Blog personal de Ángela Beato. Escribo lo que siento. Digo lo que pienso. Procura no tomarme demasiado en serio.

miércoles, 31 de agosto de 2016

Por qué NO puede haber unas terceras elecciones el 25 de diciembre

Escribo esto mientras espero el momento de la primera votación en la sesión de investidura como presidente de Mariano Rajoy. Como podréis suponer, no es que tenga ganas de emociones fuertes, porque el resultado es más que previsible. Antes de los discursos algo se barruntaba, pero a lo largo de las réplicas y contrarréplicas el NO ha quedado meridiano. El candidato popular no va a conseguir más apoyos que aquellos con los que ya contaba antes de llegar a la Carrera de San Jerónimo. La sombra de unas terceras elecciones se cierne sobre nosotros, y lo peor es que cumpliendo los plazos, si en los próximos dos meses nadie logra investirse presidente, la nueva cita electoral sería el 25 de diciembre. Con eso están jugando unos y otros, con echarse en cara el día de Navidad. Y parecen no darse cuenta de que ese escenario es imposible, por varias razones:

-Los centros comerciales que abren todos los días del año, incluso domingos y fiestas de guardar, solo cierran cuatro días señalados: el 1 de mayo (día del trabajo), el 25 de diciembre (Navidad), y el 1 (Año Nuevo) y el 6 de enero (día de Reyes). Esos días no intentéis buscar un Carrefour, Corte Inglés o Primark abierto. Así que abrir colegios electorales va contra natura.

-Sólo hay tres días en los que oficialmente no se editan periódicos: el Sábado Santo (Semana Santa), el 25 de Diciembre (Navidad) y el 1 de Enero (Año Nuevo). Las tradiciones son las tradiciones.

-En los servicios básicos, hospitales, cuerpos de seguridad, emisoras de radio, por ejemplo, se trabaja bajo mínimos y hay puñaladas por librarse de hacer guardia en días como el 25, y eso que por norma hay gratificación extra.

-El 25 de diciembre es obligado pasar el trámite de comer con suegros y/o cuñados –eso si has sobrevivido a la cena de la víspera-, algo a lo que deberían renunciar quienes fueran tocados con la barita mágica del sorteo para formar mesas electorales, alrededor de medio millón de personas, entre titulares y suplentes. Siempre hay gente que odia la Navidad y las comidas familiares, sería cosa de buscar voluntarios en ese sector de la población.

-Hablando de estas fechas, no sé si Correos estaría preparado para recibir la avalancha de peticiones de voto por correo de los ciudadanos que no estarán el 25 en el lugar donde están empadronados porque tienen la mala costumbre de volver a casa por Navidad, como el turrón.

-No hay más que ver el buen color de los parlamentarios para saber que todos o la mayoría han disfrutado de algún día de playa, a pesar de haber empezado a trabajar hace nada y no haber conseguido aún su primer objetivo laboral. ¿Quién se va a creer que se arriesgarán a tener que prescindir de sus vacaciones navideñas?

En resumen, vale que nos estén tomando el pelo mientras cada uno libra su propia batalla y pelea por salvar su propio culo, pero no imaginan la factura que les va a pasar a todos los partidos -de la vieja y la nueva política-, si insisten en mantener su cerrazón y nos conducen irremisiblemente al 25 de diciembre. Me extraña que haya tanta resignación general y que solo haya surgido algún movimiento objetor totalmente anecdótico. 

Por todo esto, porque lo saben bien, porque ellos mismos son conscientes de que es imposible votar en Navidad, me atrevo a aventurar que habrá gobierno antes de que se acabe el plazo de dos meses que marca la Constitución. A lo que no me arriesgo es a vaticinar de qué color será. Tantos meses de espera me están haciendo daltónica.

viernes, 26 de agosto de 2016

Veraneando y con el reguetón perreando

El cantante Dani Martín, antiguo vocalista del grupo El Canto del Loco, publicaba hace unos días este tuit crítico contra el estilo de música de moda esta temporada: el reggaeton o, ya que lo admite la RAE, el reguetón. Aunque un poco drástico en su afirmación, le comprendo. También imagino que cuando lo escribió ya estaría preparado para el chorreo que le cayó después por parte de los y las amantes de este ritmo pachanguero, que han contraatacado poniendo el dardo en su música.


En mi modesta opinión, el reguetón es el estilo musical más simple y sexista creado hasta la fecha, pero no el único. Mediante letras muy básicas, la mayoría de las canciones de este género cosifican la figura de la mujer de mala manera. El tema recurrente es el sexual. Básicamente en estas pequeñas historias que se cantan, el hombre se pone cachondo porque la mujer –naturalmente con poca ropa- menea su cintura, saca a pasear su culo y espera que un tipo se aproxime para restregarse. Los vídeos son un reflejo de estas mismas letras. Se ven más culos con tangas que puestas de sol. De hecho hay una especial fijación con esa parte de la anatomía femenina. Si uno se toma la molestia de escuchar atentamente las letras de algunas de las canciones que este verano están sonando en verbenas, bares, chiringuitos y disco-movidas, encontrará perlas como estas:

"Yo la conocí en un taxi en camino al club. Me lo paró el taxi… No me importa si es casada. No la quiero pa instalarme. Yo no quiero que sea sólo para mí… Oye, mira esa mujer! Está dura, dura, qué dura, pero ya tú sabes que ella quiere efectivo dinero, visa qué chula, lula, con culo de mula, y no le tengas duda, ella le saca todo el jugo a la uva que hace vino, sí hace vino”

Habréis observado cómo Pitbull le canta a una mujer culona, puta y cosechera.

“No llores por un bobo. Si él te deja sola yo te robo. Te llevo a un lugar escondido donde podremos estar solos”.

J. Balvin considera que si no tenemos pareja nos quedamos solas y somos susceptibles de ser robadas

“Te quedaron bien hechas esas nalgas. Salúdame al cirujano (…). Yo quiero ver todo ese poderío. Yo no soy tu pai pero ese culo es mío”. 

Aquí en ‘Tumba la casa mami”, un tal Farruko se toma el atrevimiento de insinuar que nos hemos gastado el dinero en operarnos el culo y encima se cree que es de su propiedad.

“Atardeció, en una fiesta loca se me presentó, ella estaba bien buena y me cautivó. Muy caliente ella, muy caliente yo. Me volvió loco”. 

Estar buena y caliente es imprescindible para cautivar a Dasoul y Kiko Rivera en una fiesta.

“Que bien te queda a ti esa faldita. Ella es señora, no es señorita. Sexy baila y me deja con las ganas. Cómo te luces cuando lo meneas. Cuanto quisiera hacerte el amor. Enséñame lo que sabes. Si necesita reggaeton dale. Sigue bailando mami no pares. Acércate a mi pantalón dale. Vamos a pegarnos como animales”

J. Balvin, de nuevo –un maestro del género-, opina sobre nuestro atuendo, nuestro estado civil y remata pidiéndonos que nos restreguemos bien contra él.

“Dicen que tú eres una amenaza por la forma que tú eres tan bella. Los hombres se pelean cuando pasas, eres la envidia de todas las nenas”.

Según Alexis y Fido, la mujer guapa provoca disturbios entre machos y hembras. 

“Ella se vuelve loca-ca-ca, lo mira y se muerde en la boca-ca, se piensa que él es un idiota-ta, sabe que to' el mundo la toca-ca...”.

El inefable Juan Magán cree que a lo que aspiramos es a que nos magreen.

“De dónde llegaste ni pregunté, lo único que sé que quiero con usted, quedarme contigo hasta el amanecer. Óyeme mamasita tu cuerpo y carita, piel morena lo que uno necesita, mirando una chica tan bonita, me pregunto por qué anda tan solita. Ven dale ahí ahí moviendo todo eso pa' mi, no importa idioma ni el país, ven vámonos de aquí que tengo algo bueno para ti, una noche de aventura hay que vivir. Óyeme ahí ahí, mami vamos a darle, rumbeando y bebiendo a la vez, tú tranquila que yo te daré una noche llena de placer”.

Según Nicki Jam, si estás buena y sola, eres sospechosa, pero tranquila, que ya se encarga él de hacerte disfrutar, porque seguro que tú sola no sabes...

Y no sigo, que no quiero aburriros... En fin... Una vez realizado el análisis profundo de estas letras con tanta enjundia, yo me pregunto: si son canciones manifiestamente machistas, que tratan a la mujer como un puro objeto de placer para el 'cani' que las interpreta, ¿por qué les gusta tanto el reguetón a las chicas?

¿Porque está de moda?

¿Porque es fácil de bailar?

¿Porque es pegadizo?

¿Porque te permite hacer movimientos sexis con alguna excusa?

¿O porque a la canción del verano no se le pide demasiado?

A mis hijos les encanta el reguetón, creo que se debe a que tienden a llevarme la contraria y saben de mi animadversión hacia ese estilo musical, y también a que en alguna estrofa se dicen frases con doble sentido cuando no abiertamente erótico-festivas. Si tienes la hormona alborotada, un ‘dale’ te sugiere de todo y un culo no te digo. Es cierto que cuando uno sale de fiesta se deja llevar más por el ritmo que por la letra. De hecho este verano yo misma me he visto bailando reguetón en más de dos ocasiones. Te arrastra su ritmo latino, caribeño… Con tanto calor, el tinto de verano, las fiestas patronales… te ves más receptivo y acabas meneando las caderas y aparcando prejuicios. 

Siento deciros que los reguetoneros no han inventado nada. Echando la vista atrás, repasando la historia de la música tradicional y ligera, encontramos numerosos ejemplos de canciones en cuyas letras ‘picaronas’ las mujeres no salen muy bien paradas que digamos. Georgie Dann, máximo exponente de la canción del verano, ya inventó ese género, aunque sus insinuaciones sexuales eran mucho más sutiles. Y si no me creéis, aquí tenéis la letra de la fabulosa canción ‘El Chiringuito’, de 1988, hace casi 30 años. Viva la evolución.

“Las chicas en verano no guisan ni cocinan, se ponen como locas si prueban mi sardina. Está el menú del día, conejo a la francesa, pechuga a la española y almejas a la inglesa. Si sube la marea me va de maravilla, la gente se amontona y yo les doy morcilla”.

Corrían los 90 cuando sonaba este estribillo en boca de las televisivas Mama Chicho: "Mamá, Chicho me toca, me toca cada vez más. Mamá, Chicho me toca, me toca, me toca, defiéndeme tú. Mamá, Chicho me besa, me besa cada vez más. Mamá, Chicho me besa, me besa, me besa, aléjalo tú. Tócame, Chicho, si mamá no mira, porque si nos ve no nos va a dejar. Tócame, Chicho, si mamá no mira, porque si nos ve nos hace casar".

El mundo de la jota y el folclore en general es un no parar de ‘picardías’ sexistas. Ahí tenéis al propio Pablo Echenique, representante de la nueva política, entonando ese clásico 'Chúpame la minga, Dominga' que tanta cola ha traído, si se me permite la expresión. Y hay más ejemplos a lo largo de toda la discografía en castellano -no entro en la anglosajona, que también los tiene-. Por eso, pienso que la guerra no debería ser contra el reguetón en sí. De hecho, además de tipos malos con gorra, gafas de sol y cadenas al cuello, existen mujeres que componen e interpretan esta clase de música -pocas, es verdad- con otro espíritu muy distinto. Incluso creo que alguna letra de Dani Martín podría ser susceptible de adaptarse musicalmente y versionarse al ritmo reguetón, y no dudo que cualquier orquesta lo esté haciendo en alguna verbena de pueblo estos días, probablemente con gran éxito y sin que los sepa el propio artista. 

Lo suyo es evolucionar e inculcar en las nuevas generaciones el buen gusto y el rechazo a cualquier manifestación cultural y artística que nos haga de menos a las mujeres sin -por supuesto- limitar ni condicionar el proceso creativo de nadie. Y así, poco a poco, ir desterrando reminiscencias del pasado. En esto también funciona lo de la oferta y la demanda: si nadie consume esos productos, nadie los producirá y desaparecerán del mercado. 

En resumen, particularmente prefiero las canciones bonitas, las que tienen una buena melodía, con letras trabajadas, que cuenten historias con enjundia, que empleen rimas naturales, no forzadas, que se note que no han sido escritas en un minuto… Esas son las canciones que yo escucho en el coche, en casa, por internet, cuando salgo a caminar, las que forman parte de la banda sonora de mi vida. Las que compro y consumo. 

En una noche de fiesta, una vez animada, me bailo yo hasta una jota o un pasodoble, si es necesario. Y hasta un reguetón. Y por supuesto, cualquiera de Dani Martín. Lo que me echen. ¡Faltaría más! Pero en mi colección de música no busquéis nada de esto.


domingo, 21 de agosto de 2016

No todo vale en las fiestas patronales

Es viernes. Las Fiestas de San Agustín están a punto de comenzar en mi pueblo, Toro. Niños de 13, 14 o 15 años, no sabría precisar, pero seguro que todos menores de edad, están dando gritos mientras se preparan para el primer acto del programa de festejos, La Mojada, un desfile por el pueblo en que van dando saltos y bailando acompañados por una charanga mientras la gente les arroja líquido desde sus casas y los bomberos les rocían a manguerazos. Se pintan nombres y frases por todo el cuerpo mientras los más traviesos intentan molestarles con sus pistolas de agua. Llevan botellas y envases con lo que parece calimocho que, inevitablemente termina derramado en la acera, delante de la puerta de casa de mi madre. Curiosamente, enfrente, a solo veinte metros, hay una zona ajardinada con bancos, pero las criaturas le tienen querencia a esta esquina y prefieren quedarse aquí, bajo el balcón, vociferando canciones ordinarias -de esas que cantamos todos en momentos 'señalados'- y empapando nuestra entrada. Alguno tiene tentación de pintar también en la pared, pero salgo a pedirle por favor que no se le ocurra, que decore su cuerpo con lo que le dé la gana, pero que se abstenga de garabatear la fachada de esta casa. Me miran como si no entendieran mi idioma, como si yo fuera una extraterrestre, pero parece que de algo ha servido porque han cejado en su empeño. Antes de que nos dejen en paz mi madre les llama la atención por haberle mojado la puerta recién pintada. Una de las chicas, ataviada con un sujetador de palmeras y un vaquero corto, y que arrastra las palabras al hablar, pide disculpas: ‘Peeerddonee, seeeñorrra… qué llle pasaaa? Que lllle hemossss mmmmojjjado laa puerrrrta? Ahoraaa missssmo sssse la limmmmpio… Esss queee misss amigggoss ssson tontossss’. Y coge la camiseta a modo de trapo y se dispone a secar las gotas de agua de la puerta.

Hasta en dos ocasiones se aproxima un coche patrulla de la policía a poca velocidad observando el jaleo, pero sigue su ronda. La gente pasa y ríe los cánticos… ‘Alcohol, alcohol, alcohol, alcohol, alcohol, hemos venido a emborracharnos el resultado nos da igual…’. 

No puedo evitar pensar en los padres de esa chica y en los del resto de críos que se van a beber esta tarde -y los diez días que duran las fiestas- las botellas de calimocho hasta terminar vomitándolo en cualquier esquina. En el mejor de los casos los progenitores no se enterarán de nada porque, con suerte, a sus criaturas se les habrá pasado la mona con el frescor de la mañana o un alma caritativa los acompañará a la cama antes de que puedan verles. 

Me pillé mi primera cogorza a los trece años. Estaba aún en el colegio. Formaba parte del equipo de baloncesto y para celebrar la Navidad, el entrenador sugirió que lleváramos cada una algo de picoteo. Coincidieron varias botellas de champán. Creo que bebía alcohol por primera vez, así que no sé si es que me pasé en la cantidad, que no comí demasiado o que mi pequeño cuerpo de trece años no supo asimilar la sustancia, pero fuimos varias las que terminamos deambulando por el pueblo haciendo eses, con un ciego monumental, hasta que en mi caso vomité los garbanzos del cocido que me había zampado en la comida. Siempre me lo recuerda mi amiga Ana, que me aguantó el pedo, sufrió el desagradable trance y me acompañó a casa. Era Nochebuena. Mi madre preparaba la cena cuando yo me presenté de aquella guisa. No recuerdo gritos ni bofetones. Solo con sus frases secas y su tono serio sentí cómo censuraba mi comportamiento. Me metió bajo la ducha y luego en la cama. Así fue la Nochebuena de mis trece años.

No ha sido mi única borrachera, hubo algunas más, ya bordeando la mayoría de edad, pero nunca con riesgo de coma etílico. Una de ellas generó en mí fobia al Martini Blanco. Desde entonces he 'aprendido' a beber, disfruto los buenos vinos y de vez en cuando cae alguna copita, si son fiestas como ahora, quizá me tomo más de lo que debería, pero soy adulta, conozco los riesgos, mi cuerpo asimila mejor, sé cuando decir basta y, además, no me pongo impertinente ni babosa con nadie, no termino vomitando en ningún sitio público y recurro a los servicios de los bares -y no a las esquinas- todas las veces que mi vejiga me lo pide. 

Porque sé de lo que hablo, me parece una temeridad esta apología de la borrachera juvenil, esta exaltación del consumo de alcohol y esta permisividad ante conductas poco cívicas que percibo a mi alrededor con la excusa de que son fiestas. Porque no es solo el alcohol, son los comportamientos en general, que se relajan más de la cuenta y parece que haya que aguantar carros y carretas por el santo patrón. Por esa regla de tres, como son fiestas, estoy tentada de pintar en la puerta de la casa de las autoridades locales, vomitar encima de sus coches y echar un pis en la Casa Consistorial. El año pasado, por cierto, fui testigo de cómo decenas de jóvenes salían de la plaza de toros durante un espectáculo nocturno para mear en el parque infantil próximo al recinto, porque los baños de la plaza no podían atender tanta demanda y la organización no previó esa necesidad instalando baños portátiles. Este año tampoco veo que se haya pensado en la conveniencia de facilitar a los bebedores algunos lugares extra para desaguar. Ayer mismo, sin ir más lejos, en una verbena popular multitudinaria en la Plaza Mayor, presencié cómo varios jóvenes de ambos sexos orinaban sin ningún pudor, a la vista de la gente, a la puerta de la iglesia del Sepulcro, una de las sedes de la exposición Las Edades del Hombre. Y pillamos a otro haciendo lo propio a la puerta de la casa familiar. Cuando se le increpó, hizo frente como un Mihura. Hoy mi madre echaba lejía en la meada. Y así todos los años. Que San Agustín nos dé paciencia.

jueves, 18 de agosto de 2016

Una ruta en piragua por el Parque Natural de las Hoces del río Duratón

Ayer vivimos la fantástica aventura de visitar el Parque Natural de las Hoces del Duratón en piragua. La experiencia es muy recomendable simplemente por el hecho de navegar por las tranquilas aguas de ese río y contemplar el fabuloso hábitat de la zona, formado principalmente por buitres y alimoches que planean en lo alto de los escarpados cañones, y carpas y truchas que ves emerger y saltar de vez en cuando de las profundas aguas sobre las que te deslizas. A pesar de gustarme la ciudad más que el campo, en sitios así me tengo que rendir a la evidencia: Es imposible competir con la naturaleza. Es decir, poder entrar en ese parque natural es ya en sí todo un privilegio, así que merece la pena arriesgarse a que alguna parte del plan no sea perfecta. Por si os sirve nuestra experiencia para mejorar la vuestra en caso de querer probar a repetirla, os cuento algunos detalles que podéis tener en cuenta.


El río Duratón es un afluente del Duero que, a su paso por la provincia de Segovia, entre Sepúlveda y Burgomillodo, ha excavado con sus aguas un imponente cañón donde reside una de las mayores colonias de buitres leonados de Europa. Al ser un parque natural está especialmente protegido, así que para poder navegar en piragua por ese tramo del río hay que hacerlo a través de alguna de las empresas que ofertan este servicio en la zona, es decir, no se puede hacer libre y alegremente. Las visitas incluyen un monitor o guía que te da las nociones básicas para manejar la piragua y que una vez en el agua, a lo largo del itinerario, te va indicando dónde mirar y te explica los detalles que te encuentras durante el recorrido, unas narraciones muy amenas -aunque nuestro guía estuviera mejor dotado de bíceps que del don de la oratoria- que sirven para hacer pequeños descansos -que agradecen los brazos- en los recodos del río donde hay sombra y te permiten aproximarte a la flora y la fauna del lugar, a la historia que encierra aquel paraje, con cuevas y monumentos de interés como la ermita de San Frutos o el Convento de la Hoz, y a las leyendas de la zona relativas a San Frutos, que lo mismo salvaba a una mujer de morir despeñada que abría con el bastón una cuchillada en la roca para proteger a los vecinos de los infieles.

Nosotros elegimos realizar la actividad con Naturaltur, una empresa con sede en el pueblo de Cantalejo. También gestiona un camping en la localidad donde a simple vista quizá falte un poco de actualización e inversión. Llevan operando desde los 80 y parece como si todo siguiera siendo de aquella década… Pero bueno… Escogimos esta empresa que es la primera que sale de manera espontánea (no pagada) cuando introduces en Google la búsqueda ‘Hoces del Duratón en piragua’. Pero no solo la elegimos por eso; en realidad llamamos a dos para informarnos y sus responsables fueron los primeros –y únicos- que nos respondieron. La otra empresa, radicada en Sebúlcor (Hoces del Duraton), no llegó a contestar. Se pueden encontrar otros negocios dedicados a esta y otras actividades de turismo de aventura en Fuenterrebollo (Bocanada) y en Carrascal del Río (Andatura). Seguro que encontráis alguna más en estos enclaves. Existe otra posibilidad que es simplemente navegar por el río en un tramo fuera del parque protegido, pero la cosa pierde su gracia, aunque la oferta sea más barata. De todos modos, por si os seduce la idea igualmente, en San Miguel de Bernuy hay varias empresas dedicadas a ello.

Centrándonos en la visita en piragua por el Parque, la espera se nos hizo un poco larga y es que, desde que nos citaron, tardamos en remar alrededor de hora y media. Puede que fuera un simple retraso puntual, pero lo que es impepinable es que hay que trasladarse hasta el punto próximo al río desde donde se inicia la visita, un lugar que se encuentra situado a una media hora de camino en coche a través de una gran explanada plagada de pinos resineros -fijaos en la pieza que tienen adosada al tronco para recoger su resina- recorriendo una pista forestal llena de piedrecitas por la que si no llevas un 4x4, vas pisando huevos. Luego pasa como otra media hora más mientras entregan el material (chaleco salvavidas, pala para remar y bote estanco para objetos personales), dan las indicaciones precisas para el manejo de la piragua a todos los miembros del grupo y desciendes hasta una pequeña playa por un eterno camino de arena –la subida a la vuelta se me hizo eterna, menos mal que llevaba la pala de remar para apoyarme-.

Una vez allí eché en falta que hubiera más personal de la empresa para, por ejemplo, colocar las piraguas de manera que los clientes no tuviéramos que cargar con ellas hasta la orilla y viceversa al regreso… Pagar 30 euros y que al final me tocara ayudar al monitor a portear la piragua hasta la zona de almacenaje, a estas alturas de mi vida… como que no. Lo único que impidió que me quejara es pensar que, al pedirme que le echara una mano, debió verme más joven y fuerte de lo que soy, y el ego se me vino arriba.

Íbamos en un grupo de unas diez piraguas dobles –también las hay individuales y triples-. La mayoría éramos familias con niños, que son los que tienen la culpa de que los mayores nos embarquemos en este tipo de aventuras. Aunque al principio teníamos nuestros reparos pensando que ir con otra gente nos iba a condicionar el ritmo y limitar un poco los movimientos, finalmente no hubo problema en ese aspecto.

Sobre la ropa más indicada para realizar esta actividad, es de sentido común que si vas a estar en un entorno acuático debes llevar un atuendo 'ad hoc'. En nuestro grupo iba gente con zapatillas de lona. Error. Digamos que no viene mal llevar calzado de agua o que se pueda mojar, un bañador y sobre él ropa cómoda que seque rápido. En el itinerario se hace una parada para tomar un tentempié, momento que algunos aprovechamos para bañarnos en el río. Otros prefirieron abstenerse, lo que no quiere decir que acabaran secos; en esta aventura es inevitable mojarse ligeramente cuando remas, que te salpiquen desde otras piraguas o simplemente que al bajar de la embarcación tengas que meter las piernas hasta la rodilla y luego al montar de nuevo caiga algo de agua en tu asiento. Conclusión: recuerda que te vas a mojar sí o sí.

En el bote estanco que te facilitan, y que llevas protegido en una parte de la embarcación, se puede guardar una pequeña mochila para llevar el móvil, la cámara, algo de comida y bebida (imprescindible), incluso una toalla que no viene mal para secarse un poco si finalmente te atreves a chapotear durante esa parada técnica, por sentirte un pez más dentro de aquel paraíso. Por cierto, la parada sirve también para hacer pis. Confieso que yo tengo cierta querencia a mear en el agua, pero si sois menos cerdos o no os queréis mojar, es posible adentrarse un poco en la vegetación que hay en las zonas de parada y ‘vaciar el depósito’ detrás de los matorrales. Estamos hablando de una excursión de más de tres horas, a la que hay que añadir una hora más de traslados y preparativos, así que las vejigas lanzarán un SOS.

Unos prismáticos también pueden ser de utilidad. Yo logré ver un montón de buitres posados en balcones de la pared no excesivamente altos -se identifican fácilmente por las manchas blancas de sus excrementos-, así que se apreciaban perfectamente. Pero en algunas zonas, por ejemplo, cerca de uno de los llamados ‘clubes de solteros’, donde se posan los buitres que no tienen pareja a otear en busca de su media naranja, había unas pinturas rupestres, según nos indicó el guía, pero yo no logré identificar los dibujos.

En la empresa que nos organizó la visita ofrecían la posibilidad de elegir entre la visita de mañana, a las 10:30, o de tarde, a las 16:30. Nosotros elegimos la de la mañana pensando que acabaríamos justo a la hora de comer y luego ya tendríamos toda la tarde para seguir haciendo turismo por la zona. Al final nos alargamos hasta las tres y media de la tarde. Como no habíamos contratado la comida en el camping que gestiona Naturaltur, fuimos directamente a Cantalejo en busca de un bar donde comer algo. No sé si se debió a que el pueblo estaba en fiestas o a que la hora ya era intempestiva, el caso es que en el primer lugar que entramos el Bar Lurois, directamente el camarero nos dijo que ya no les quedaba en la cocina ni para darle de comer a él, que tendría que conformarse con los restos de pinchos del mostrador. Esperaba al menos que nos ofreciera esos restos, pero debía tener mucha hambre el pobre. Una pena, porque veo en internet algunos comentarios que alaban sus huevos rotos y otras tapas y raciones, pero no puedo opinar más que sobre su poca hospitalidad…

Seguimos buscando el siguiente establecimiento por la calle Sepúlveda y entramos en el Bar Ormi, un pequeño local donde cuatro paisanos entonaban cante jondo animados por el alcohol. Mis hijos querían escapar de allí aterrorizados, pero una tortilla nos estaba llamando desde la barra, así que eran las cuatro de la tarde, las barrigas pedían comida y no íbamos a despreciarla, incluso amenizada musicalmente.

Quizá habría sido más acertado elegir el paseo de la tarde en vez del matinal, pero nunca lo sabremos. Quizá simplemente hubiéramos debido contratar la comida incluida en el pack de la visita y todo habría sido más cómodo, o directamente llevar unos bocadillos por lo que pudiera pasar. Estoy segura que lo que le sobran a Cantalejo son bares, pero las horas, las prisas y el desconocimiento nos llevaron a fracasar en este aspecto. 

Naturaltur daba la opción de volver hasta el camping después de la visita para ducharte y cambiarte. Dadas las horas, nosotros preferimos cambiarnos en el coche allí mismo, en el pinar donde comenzaba oficialmente la aventura, y no perder más tiempo para poder llegar a comer a algún sitio, aunque ya habéis leído el poco éxito que tuvimos en el aspecto culinario. Os recomiendo que antes de contratar la aventura miréis y comparéis los precios y los servicios que os ofrecen. Todos incluyen guía y el mismo material. La mayoría son por el estilo. En nuestro caso nos costó 30 euros adultos y 18 los niños, pero puede oscilar dos o tres euros.

Milagrosamente, cuando escribo esto, puedo decir que no tengo agujetas en los brazos, como me pasó cuando hicimos el descenso del Sella en piragua. Y es que esto es un paseíto comparado con aquello; aquí las aguas son tranquilas, no hay rápidos que valgan y las únicas corrientes que puedes llegar a notar tienen que ver más con el viento. Como dato relevante, en este paseo ninguna piragua volcó. Algo que sí vivimos –con gran emoción- en Asturias. 


Otra recomendación: Antes o después de navegar el río, hay que admirar las Hoces desde el imponente balcón que hay arriba y que ocupa la Ermita de San Frutos, el patrón de Segovia. Está a pocos kilómetros de Cantalejo, en dirección a Sepúlveda. Hay un desvío en Villaseca, por el Camino de San Frutos, otra pista forestal que podemos tomar con el coche hasta llegar a un aparcamiento. De ahí a la ermita hay un paseo de unos quince minutos. De camino se pasa un pequeño desvío a un mirador con unas estupendas vistas de todo el parque.  

Algunos últimos consejos. No olvidéis protección solar y gorra. Procurad no gritar -si veis algo que os fascine decir ‘¡Oooohhh!’ bien bajito- y no arrojéis desperdicios. Preguntad mucho al guía, que para eso está, no solo para demostraros lo rápido que avanza él remando y lo lentos que vais vosotros. Y por supuesto, os recomiendo sacar muchas fotos para subirlas a las redes sociales y que todos os envidien, pero… ¡cuidado! Que no termine la cámara o el móvil en el fondo del Duratón.


martes, 16 de agosto de 2016

Solteros vs casados

Hace unos días leía que unos investigadores de Estados Unidos habían acabado con el mito de que la vida de soltero es peor que la de casado. De entrada no sé de dónde se habían sacado lo de que los solteros llevaban mala vida… en el sentido negativo, se entiende. Yo nunca hubiera afirmado algo así. Por lo pronto, pensar que el estado civil pueda influir en la calidad de vida me parece una majadería, pero en todo caso, de salir ganando alguno, siempre he tendido a pensar que la gente que no tiene pareja estable ni está unida por contrato a nadie, disfruta de mayor libertad, de modo que cuanto más libre eres, más feliz te sientes. Ya sé que es un razonamiento muy básico, pero así lo veo yo. El caso es que cuando analicé la información, me convencí de que mis impresiones coincidían con las de los investigadores sin necesidad de hacer estudio de campo alguno. Simplemente con mirar a mi alrededor y buscar conejillos de indias en mi círculo de amistades puedo llegar a las mismas conclusiones.

Este apasionante tema se abordó en la Convención Anual de la Asociación de Psicológos Americanos –como no hay asuntos más interesantes en aquella sociedad, se entretuvieron con este-. La científica que presentó el estudio vino a decir que las personas sin pareja tienen una vida social más rica así como mayor crecimiento y desarrollo vital. Además, mientras que los casados se aíslan en su pequeño mundo matrimonial, los solteros se relacionan más con su familia y amigos. En cuanto al ámbito profesional, los casados no buscan retos y en lo laboral no tienen demasiadas aspiraciones, todo lo contrario que los solteros, que viven un aprendizaje continuo y valoran más su trabajo. Aquí podéis profundizar en los detalles del estudio.

Lo dicho, si hacemos caso de este informe, la soltería es fantástica en el aspecto vital y el matrimonio resulta ser un estado que va en contra de la propia esencia del individuo. Ahora voy viéndole algún sentido a por qué la gente se vuelve totalmente loca en las despedidas de soltero; ese abandonar la diversión para pasar al aburrimiento se merece plantarte un pene en la cabeza e ir dando el cante de bar en bar… Aunque esta exhibición de chabacanería se va a acabar si prosperan las medidas que empiezan a tomar algunos ayuntamientos para que no se salgan de madre estos momentos de exaltación de la amistad y la soltería.


Y yo me pegunto: ¿Por qué se casa la gente si el panorama que les espera es tan desolador?
¿Por amor? ¡Venga! Por amor puedes seguir estando soltero y compartir tu vida con esa persona de la que te has enamorado el tiempo que dure el amor.
¿Por convencionalismos? ¿Todavía se estila eso?
¿Por tener más sexo? Puede
¿Por fiscalidad? Demasiado maquiavélico.
¿Por hacer negocio? No creo, el coste medio de una boda ha subido a más de 16.000 euros, y eso de recaudar de los invitados el doble de lo invertido lo veo crudo.

En fin, no busquéis una respuesta a por qué sigue casándose la gente –aunque cada vez se haga menos, los matrimonios civiles superen a los religiosos y ante notario haya más divorcios que bodas-. No existe razón que entre en ninguna cabeza. Casarse es irracional… y lo digo yo que estoy casada y que aún recuerdo mis años de soltera, dedicada solo a trabajar y divertirme, sin normas, sin más planes que los míos, tardando en salir de viaje solo los dos minutos que me llevaba preparar mi maleta, haciendo en cada momento lo que me apetecía sin consultarle a nadie, tomando mis propias decisiones sin pedir consejo, equivocándome sin tener que oír después ‘te lo dije’, conociendo gente, descubriendo lugares, viviendo experiencias, enamorándome y desenamorándome… Ay la soltería…, es como tener permanentemente veinticinco años.

Eso sí, particularmente creo que, en la práctica, las mayores diferencias entre una persona soltera y otra casada llegan cuando se presentan los niños. Hasta entonces, el estado civil es anecdótico. Todos somos prácticamente iguales. Existe mucha literatura al respecto, pero he preferido escarbar en mi propia experiencia vital para encontrar 5 detalles claros que nos distinguen a los solteros de los casados, cuando todavía ninguno somos padres:

-Los casados pueden estar tiempo juntos sin hablar, mirando el paisaje, viendo la tele, comiendo, paseando… Cuando eres soltero y te relacionas con otras personas los silencios suelen ser incómodos.

-Las habituales discusiones de pareja son un clásico en los matrimonios, lo mismo que las posteriores placenteras reconciliaciones. Cuando estás soltero te ahorras el primer paso.

-Cuando estás casado y coges confianza, comienzas a relajarte, cuidas menos tu aspecto físico: ya no andas metiendo tripa, tardas más en depilarte y dejas de esmerarte en la elección de la ropa interior que te pones. Además pierdes el pudor. Ya no te avergüenza que huela el baño después de utilizarlo tú y por supuesto no te guardas los pedos, te puede dar un cólico de gases y eso es malísimo. Todo esto sería inimaginable estando soltero, que cuando conoce a alguien, le ahorra toda esa escatología con la ilusa intención de parecer perfecto.

-Los solteros no tienen que dar explicaciones a nadie sobre sus actos, ni pedir permiso para salir con amigos o llegar tarde. Prueba tú a hacer eso estando casado o a que lo haga tu pareja.

-Si descubres que la otra persona no es tu media naranja y estás soltero, solucionas la situación con un ‘Creo que esto no funciona… deberíamos dejarlo… no es por ti, es por mí…’; si te das cuenta cuando ya estás casado, piensas…’Uf, el papeleo, la casa, el reparto, los gastos, la mudanza… Démosle a lo nuestro otra oportunidad’.

En fin, por rematar con una anécdota que podría ilustrar aún mejor este asunto, hace unos días un antiguo compañero de trabajo me preguntaba públicamente a través de las redes sociales si me había separado, porque había subido una foto mía en la que se me veía 'muy guapa'. Yo le pregunté si mejoraba el aspecto de la gente cuando se separaba, a lo que él contesto que lo que mejoraba era la selección de la foto, para añadir que las personas sin pareja no solían mentir en la Red porque si al llegar a una cena con alguien a quien solo has visto por internet te encuentras con un oso hormiguero, te largas... Ahí tenéis otra ventaja de los casados. No tenemos que enfrentarnos a la posibilidad de que alguien nos dé plantón en una cita porque parecemos osos hormigueros. 



viernes, 12 de agosto de 2016

La información deportiva necesita más mujeres periodistas

Llevaba tiempo queriendo volver sobre el sexismo y la actualidad me lo ha puesto a huevo… Cuando escribo este post, los únicos deportistas españoles que de momento han conseguido medallas en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro son mujeres y se llaman Mireia Belmonte y Maialen Chourraut. Después de que esta última consiguiera el oro en piragüismo, el comentarista de TVE destacaba cómo la deportista había logrado una gesta habiendo sido madre hace casi tres años. En el diario El Mundo se podía leer: ‘Su mejor rendimiento ha llegado, sin embargo, tras ser madre. Ane es la niña de sus ojos, la hija de esta vasca de Lasarte-Oria, (nacida en 1983), y de su entrenador y marido, Xabier Etxaniz’. ¡Ya está! Ya hemos mencionado a su marido y a su hija. No digo yo que ser madre y deportista no entrañe sus dificultades, y que recuperarse para la alta competición tras un parto no tenga mucho mérito, pero igual que ser madre y profesional de cualquier otra cosa.

En cuanto a Mireia, así elegía el diario Marca ilustrar un reportaje previo a la brillante consecución de las dos medallas de la nadadora.

Estaréis conmigo en que, salvo por el cachondeo que provoca la traviesa perspectiva, Mireia tiene fotos mejores.... Después del aluvión de críticas recibidas en las redes sociales, el director del periódico deportivo, Juan Ignacio Gallardo, dijo que era de salidos querer ver algo sucio ahí. Fue peor el remedio que la enfermedad, porque siguieron dando caña y recordando otras dudosas selecciones fotográficas, como la imagen que eligió este mismo medio para identificar a la jugadora de waterpolo Laura López, que recoge el instante en el que el bañador le jugó una mala pasada durante un partido y dejó al aire uno de sus pezones. No debían tener mejor fotografía. El caso es que, volviendo al tema Mireia, la presión popular llevó a los responsables de la publicación a recapacitar y cambiar la foto. Ahora se ve así.


Hace unos días, el Chicago Tribune publicaba un tuit anunciando la medalla de bronce en Tiro de una deportista de EEUU, Corey Cogdell-Unrein, ahorrándose su nombre y presentándola directamente como la mujer de un jugador de fútbol americano.
En la información a la que conducía el enlace, el titular de la noticia estaba completo, pero en Twitter decidieron economizar caracteres. Este episodio me recordó otro de hace algunas semana protagonizado por Infobae, un diario que anunciaba la nominación de 'Messi, Higuaín y una mujer' como autores del mejor gol del año en Europa. Si la mujer no tenía nombre, el titular mucho menos…


La mujer era la futbolista del Lyon Camille Abily, pero alguien debió pensar que no estaba tan a la altura de sus compañeros como para mencionar su nombre. También en esta ocasión fue el clamor de las redes sociales el que forzó una corrección

A pesar de vivir en el siglo XXI, algunas mentes se han quedado ancladas en el pasado. El machismo  -junto con la torpeza y la ignorancia- sigue estando presente, y más en el mundo del deporte, donde aún seguimos siendo prácticamente recién llegadas y los medios de comunicación no siempre gestionan de manera adecuada este ámbito informativo. De las mujeres deportistas se comenta su aspecto, su atractivo, su atuendo, si está o no casada, su edad, si tiene hijos… detalles que -parece- deben interesar a la audiencia. De ellos, en cambio, se suele precisar la potencia, la fuerza, la energía, la técnica… todo relacionado con el deporte que practican y en el que destacan, que es básicamente la información que deberíamos recibir sobre un deportista, sea hombre o mujer. Un estudio de la Universidad de Cambridge, titulado ‘Machismo, Medios y Deporte’, ha ahondado sobre esta cuestión con resultados muy reveladores. A ellas los periodistas las suelen llamar chicas, mientras que ellos son hombres; a ellas se refieren con condescendencia, las infantilizan; a ellos nos los presentan como héroes poderosos. Ellas luchan; ellos dominan.

Como periodista, suelo ser muy crítica con el ejercicio profesional de mis colegas y analizo siempre cómo contribuyen a aumentar o disminuir ese sexismo en citas deportivas tan destacadas como Río 2016. Por ejemplo, ¿de verdad es necesario que el diario El Mundo publique la lista de las atletas atractivas? ¿Y que el Mundo Deportivo dedique un artículo a las olímpicas más sexis? Ya puestos, al menos que hagan como ABC, que sin distinción recopila 'pibones' de ambos sexos

Otra imagen que ha sido noticia es la del partido de vóley en el que se disputan un punto una jugadora alemana con su bikini mínimo frente a su contrincante egipcia tapada de arriba abajo. En el caso egipcio está claro quién decide el atuendo y por qué; lo que me mosquea es la vestimenta occidental, que –sin querer pecar de mojigata- me parece demasiado escasa cuando hay que vestirlas a ellas y excesiva cuando se equipa a los hombres. Eso sí, hay quien debe celebrar la decisión. Sin ir más lejos, el propio diario deportivo Marca parece tener querencia gráfica con este deporte en su modalidad femenina. 

Estoy harta del trato absolutamente discriminatorio que se les suele dar a las deportistas, aunque compruebo que lo nuestro no dejan de ser unas cuantas anécdotas comparado con las perlas que se escuchan y leen en otros medios internacionales. Tampoco quiero que las mujeres deportistas reciban mayor atención o reportajes sobre lo duro que es ser mujer y deportista. Prefiero leer historias de superación y esfuerzo, independientemente de que su protagonista sea hombre o mujer. Que destaquen su técnica, su habilidad, su fuerza, su superioridad sobre sus contrincantes. Igual que me gustaría ver más portadas dedicadas a las gestas femeninas cuando las hay, y que no pasen desapercibidas porque Cristiano Ronaldo se constipa. Y lo que me sigue pareciendo muy triste es que la presencia femenina fija en el diario deportivo AS sea la de la chica voluptuosa y ligera de ropa que sale cada día para alegrar la vista de sus lectores. 

El periodismo deportivo siempre ha sido muy de tíos, no hay más que escuchar los programas de radio, ver los de la tele o consultar el staff de los medios especializados. Las mujeres de esta tribu se cuentan con los dedos de las manos, porque tradicionalmente eso del deporte es de machotes, de amigotes, de hinchas; cuanto más suenen los programas a barra de bar, mejor; cuantas más risas y ambiente de despedida de soltero haya en las tertulias, más complicidad con el oyente, espectador o lector. Y no debe ser mala estrategia en vista de los números que se manejan a la hora de medir las audiencias.

Soy mujer, me gustan los deportes y la información deportiva, pero me debe faltar la testosterona necesaria para verle la gracia a lo que no la tiene. Supongo que el periodismo deportivo necesita más mujeres profesionales de la información en sus filas, pero no como meros objetos decorativos. De momento me conformo con que sean ellas, las mujeres deportistas, las que vayan animando el medallero español. Ya verás al final qué risa nos va a dar como sumen más metales que ellos.