Blog personal de Ángela Beato. Escribo lo que siento. Digo lo que pienso. Procura no tomarme demasiado en serio.

miércoles, 1 de mayo de 2019

Gracias, de corazón


La noticia de que Iker Casillas ha sufrido un ataque al corazón me ha recordado que tenía un asunto pendiente que contaros y que, en parte, está relacionado con lo poco que me prodigo por aquí últimamente.

El viernes 12 de abril, Viernes de Dolores, para más señas, mi madre sufrió un infarto de miocardio. Llevaba unos días con molestias que nunca llegó a identificar como síntomas de un fallo cardíaco. Más bien le parecía estar padeciendo alguna patología digestiva. De modo que estuvo soportando con estoicismo casi una semana lo que ella consideraba una serie de episodios de ardor en la boca del estómago, que decidió combatir con manzanilla. Y es que erróneamente tendemos a pensar que el infarto es solo cosa de ellos, cuando, según el Instituto Nacional de Estadística, en realidad mueren más mujeres que hombres a causa de problemas cardiovasculares.

Ese mismo día, cuando mi madre se dirigía a ver la procesión unas horas antes del susto, se sintió algo fatigada y lo achacó al cansancio propio de la caminata.  Pero cuando ya estaba con sus amigos a la puerta de la iglesia de San Julián, en Toro, esperando que sacaran a ‘La Dolorosa’, fue más que consciente de que algo no iba bien. El dolor iba en aumento. Notaba una opresión en el tórax que la atravesaba el cuerpo hasta la espalda. Sentía como si algo la aplastara y le impidiera respirar con profundidad. Pensó que sentándose cesaría esa terrible sensación, pero no. Aquello iba en aumento y al insoportable dolor físico se sumó la vergüenza de estar llamando la atención y quitándole el protagonismo del momento a la virgen. Puede estar tranquila. Los medios de la zona no recogieron el incidente. Por no hablar del miedo, mejor dicho, el pavor que –supongo- la invadió al pensar si aquello sería el final. Afortunadamente hoy, todavía con algo de miedo en el cuerpo, puede contarlo gracias a la intervención de un montón de personas a las que quiero mencionar y agradecer públicamente su ayuda.



GRACIAS…

-Al médico y la enfermera que se encontraban entre el público congregado a las puertas de la iglesia y que, sin que nadie reclamara su presencia, no dudaron en acercarse a ella en cuanto notaron que se sentía mal. Con el simple gesto de tomarle el pulso en la muñeca, detectaron de inmediato la gravedad de su estado.

-A quien llamó a una ambulancia para dar el aviso de la emergencia.

-A la voluntaria de Cruz Roja que ofreció su coche y la trasladó cuando comprobaron que la ambulancia no podía llegar porque los accesos a la zona estaban cerrados a causa de la procesión.

-A los profesionales que estaban en urgencias del centro de salud, que en primer lugar aliviaron su terrible dolor y luego tramitaron rápidamente su traslado al Hospital Clínico Universitario de Valladolid para que le salvaran la vida en su excelente unidad de hemodinámica. Afortunadamente la 'España vaciada' cuenta con servicios sanitarios punteros, aunque estén a 70 kilómetros de distancia y tengas que encomendarte al cielo y a la buena gente para llegar vivo hasta allí.

-A los profesionales que la trasladaron en ambulancia desde Toro hasta Tordesillas.

-A los profesionales que les tomaron el relevo en Tordesillas y la trasladaron en otra ambulancia distinta, mejor equipada, desde allí hasta Valladolid.

-A los profesionales que la estaban esperando en el Hospital Clínico de Valladolid e inmediatamente le practicaron con éxito un cateterismo para implantarle dos stent que dilataran su arteria obstruida.

-A los profesionales de la UVI del centro sanitario que la cuidaron esas primeras horas cruciales posteriores a la intervención.

-A los profesionales de la ambulancia que la trasladaron una vez estabilizada al Hospital Virgen de la Concha de Zamora.

-A los profesionales de la UVI del Hospital de Zamora que la mimaron durante un día más.

-A los profesionales que, pasado el riesgo inicial, la atendieron en la habitación 2320 de la planta de Cardiología otros tres días hasta darle el alta de este centro hospitalario.

-A los que ofrecieron sus casas cerca de ambos hospitales, por si necesitábamos alojamiento. Cuando tienes un familiar ingresado lejos de casa, la logística es complicada.

-A todos los que llamaron por teléfono para interesarse por la salud de mi madre y nos transmitieron su más sincera preocupación.

-A sus amigos que la acompañaron desde el principio, en especial a Vicente y a su hija Carmen, que son como un tío y una hermana para mí, que se comportaron como una familia con ella y que no la abandonaron ni un momento en todo este trasiego, hasta que pudo ir llegando su otra familia a tomarles el relevo.

A todos, de CORAZÓN, muchísimas gracias.



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