Blog personal de Ángela Beato. Escribo lo que siento. Digo lo que pienso. Procura no tomarme demasiado en serio.

miércoles, 25 de octubre de 2017

Entre el deber y el querer

No importa que el director de TV3 sea independentista. Como tampoco importa que el presidente de RTVE sea votante del partido que gobierna. No pasa nada por serlo. Igual que ocurre con un cronista deportivo al que le toca informar sobre el mismo equipo de fútbol del que es hincha. Es de lo más común. No pasa nada. No está prohibido. De verdad os lo digo.

Claro que no pasa nada por ser independentista y dirigir la tele pública catalana en este convulso momento que atravesamos; pero podría pasar si pierdes la perspectiva, te dejas arrastrar por la pasión, lanzas consignas políticas a los empleados que están a tu cargo, te pasas por el forro no ya el concepto de objetividad, sino el de honestidad periodística y, persiguiendo tu aspiración personal, olvidas el principal sentido del periodismo, su responsabilidad social. Entonces ya sí tendríamos un problema, pero no sería en sí el independentismo, sino tu propia incapacidad para ser un buen profesional de lo tuyo y, en cambio, bordarlo como comisario político.

Claro que no pasa nada por presidir un medio público y compartir las mismas ideas políticas de quienes gobiernan. Pero empezaría a pasar si marcas una línea editorial acorde con esas ideas, arrinconas las de aquellos que no piensan como tú  y silencias lo que crees que puede perjudicar a la mano que te da de comer. Entonces el medio deja de ser público para servir solo a los intereses de unos cuantos. Y ahí sí tendríamos un problema, que no sería estrictamente la ideología del directivo en cuestión, sino su nulo compromiso con los principios básicos del oficio.

Claro que no pasa nada por ser un cronista deportivo que sigue a un equipo de fútbol y a la vez ser socio de ese mismo club, tener en el armario una bufanda con sus colores, que presida tu salón un poster de la plantilla y te sepas de memoria la letra y acordes de su himno. El problema surgiría si durante los partidos, en acto de servicio, te dejas llevar por la pasión, empleas la primera persona del plural para hablar de las victorias del equipo, discutes todas las jugadas que lo perjudican y cuando consigue un título, te exhibes sin pudor embutido en la camiseta oficial, dando botes con lágrimas en los ojos y coreando ‘loroloroloro’. Ahí vendría el problema, que no tendría nada que ver con ser madridista, culé o colchonero, sino con renunciar a ejercer dignamente de periodista deportivo para convertirse en un hincha más. 

Seamos benevolentes. Estas tres clases de periodistas se enfrentan a una gran misión, ser capaces de separar lo personal de lo profesional, o lo que es lo mismo, sobrevivir a la lucha entre el deber y el querer, entre el ángel y el demonio, algo que a veces se antoja complicado. Pero no solo en esta profesión. Porque imaginad dirigiendo una empresa de productos cárnicos a alguien vegetariano, ejerciendo el sacerdocio a quien se siente agnóstico o a un pacifista alistado en el ejército. Difícil, pero no imposible. Quién sabe lo que puede conseguirse con una buena dosis de fuerza de voluntad.


jueves, 19 de octubre de 2017

Mis dudas sobre la Ley de gratuidad de libros de texto

La Comunidad de Madrid está haciendo un sondeo por los centros escolares públicos para saber qué familias estarían interesadas en participar en el Programa Accede, el sistema de préstamo de libros de texto y material curricular gratuitos en la enseñanza básica que pretende implantar el ejecutivo regional a partir del próximo curso. Según la circular, hay que remitir esta información al centro educativo como muy tarde el día de hoy, 19 de octubre, fecha que algunos padres han interpretado como limite para apuntarse. Lo cierto es que la encuesta pretende hacer una estimación del número de alumnos con que se contaría, pero no es nada definitivo o que comprometa ni a los apuntados ni a los que han olvidado rellenarlo a tiempo. Tranquilos, la Administración tampoco ha terminado de hacer su trabajo.

Os digo esto porque precisamente hoy, la Asamblea de Madrid debate por segunda vez esta Ley de gratuidad de los libros de texto. Y os preguntaréis, ¿pero no estaba ya aprobada? ¿No nos la vendieron ya en verano a bombo y platillo? Es más, los propios padres acogimos el anuncio con alborozo; quizá a algunos la incredulidad les hizo tardar en reaccionar y celebrarlo a lo grande –ahora vemos que obrar con cautela es siempre una virtud-, pero en general todos nos alegramos porque al fin teníamos un argumento positivo entre las noticias sobre educación. Pues resulta que había algunos flecos que cortar o alguna imprecisión que pulir. Se ve que en su momento, por el error de una diputada popular que equivocó el sentido de su voto, se introdujeron en el texto unas enmiendas presentadas en el último momento por el PSOE que ahora se quieren eliminar. Da la casualidad que esas partes de la norma hablan de ayudas económicas directas para las familias, imagino que al estilo de Andalucía, donde se manejan con el chequelibro, o la Comunidad Valenciana, donde también hay dinero de por medio. El caso es que a estas alturas, cuando los centros educativos ya han remitido a las familias la circular informándonos sobre el programa y solicitando que rellenemos el cuestionario rapidito, la ley está aún siendo retocada. En fin…

Es en esta misma misiva que hemos recibido las familias donde figura la madre del cordero de este sistema que cuanto más analizo, más me inquieta. “Para participar en esta iniciativa será indispensable que los alumnos conserven sus libros y el material curricular en perfecto estado a partir del presente curso 2017-2018”. Es decir, que la base de este proyecto pasa, de entrada, por que las familias entreguemos los libros que hemos pagado este curso y recibamos a cambio los del curso siguiente, que a su vez habrán pertenecido a otra familia que los ha pagado y se desprende de ellos a cambio de otros, y así sucesivamente. Toda una cadena de favores de unos padres a otros, pero con el centro educativo de por medio. Hasta donde logro entender el primer año de este plan es perfecto, a la Administración le cuesta bastante poco, los que prestamos somos los padres, no el centro, que simplemente hace de organizador e intermediario. Algo que, por cierto, ya hacíamos muchas familias por nuestra cuenta, intercambiar libros de texto con conocidos e incluso revenderlos a un módico precio, cualquier cosa menos soportar el abuso de tener que soltar el equivalente a la mitad del sueldo mínimo interprofesional para que nuestros hijos reciban formación en la escuela pública.

El caso es que me surgen varias dudas acerca de cómo se va a gestionar este programa. A saber:

-¿Qué pasa si un alumno no conserva en perfecto estado el material? Porque los padres podemos ser muy pesados y machacones con eso de ‘Cuida los libros’, ‘No escribas en ellos’, ‘Trata bien tus cosas’, pero al final algunos ya son autónomos y no puedes estar supervisando lo que hacen todo el día. Entonces, si las esquinas del libro de matemáticas están dobladas y en alguna hoja del de Lengua un día alguien pintó un garabato que no se quita, ¿qué pasa? ¿Se le excluye del sistema? ¿Se le sanciona? Después de repasar algunas de las claves sobre esta Ley, supongo que habrá un desarrollo de la norma para saber cómo actuar en estos supuestos, pero no descartéis las sanciones y con ellas los conflictos.

-A pesar de la advertencia de esta circular, todavía hay profesores que les dejan e incluso piden a sus alumnos que rellenen los ejercicios en el libro, aunque sea con lápiz. No estaría mal que se coordinaran en ese aspecto. Además, siempre hay material de un solo uso, el workbook de marras. Entiendo que ese se facilitará nuevo cada año. Incluso, bien mirado, puede que ahora que la Administración corre con los gastos, envíe una consigna a los centros para que alarguen la esperanza de vida de los libros y no cambien de editorial con tanta frecuencia, así se ahorran unos eurillos.

-Este sistema es universal, puede participar cualquiera, es decir, no se va a tener en cuenta la renta para adjudicar los libros, así que tienen el mismo derecho la familia que gana 5.000 euros al mes que la que tiene a alguno de sus miembros en paro y va ahogada. Y ya se sabe cómo son estas cosas. Cuando se ofrece algo gratis, se apunta hasta el más pintado. Creo que si yo tuviera una posición económica holgada no entraría en esta rueda, de hecho nunca he reclamado ayuda ni beca para ninguno de mis hijos; pero quizá el resto no son como yo, y aunque no les suponga un roto el pago anual de los libros de texto, prefieren que les salgan gratis los libros y dedicar el dinero que se ahorran a mandar al niño a esquiar o simplemente a una mariscada. Lo veo poco justo, la verdad.

-Si este primer curso salen más peticiones de cursos inferiores que de superiores, es decir, si no hay suficientes libros usados para prestar, entonces digo yo que se recurrirá a la compra de los libros a las editoriales. Entonces, con qué criterio se van a repartir los nuevos. Todo el mundo prefiere estrenar libros, así que ¿harán un sorteo o será aleatorio? Lo único que está claro es que los del último curso tendrán libros nuevos y gratis. Ellos sí tendrán el honor. Que se queden tranquilos los editores, van a seguir recibiendo pedidos. ¡Ah! Los de Bachillerato que se olviden. Lo mismo que los de Infantil de 3 a 5 años. Ellos están fuera de la educación obligatoria.

-¿Y quién se va a comer el marrón de organizar este trueque? Porque no van a ser ni uno, ni diez, ni veinte los alumnos que van a apuntarse en cada centro. Me apuesto lo que queráis a que será como mínimo más del 50% del alumnado por colegio o instituto. La logística para recibir todo ese material y distribuirlo no me parece fácil. Para empezar necesitas un espacio amplio donde almacenar los libros, seleccionarlos, organizarlos, entregarlos... Sospecho que, como siempre, la inestimable colaboración de las AMPAs va a resultar de vital importancia.


Vale, sí, probablemente todo esto que me planteo son menudencias si se comparan con el fondo de la cuestión, la gran idea de evitarnos pagar entre 300 y 400 euros cada curso. Demos tiempo al tiempo y empecemos por ver si nuestros políticos se aclaran con la norma, para después esperar al final de curso y descifrar todos estos misterios.



-->

viernes, 13 de octubre de 2017

Estudiar en la edad adulta, ese gran desafío

El lunes tengo un examen. Debería estar estudiando en vez de estar escribiendo este post, pero ese es uno de los problemas de ponerse a estudiar cuando uno ya es adulto, que siempre encuentras alguna cosa mejor y más urgente que hincar los codos. Por eso se hace tan cuesta arriba. Os preguntaréis por qué a estas alturas me da por volver al cole. No es exactamente así. En realidad la culpa la tiene el desempleo. Entre los numerosos puestos de trabajo que voy encontrando y a los que me postulo figuran también las plazas que oferta la Administración, muchas de las cuales requieren de un concurso-oposición para su adjudicación. A lo largo de los últimos meses me he ido apuntando a todas las que salían. Confiaba en que los plazos de unas y otras no coincidieran y hubiera margen entre los distintos exámenes, pero no ha sido así. De aquí a final de año, se me acumulan las pruebas. Concretamente esta próxima semana tengo tres.

Pensaréis que siendo una adulta responsable decidida a pelear por un puesto de estos me habré preparado bien los temarios durante todo este tiempo. Bueno, no ha sido exactamente así. Intención sí le he puesto. He rastreado por Spotify en busca de listas de música clásica para estudiar y tengo mi favorita. Con el mismo propósito, concentrarme en el estudio y aislarme del exterior -que son mis hijos merodeando-, he aprovechado además para confeccionar yo misma una playlist de bandas sonoras instrumentales míticas. Cualquier cosa con tal de procrastinar


También he buscado en Internet consejos para enfrentar este reto y he encontrado información muy útil. Pero claro, cada vez que me conecto no puedo evitar ojear las noticias, entrar en Linkedin por si aparece alguna buena oferta, dar una pasada por las redes sociales y consultar mi correo electrónico. Sí, lo sé, un desastre. Pero es que siento que centrarme solo en el estudio me obliga a estar ausente y si no se me detecta en el mundo virtual, nadie se acordará de mí en el mundo real. Y todo me lleva a la pescadilla que se muerde la cola. Entonces me entra hambre, voy a la cocina y termino montándome un buen aperitivo. Allí me acuerdo de que debería poner una lavadora o que falta algo por comprar o que tenía pendiente alguna otra cosa. 

Resumiendo, que de los 25 temas que me entran en el examen del lunes solo me ha dado tiempo a leer de momento cinco. Confío en que la suerte y la inspiración se alíen y me den un empujoncito. De todos modos el hecho de saber que me enfrento a casi 150 personas por una plaza de periodista en un gran museo no contribuye a motivarme en exceso, sobre todo cuando comparo las puntuaciones del concurso de méritos y veo que parto en clara desventaja. 

Es impresionante la cantidad de periodistas que estamos necesitados de un empleo. Ya era consciente de ello, pero ahora que mi DNI aparece en listas de admitidos junto con otros muchos como yo, lo visualizo más claramente. Hasta el momento me han descartado de dos de estos procesos. En uno de ellos, para un par de contratos de relevo en la Comunidad de Madrid, ni siquiera tuvieron en cuenta mi experiencia ni mi formación, a pesar de reclamar puntualmente y darme paseos de casa al Registro. En el otro, para el Mando del Estado Mayor de la Defensa, sí logré que reconocieran mis méritos y hasta llegué a la entrevista, pero ni el puesto estaba hecho para mí ni yo para el puesto. Aunque soy bastante guerrera, tengo alma pacifista. 

Me quedan cuatro oportunidades más. Para enfrentarme a ellas debo zambullirme en la Constitución, la Administración del Estado, el Derecho Administrativo, el Convenio Único y demás peaje burocrático. Un infierno, vamos, que me hace reflexionar sobre lo injustos que son algunos con los funcionarios. Después de haber tenido el valor de tragarse todos estos temarios y hacer un esfuerzo sobrehumano para sacar su plaza, qué queréis que os diga, para mí son unos héroes. De hecho tengo serias dudas sobre si podré emularles. Confío, de todos modos, en ser capaz de contestar al menos las preguntas relativas a lo mío, el periodismo. Que esa es otra, digo yo que lo interesante sería ponerme a prueba en ese aspecto, en si estoy capacitada para trabajar en un gabinete de prensa institucional. Porque para el resto de materias, en caso de necesitar solventar alguna duda, siempre tendré al señor Google, como todo el mundo.

Lo peor de todo es que siempre he pensado que lo de un puesto para toda la vida no iba conmigo, que yo tenía un espíritu libre y que eso de las oposiciones era para gente conservadora. Puede que en el fondo ese sea el problema.

En fin… ¿que por qué os cuento todo este rollo? Por lo que os decía al principio. Siempre busco cualquier excusa para no estudiar. Y así no se puede. Soy incorregible. Con qué autoridad les voy a decir luego a mis hijos que se apliquen.

martes, 3 de octubre de 2017

Guerra sucia en las redes

Conservo en el móvil un texto, que me llegó a través de una amiga, supuestamente escrito por Isabel Coixet a propósito del conflicto catalán. Nada más comenzar a leerlo me dio por dudar de que aquello lo hubiera vomitado la Coixet. No obstante, para asegurarme, entré en Google, hice un pequeño rastreo y confirmé mis sospechas. El texto ha ido difundiéndose a través de los perfiles de Facebook de distintos periódicos gracias a que un par de ‘ciudadanos’ han tenido a bien compartirlo en el apartado de comentarios de las noticias que van publicando estos medios y donde, por cierto, otros usuarios que sintonizan con el mensaje declaran su admiración por la directora, elogian su arrojo y manifiestan su intención de compartirlo en otras redes por su importancia. Curiosamente nadie lo pone en duda o lo cuestiona. La directora de cine siempre se ha expresado libremente sobre el conflicto pero no en esos términos. Y como muchos otros a los que se les han atribuido textos que no habían escrito, ha tenido que desmentir públicamente su autoría.

Unas horas antes, mi hija, consternada, me vino con la noticia de que un pequeño de 6 años se había quedado parapléjico por los ataques de la policía el 1-O. Se había enterado del suceso por el móvil. No tuve que confirmar nada. Inmediatamente le dije que aquello no podía ser verdad. Le pregunté por qué vía le había llegado la noticia, cuál era su fuente, qué datos le habían aportado y ya, viendo que me estaba pasando de ‘profesional’, le hice ver un pequeño gran detalle de pura lógica. Si una sola persona, adulto o niño, hubiera muerto el 1-O por los sucesos de Cataluña, la noticia estaría en la portada de todos los periódicos, abriría todos los telediarios y habría provocado la dimisión en cadena de todo el gobierno nacional y el catalán. Aún así, para que se quedara más tranquila, pues su móvil seguía recibiendo mensajes airados de amigos que seguían dando por cierta la noticia, le pasé el tuit oficial en el que se desmentía la atrocidad y se desmontaba el bulo.

Hasta ahora, como veis, son anécdotas de poco recorrido; ni mi amiga ni mi hija son creadoras de opinión ni tienen muchos seguidores ni responsabilidad alguna en la sociedad. Lo malo es cuando un eurodiputado como Ramón Tremosa, del PDCat, tuitea esta foto con el hashtag #CatalánReferendum y da a entender que capta un instante de tensión de los vividos en Barcelona entre policías antidisturbios y jóvenes criaturas pacíficas. La realidad es que esa foto no es ni de Barcelona ni de este fin de semana. Es de Chile de hace un año. Pero da igual. Todo vale.

Y podría seguir mencionando mentiras que algunos siembran con el propósito de que florezcan en aquellas cabezas que son terreno propicio para el cultivo. Afortunadamente, arruinando esa burda estrategia, surge quien no deglute sin paladear previamente y que no está dispuesto a que nos tomen por tontos y nos intoxiquen. Os invito a seguir la cuenta Maldito Bulo para seguir sorprendiéndoos con la cantidad de material incendiario que van arrojando los pirómanos en este polvorín. 

Con todo esto quiero apuntar que esta guerra en la que nos vemos inmersos apela al sentimiento más que a la razón y se está librando con todas las armas posibles, incluido el gran altavoz de masas que son las redes sociales, que amplifican también las mentiras. Quien se inventa este terrorífico relato cuenta con varias bazas:

-Hay una buena parte del público que solo se informa en las redes sociales y da todo el crédito a lo que le llega, sin cuestionarse si es una auténtica barbaridad. Se informa en sus medios afines, sigue a gente en la que cree y quiere creer lo que le cuentan.

-Internet es un medio en el que las noticias, también las falsas, circulan a la velocidad de la luz. De tal manera que cuando ya el bulo ha sido desmontado, todavía sigue recibiendo likes de gente que aún vive en la ignorancia.

-Difama que algo queda, deben pensar. Y no se equivocan. Siempre resulta más fácil echar mierda que limpiarla.

Utilizar la guerra sucia de la desinformación para manipular al público es una estrategia vieja, lo nuevo es emplear para ello las armas virtuales que nos proporcionan los social media. Mi consejo: poned en cuarentena todo lo que os llegue por las redes sociales, contrastad si es una fuente interesada y si realmente queréis estar bien informados, recurrid a los medios tradicionales.