El cantante Dani Martín, antiguo vocalista del grupo El Canto del Loco, publicaba hace unos días este tuit crítico contra el estilo de música de moda esta temporada: el reggaeton o, ya que lo admite la RAE, el reguetón. Aunque un poco drástico en su afirmación, le comprendo. También imagino que cuando lo escribió ya estaría preparado para el chorreo que le cayó después por parte de los y las amantes de este ritmo pachanguero, que han contraatacado poniendo el dardo en su música.
En mi modesta opinión, el reguetón es el estilo musical más simple y sexista creado hasta la fecha, pero no el único. Mediante letras muy básicas, la mayoría de las canciones de este género cosifican la figura de la mujer de mala manera. El tema recurrente es el sexual. Básicamente en estas pequeñas historias que se cantan, el hombre se pone cachondo porque la mujer –naturalmente con poca ropa- menea su cintura, saca a pasear su culo y espera que un tipo se aproxime para restregarse. Los vídeos son un reflejo de estas mismas letras. Se ven más culos con tangas que puestas de sol. De hecho hay una especial fijación con esa parte de la anatomía femenina. Si uno se toma la molestia de escuchar atentamente las letras de algunas de las canciones que este verano están sonando en verbenas, bares, chiringuitos y disco-movidas, encontrará perlas como estas:
"Yo la conocí en un taxi en camino al club. Me lo paró el taxi… No me importa si es casada. No la quiero pa instalarme. Yo no quiero que sea sólo para mí… Oye, mira esa mujer! Está dura, dura, qué dura, pero ya tú sabes que ella quiere efectivo dinero, visa qué chula, lula, con culo de mula, y no le tengas duda, ella le saca todo el jugo a la uva que hace vino, sí hace vino”.
Habréis observado cómo Pitbull le canta a una mujer culona, puta y cosechera.
“No llores por un bobo. Si él te deja sola yo te robo. Te llevo a un lugar escondido donde podremos estar solos”.
J. Balvin considera que si no tenemos pareja nos quedamos solas y somos susceptibles de ser robadas
“Te quedaron bien hechas esas nalgas. Salúdame al cirujano (…). Yo quiero ver todo ese poderío. Yo no soy tu pai pero ese culo es mío”.
Aquí en ‘Tumba la casa mami”, un tal Farruko se toma el atrevimiento de insinuar que nos hemos gastado el dinero en operarnos el culo y encima se cree que es de su propiedad.
“Atardeció, en una fiesta loca se me presentó, ella estaba bien buena y me cautivó. Muy caliente ella, muy caliente yo. Me volvió loco”.
Estar buena y caliente es imprescindible para cautivar a Dasoul y Kiko Rivera en una fiesta.
“Que bien te queda a ti esa faldita. Ella es señora, no es señorita. Sexy baila y me deja con las ganas. Cómo te luces cuando lo meneas. Cuanto quisiera hacerte el amor. Enséñame lo que sabes. Si necesita reggaeton dale. Sigue bailando mami no pares. Acércate a mi pantalón dale. Vamos a pegarnos como animales”.
J. Balvin, de nuevo –un maestro del género-, opina sobre nuestro atuendo, nuestro estado civil y remata pidiéndonos que nos restreguemos bien contra él.
“Dicen que tú eres una amenaza por la forma que tú eres tan bella. Los hombres se pelean cuando pasas, eres la envidia de todas las nenas”.
Según Alexis y Fido, la mujer guapa provoca disturbios entre machos y hembras.
“Ella se vuelve loca-ca-ca, lo mira y se muerde en la boca-ca, se piensa que él es un idiota-ta, sabe que to' el mundo la toca-ca...”.
El inefable Juan Magán cree que a lo que aspiramos es a que nos magreen.
“De dónde llegaste ni pregunté, lo único que sé que quiero con usted, quedarme contigo hasta el amanecer. Óyeme mamasita tu cuerpo y carita, piel morena lo que uno necesita, mirando una chica tan bonita, me pregunto por qué anda tan solita. Ven dale ahí ahí moviendo todo eso pa' mi, no importa idioma ni el país, ven vámonos de aquí que tengo algo bueno para ti, una noche de aventura hay que vivir. Óyeme ahí ahí, mami vamos a darle, rumbeando y bebiendo a la vez, tú tranquila que yo te daré una noche llena de placer”.
Según Nicki Jam, si estás buena y sola, eres sospechosa, pero tranquila, que ya se encarga él de hacerte disfrutar, porque seguro que tú sola no sabes...
Y no sigo, que no quiero aburriros... En fin... Una vez realizado el análisis profundo de estas letras con tanta enjundia, yo me pregunto: si son canciones manifiestamente machistas, que tratan a la mujer como un puro objeto de placer para el 'cani' que las interpreta, ¿por qué les gusta tanto el reguetón a las chicas?
¿Porque está de moda?
¿Porque es fácil de bailar?
¿Porque es pegadizo?
¿Porque te permite hacer movimientos sexis con alguna excusa?
¿O porque a la canción del verano no se le pide demasiado?
A mis hijos les encanta el reguetón, creo que se debe a que tienden a llevarme la contraria y saben de mi animadversión hacia ese estilo musical, y también a que en alguna estrofa se dicen frases con doble sentido cuando no abiertamente erótico-festivas. Si tienes la hormona alborotada, un ‘dale’ te sugiere de todo y un culo no te digo. Es cierto que cuando uno sale de fiesta se deja llevar más por el ritmo que por la letra. De hecho este verano yo misma me he visto bailando reguetón en más de dos ocasiones. Te arrastra su ritmo latino, caribeño… Con tanto calor, el tinto de verano, las fiestas patronales… te ves más receptivo y acabas meneando las caderas y aparcando prejuicios.
Siento deciros que los reguetoneros no han inventado nada. Echando la vista atrás, repasando la historia de la música tradicional y ligera, encontramos numerosos ejemplos de canciones en cuyas letras ‘picaronas’ las mujeres no salen muy bien paradas que digamos. Georgie Dann, máximo exponente de la canción del verano, ya inventó ese género, aunque sus insinuaciones sexuales eran mucho más sutiles. Y si no me creéis, aquí tenéis la letra de la fabulosa canción ‘El Chiringuito’, de 1988, hace casi 30 años. Viva la evolución.
“Las chicas en verano no guisan ni cocinan, se ponen como locas si prueban mi sardina. Está el menú del día, conejo a la francesa, pechuga a la española y almejas a la inglesa. Si sube la marea me va de maravilla, la gente se amontona y yo les doy morcilla”.
Corrían los 90 cuando sonaba este estribillo en boca de las televisivas Mama Chicho: "Mamá, Chicho me toca, me toca cada vez más. Mamá, Chicho me toca, me toca, me toca, defiéndeme tú. Mamá, Chicho me besa, me besa cada vez más. Mamá, Chicho me besa, me besa, me besa, aléjalo tú. Tócame, Chicho, si mamá no mira, porque si nos ve no nos va a dejar. Tócame, Chicho, si mamá no mira, porque si nos ve nos hace casar".
El mundo de la jota y el folclore en general es un no parar de ‘picardías’ sexistas. Ahí tenéis al propio Pablo Echenique, representante de la nueva política, entonando ese clásico 'Chúpame la minga, Dominga' que tanta cola ha traído, si se me permite la expresión. Y hay más ejemplos a lo largo de toda la discografía en castellano -no entro en la anglosajona, que también los tiene-. Por eso, pienso que la guerra no debería ser contra el reguetón en sí. De hecho, además de tipos malos con gorra, gafas de sol y cadenas al cuello, existen mujeres que componen e interpretan esta clase de música -pocas, es verdad- con otro espíritu muy distinto. Incluso creo que alguna letra de Dani Martín podría ser susceptible de adaptarse musicalmente y versionarse al ritmo reguetón, y no dudo que cualquier orquesta lo esté haciendo en alguna verbena de pueblo estos días, probablemente con gran éxito y sin que los sepa el propio artista.
Lo suyo es evolucionar e inculcar en las nuevas generaciones el buen gusto y el rechazo a cualquier manifestación cultural y artística que nos haga de menos a las mujeres sin -por supuesto- limitar ni condicionar el proceso creativo de nadie. Y así, poco a poco, ir desterrando reminiscencias del pasado. En esto también funciona lo de la oferta y la demanda: si nadie consume esos productos, nadie los producirá y desaparecerán del mercado.
En resumen, particularmente prefiero las canciones bonitas, las que tienen una buena melodía, con letras trabajadas, que cuenten historias con enjundia, que empleen rimas naturales, no forzadas, que se note que no han sido escritas en un minuto… Esas son las canciones que yo escucho en el coche, en casa, por internet, cuando salgo a caminar, las que forman parte de la banda sonora de mi vida. Las que compro y consumo.
En una noche de fiesta, una vez animada, me bailo yo hasta una jota o un pasodoble, si es necesario. Y hasta un reguetón. Y por supuesto, cualquiera de Dani Martín. Lo que me echen. ¡Faltaría más! Pero en mi colección de música no busquéis nada de esto.
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