Blog personal de Ángela Beato. Escribo lo que siento. Digo lo que pienso. Procura no tomarme demasiado en serio.

domingo, 30 de enero de 2022

El festival que nadie quería

Ilusos. Pensabais que estaba en vuestra mano decidir la canción que representaría a España en el festival de Eurovisión. ¿Dónde se ha visto? El pueblo mandando sobre la tele pública que pagamos todos. ¡Venga, hombre!

Pero, tranquilos, no es culpa vuestra. Quien os ha engañado lo ha hecho muy bien, con una estrategia muy depurada. Os hizo creer que era posible y picasteis el anzuelo. Comenzó por inventarse el lema ‘El festival que quieres’ y lo tomasteis al pie de la letra. Para distraer la atención, permitió competir a una canción feminista sobre mamás y mamas y a todo un himno folk gallego que gritaba “no hay fronteras”. Montó dos semifinales y una final de un renacido Festival de Benidorm, os animó a gastaros la pasta votando por vuestros favoritos a través de teléfonos de pago y dejó que el entusiasmo popular hiciera el resto.

Pobres. Habéis sido arrastrados al espejismo de que, por primera vez, sin contar a Chiquilicuatre, RTVE podría apostar en Europa por algo nuevo, transgresor y con mensaje, y lo celebrasteis, porque la España actual es distinta y diversa, la conforman diferentes sensibilidades y ha evolucionado tanto como el propio festival de Eurovisión, aunque la televisión pública no haya reparado en ello. 

Desde el principio, dio la impresión de que la organización del Benidorm Fest tenía clara la canción que debía representarnos. No les culpo. Yo misma, en una primera escucha de las preseleccionadas, me fijé en la propuesta de Chanel. Más festivalera, imposible. Parecía la baza con más posibilidades de coronarse en Turín el 14 de mayo. Pero es cierto que ese tipo de show ya está muy trillado. Así que no deja de ser una opción pasada de moda, por mucho que utilice expresiones, ambientes y tópicos instalados en la banda sonora de nuestros días por culpa de hits latinos que triunfan entre el populacho.


No sé qué papel haremos en Eurovisión con SloMo, una canción cuyo título no alude a ningún embutido sino a la expresión 'cámara lenta' en inglés. Su intérprete, además de hacer gala de una impresionante preparación física para ser capaz de cantar a la vez que se menea más que una profesora de zumba, entona frases tan profundas como “siempre toy ready pa romper caderas, romper corazones” o “Apenas hago doom doom con mi boom boom y le tengo dando zoom zoom”. Mayor superficialidad, imposible. Quién va a querer enviar a Europa mayores profundidades, dirán los jefes de la tele pública. Aunque si rascas te quede el regusto amargo de estar trasladando el mensaje a nuestro entorno de que España no ha pasado de pantalla y sigue anclada en el estereotipo casposo de la mujer que vuelve loquitos a los “daddies”.

Creo que RTVE se ha equivocado. Y no me refiero tanto a la canción elegida como al engaño a un público que había recuperado el interés por este certamen gracias al formato y las canciones en liza. El jurado profesional, con un peso del 50% de la puntuación, no tenía ningún sentido en esta fase del proceso cuando ya se había hecho una criba previa de las casi 900 propuestas que respondieron a la convocatoria abierta en septiembre por RTVE. Ahí es donde, en todo caso, procedía su asesoramiento para que no hubiera ‘sorpresas’ y cualquiera de las 14 canciones seleccionadas pudiera ser una digna representante de la cadena pública en el festival. 

Pero la elección final debía haber quedado en manos de la audiencia que, en definitiva, es la que ha convertido en un éxito televisivo el Benidorm Fest con un 21% de cuota de pantalla y 3 millones de espectadores. De esta forma sí habría sido el festival que todos queríamos. Porque, aunque también aquí aparecieron las dos Españas, encarnadas en los fans de Rigoberta Bandini y los de Tanxugueiras, por primera vez no se enfrentaban, sino que, ganara quien ganara de las dos atrevidas propuestas, el resultado habría hecho sentirse satisfechos a uno y otro bando. Y eso es más de lo que ha conseguido nada ni nadie en este país.

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