotografías de parejas enroscadas o lugares consagrados al beso. Aunque, ya que estamos, lo suyo es rendir tributo a esta fecha con una película. No he llorado tanto en el cine como con la escena final de CinemaParadiso en la que Totó, el niño protagonista, ya convertido en adulto, visiona una película que le dejó como regalo su amigo Alfredo, el viejo proyeccionista de cine: un montaje con escenas que había tenido que cortar obligado por la iglesia antes de su proyección y había ido guardando. Una sucesión de besos míticos de parejas cinematográficas que los censores de la época consideraron pecaminosos pero que vistos hoy son todo candor.



Espero que seáis de los que no desperdiciáis la oportunidad de demostrar vuestro cariño con besos, independientemente del calendario. Entonces no necesitáis ver este vídeo para motivaros. De lo contrario, si no es así, si os cuesta eso de parecer humanos, hoy tenéis la excusa perfecta para hacerlo sin que se resienta vuestra reputación.