Blog personal de Ángela Beato. Escribo lo que siento. Digo lo que pienso. Procura no tomarme demasiado en serio.

viernes, 9 de febrero de 2018

No se ofende quien no quiere

El periodista Carlos Herrera publicaba la pasada Navidad una imagen titulada ‘El Belén viviente’. Tomando como base una escena de la Natividad, habían incrustado su cara y las del resto de colaboradores en el lugar de los rostros de la Virgen María, San José y el resto de protagonistas del nacimiento de Jesús. El montaje fue acogido con regocijo por sus seguidores, supongo que también por los católicos, e incluso debió resultarle simpático a la Conferencia Episcopal, en vista de que no le puso de patitas en la calle ni le denunció ante los tribunales por delito de ofensa a los sentimientos religiosos. 


Unos meses antes, en la primavera del año pasado, un joven jienense de nombre Daniel Serrano, hizo algo parecido pero tomando como modelo una imagen del Jesús Despojado, de la Cofradía de la Amargura de Jaén. El fotomontaje le quedó más conseguido que el del equipo de Herrera, todo sea dicho, y  lo subió a su cuenta de Instagram con la frase: 'Sobran las palabras, la cara lo dice todo, Makiaveli soy tu dios'. Dice que se refería a un rapero y que en ningún caso pretendía hacer mofa ni herir los sentimientos religiosos de nadie. Pero a la Cofradía no le hizo gracia el asunto y le pidió en varias ocasiones que retirara la imagen. Se negó y terminaron denunciándolo en el juzgado. Esta semana salía la sentencia del juicio. El pobre diablo deberá pagar 480 euros por la ofensa y eso gracias a que se ha declarado culpable.

En el carnaval del año pasado el párroco de la localidad pontevedresa de Cuntis, Juan Carlos Martínez, se disfrazó del fundador de Playboy, Hugh Hefner, y desfiló por las calles del pueblo a bordo de un descapotable. Para dar mayor realismo al disfraz, aparecía flanqueado por otros dos hombres perfectamente ataviados de voluptuosas conejitas Playboy. La escena levantó mucha polvareda fuera de la localidad y el párroco verbenero se vio obligado a pedir perdón desde el púlpito. Y eso que sus feligreses no se habían tomado a mal la elección de disfraz del páter e incluso salieron en su defensa cuando las altas jerarquías eclesiásticas le llamaron al orden.

Ese mismo carnaval, pero a kilómetros de distancia de Galicia, en Las Palmas de Gran Canaria, Borja Casillas, de nombre artístico Drag Sethlas, ganó la gala Drag Queen del Carnaval con una fantasía titulada '¡Mi cielo! Yo no hago milagros, que sea lo que Dios quiera', en la que comenzaba vestido de Virgen María y terminaba de Cristo crucificado.


Mamarracho y Blasfema es lo más bonito que se dijo sobre él y sobre una actuación que fue trending topic y provocó opiniones encontradas en todos los ámbitos. Finalmente el obispo convocó una misa en desagravio y al artista le tocó sentarse ante un juez después de que se admitieran a trámite dos querellas acusándole de herir los sentimientos religiosos. El pasado mes de diciembre la causa fue archivada.

No sé por qué me ha dado por relacionar los cuatro casos. Quizá porque todos tienen algo en común: Ninguno buscaba ofender intencionadamente a nadie.

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