Blog personal de Ángela Beato. Escribo lo que siento. Digo lo que pienso. Procura no tomarme demasiado en serio.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

¿Me informas o me vendes?

Debo ser muy antigua, pero sigo sin cogerle el punto a eso de mezclar información y publicidad (¡Qué voy a hacerle! A mí se me quedó grabado a fuego eso de "cuidar la antena"). Me chirría mucho en televisión, pero en radio me provoca directamente ardor estomacal. Hubo un tiempo en que los informativos y los programas de ambos medios, y por extensión sus profesionales, estaban separados por una marcada línea roja, y la publicidad se ubicaba sin discusión en el contenedor de entretenimiento. Hace un puñado de años la crisis, las nuevas tendencias o vaya usted a saber qué, borró de un plumazo esa diferenciación hasta el punto de que los anuncios empezaron a colarse en las noticias poniendo en peligro, a mi entender, el deber último del periodista y el sentido de ese tipo de espacios informativos, que es transmitir la actualidad de manera objetiva y sin interferencias. Desde el momento en que un profesional salta de contar una noticia a vender un producto sin solución de continuidad, pierde para mí toda la credibilidad. Lo explica perfectamente Justino Sinova en esta entrada de su blog y comparto de arriba abajo este planteamiento.

Imagino que las presiones del departamento comercial y de la gerencia del medio cuando tienen que cuadrar los números llegarán bien amplificadas al periodista de turno, que no tendrá más remedio que incluir ese contenido en su escaleta y aprender a vivir con ello, algunos muy dignamente haciendo de la necesidad, virtud.




No me cierro en banda a que los informativos también resulten rentables publicitariamente hablando, pero existen muchas otras fórmulas para no hacer pasar al presentador por el trago de tener que vender un colchón, un teléfono o unas patatas después de haber informado de una noticia luctuosa. Una de las fórmulas que menos me incomoda es el patrocinio y, por supuesto, siempre que sea posible, con una voz ajena, la de un profesional de la locución publicitaria, que hay muchos y muy buenos. Aquí tenéis un ejemplo.

Capítulo a parte merecen los espacios deportivos, donde parece que hay más permisividad, bien por la temática, bien por el tipo de audiencia a la que se dirigen, o simplemente por el carácter dicharachero de sus conductores. En ese caso, casi se agradece escuchar de vez en cuando alguna mención publicitaria, sobre todo en programas donde los anuncios son parte fundamental del espectáculo, como Tiempo de Juego.




No cabe duda que han creado escuela y esta práctica se ha convertido en recurso habitual para vender publicidad en todos los programas deportivos de la radio, los más rentables con diferencia de toda la parrilla. 



En televisión, para salvar la prohibición de incluir anuncios en espacios informativos, se ha optado por separar los deportes del telediario y crear un nuevo contenedor publicitario donde ya no importa si el presentador hace un juego de palabras para saltar de dar la crónica a cumplir con un anunciante, aunque a mí no me termina de convencer.




Lo del periodista convertido al 50% en figura de telediario y figura de anuncio, traspasando las fronteras de su propio medio, no es exclusivo de Matías Prats. Desde hace años la publicidad ha tentado y hecho caer en sus redes a más de uno. Entiendo que las marcas busquen mayor visibilidad a través de figuras familiares para el gran público y también respeto que estos iconos televisivos acepten unos trabajos que les reportan un extra económico -a nadie le amarga un dulce-, pero la decisión deviene en problema llega cuando te equivocas al elegir el producto del que vas a ser imagen. El error te acompañará como una sombra cada vez que dé comienzo tu informativo.

Para terminar, la Ley General de la Comunicación Audiovisual, que regula en nuestro país el derecho a emitir mensajes publicitarios, señala que los anuncios deben estar claramente diferenciados del contenido de los programas. Bien, pues periódicamente la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) tiene que sancionar a programas y cadenas por saltarse a la torera la normativa. La última vez, hace menos de un mes.



6 comentarios: