Hace
unos días leía que unos investigadores de Estados Unidos habían acabado con el mito de que la
vida de soltero es peor que la de casado. De entrada no sé de dónde se habían
sacado lo de que los solteros llevaban mala vida… en el sentido negativo, se
entiende. Yo nunca hubiera afirmado algo así. Por lo pronto, pensar que el
estado civil pueda influir en la calidad de vida me parece una majadería, pero
en todo caso, de salir ganando alguno, siempre he tendido a pensar que la gente
que no tiene pareja estable ni está unida por contrato a nadie, disfruta de
mayor libertad, de modo que cuanto más libre eres, más feliz te sientes. Ya sé
que es un razonamiento muy básico, pero así lo veo yo. El caso es que cuando
analicé la información, me convencí de que mis impresiones coincidían con las
de los investigadores sin necesidad de hacer estudio de campo alguno.
Simplemente con mirar a mi alrededor y buscar conejillos de indias en mi
círculo de amistades puedo llegar a las mismas conclusiones.
Este
apasionante tema se abordó en la Convención Anual de la Asociación de
Psicológos Americanos –como no hay asuntos más interesantes en aquella sociedad,
se entretuvieron con este-. La científica que presentó el estudio vino a decir
que las personas sin pareja tienen una vida social más rica así como mayor
crecimiento y desarrollo vital. Además, mientras que los casados se aíslan en su
pequeño mundo matrimonial, los solteros se relacionan más con su familia y
amigos. En cuanto al ámbito profesional, los casados no buscan retos y en lo
laboral no tienen demasiadas aspiraciones, todo lo contrario que los solteros,
que viven un aprendizaje continuo y valoran más su trabajo. Aquí
podéis profundizar en los detalles del estudio.
Lo
dicho, si hacemos caso de este informe, la soltería es fantástica en el aspecto
vital y el matrimonio resulta ser un estado que va en contra de la propia
esencia del individuo. Ahora voy viéndole algún sentido a por qué la gente se
vuelve totalmente loca en las despedidas de soltero; ese abandonar la diversión para pasar al aburrimiento se merece plantarte un pene en la cabeza e ir dando
el cante de bar en bar… Aunque esta exhibición de chabacanería se va a acabar
si prosperan las medidas
que empiezan a tomar algunos ayuntamientos para que no se salgan de madre estos
momentos de exaltación de la amistad y la soltería.
Y yo
me pegunto: ¿Por qué se casa la gente si el panorama que les espera es tan
desolador?
¿Por amor? ¡Venga! Por amor puedes seguir estando soltero y compartir tu vida con esa persona de la que te has enamorado el tiempo que dure el amor.
¿Por amor? ¡Venga! Por amor puedes seguir estando soltero y compartir tu vida con esa persona de la que te has enamorado el tiempo que dure el amor.
¿Por
convencionalismos? ¿Todavía se estila eso?
¿Por
tener más sexo? Puede…
¿Por
fiscalidad?
Demasiado maquiavélico.
¿Por
hacer negocio? No creo, el coste
medio de una boda ha subido a más de 16.000 euros, y eso de recaudar de los
invitados el doble de lo invertido lo veo crudo.
En
fin, no busquéis una respuesta a por qué sigue casándose la gente –aunque cada
vez se haga menos, los matrimonios civiles superen a los religiosos y ante
notario haya más divorcios que bodas-. No existe razón que entre en ninguna
cabeza. Casarse es irracional… y lo digo yo que estoy casada y que aún recuerdo
mis años de soltera, dedicada solo a trabajar y divertirme, sin normas, sin más
planes que los míos, tardando en salir de viaje solo los dos minutos que me
llevaba preparar mi maleta, haciendo en cada momento lo que me apetecía sin
consultarle a nadie, tomando mis propias decisiones sin pedir consejo,
equivocándome sin tener que oír después ‘te lo dije’, conociendo gente,
descubriendo lugares, viviendo experiencias, enamorándome y desenamorándome… Ay
la soltería…, es como tener permanentemente veinticinco años.
Eso sí,
particularmente creo que, en la práctica, las mayores diferencias entre una
persona soltera y otra casada llegan cuando se presentan los niños. Hasta
entonces, el estado civil es anecdótico. Todos somos prácticamente iguales. Existe mucha literatura al respecto, pero he preferido escarbar en mi propia experiencia vital para encontrar 5 detalles claros que nos
distinguen a los solteros de los casados, cuando todavía ninguno somos padres:
-Los
casados pueden estar tiempo juntos sin hablar, mirando el paisaje, viendo la
tele, comiendo, paseando… Cuando eres soltero y te relacionas con otras
personas los silencios suelen ser incómodos.
-Las
habituales discusiones de pareja son un clásico en los matrimonios, lo mismo
que las posteriores placenteras reconciliaciones. Cuando estás soltero te
ahorras el primer paso.
-Cuando
estás casado y coges confianza, comienzas a relajarte, cuidas menos tu aspecto
físico: ya no andas metiendo tripa, tardas más en depilarte y dejas de
esmerarte en la elección de la ropa interior que te pones. Además pierdes el
pudor. Ya no te avergüenza que huela el baño después de utilizarlo tú y por
supuesto no te guardas los pedos, te puede dar un cólico de gases y eso es
malísimo. Todo esto sería inimaginable estando soltero, que cuando conoce a alguien, le
ahorra toda esa escatología con la ilusa intención de parecer perfecto.
-Los
solteros no tienen que dar explicaciones a nadie sobre sus actos, ni pedir
permiso para salir con amigos o llegar tarde. Prueba tú a hacer eso estando casado o a que lo haga tu pareja.
-Si
descubres que la otra persona no es tu media naranja y estás soltero,
solucionas la situación con un ‘Creo que esto no funciona… deberíamos dejarlo…
no es por ti, es por mí…’; si te das cuenta cuando ya estás casado,
piensas…’Uf, el papeleo, la casa, el reparto, los gastos, la mudanza… Démosle a
lo nuestro otra oportunidad’.
En fin, por rematar con una anécdota que podría ilustrar aún mejor este asunto, hace unos días un antiguo compañero de trabajo me preguntaba públicamente a través de las redes sociales si me había separado, porque había subido una foto mía en la que se me veía 'muy guapa'. Yo le pregunté si mejoraba el aspecto de la gente cuando se separaba, a lo que él contesto que lo que mejoraba era la selección de la foto, para añadir que las personas sin pareja no solían mentir en la Red porque si al llegar a una cena con alguien a quien solo has visto por internet te encuentras con un oso hormiguero, te largas... Ahí tenéis otra ventaja de los casados. No tenemos que enfrentarnos a la posibilidad de que alguien nos dé plantón en una cita porque parecemos osos hormigueros.
En fin, por rematar con una anécdota que podría ilustrar aún mejor este asunto, hace unos días un antiguo compañero de trabajo me preguntaba públicamente a través de las redes sociales si me había separado, porque había subido una foto mía en la que se me veía 'muy guapa'. Yo le pregunté si mejoraba el aspecto de la gente cuando se separaba, a lo que él contesto que lo que mejoraba era la selección de la foto, para añadir que las personas sin pareja no solían mentir en la Red porque si al llegar a una cena con alguien a quien solo has visto por internet te encuentras con un oso hormiguero, te largas... Ahí tenéis otra ventaja de los casados. No tenemos que enfrentarnos a la posibilidad de que alguien nos dé plantón en una cita porque parecemos osos hormigueros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario