Blog personal de Ángela Beato. Escribo lo que siento. Digo lo que pienso. Procura no tomarme demasiado en serio.

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miércoles, 12 de octubre de 2016

Lo nunca visto: Discutiendo por una fiesta

Exterior, día. Eje Prado-Recoletos. Ambiente gris y lluvioso. Con la que está cayendo, un día de inclemencias meteorológicas era el escenario más ad hoc para celebrar hoy la Fiesta Nacional de España. 12 de octubre. Tal día como hoy, en 1492, Colón llegó a la isla Guananí, hoy la isla de San Salvador, en el archipiélago de las Bahamas, lo que supuso el primer contacto del viejo mundo con el nuevo mundo.

Desde principios del siglo pasado, el de hoy es un día festivo, aunque haya ido variando su denominación. Fue el Día de la Raza y luego el Día de la Hispanidad, antes de llegar a ser simplemente la Fiesta Nacional de España. Y, por supuesto, el Día del Pilar. Según recoge el BOE, fue el gobierno socialista de Felipe González el que puso negro sobre blanco a través de la ley 18/1987, la elección de esta fecha como Fiesta Nacional de España, por simbolizar "la efeméride histórica en la que España, a punto de concluir un proceso de construcción del Estado a partir de nuestra pluralidad cultural y política, y la integración de los Reinos de España en una misma monarquía, inicia un período de proyección lingüística y cultural más allá de los límites europeos".

Vale, muy bien. Pero no a toda España le gusta esta fiesta. O no toda España se siente identificada con lo que representa o representó esa fecha en algún momento de la historia. Y, como ya es habitual en este país tan 'polarizado', igual que con los toros, aquí todo es o blanco o negro. O estás conmigo o contra mí. Hay quien considera que estamos celebrando un genocidio indígena. Y hay quien solo ve la conmemoración del encuentro entre dos mundos.

Un juez dictó la orden de cerrar hoy el Ayuntamiento de Badalona. La alcaldesa de este municipio catalán explicaba esta semana que los sindicatos habían pactado con el Consistorio dar la opción a los funcionarios de ir a trabajar en este día y, a cambio, faltar el 9 de diciembre, que hay un sabroso puente de por medio. Hay quien ha querido interpretar que el gobierno municipal, de Guanyem Badalona, retaba al Estado al saltarse la norma de una Fiesta Nacional. Yo creo que en el fondo no es exactamente así, aunque los que gobiernan se estuvieran frotando las manos con el mensaje político que traslucía esa decisión sindical. En realidad detrás hay simplemente un interés práctico: este 12 de octubre ha caído en medio de la semana y todos sabemos que un festivo en medio de la semana es un día perdido. Los buenos son los que caen en lunes o viernes, si me apuras en martes y jueves, para luego faltar cuatro días muy ricos. El caso es que al final se han pasado la orden judicial por el forro y han atendido al público. Ignoro si habrán tenido mucha cola. No sé por qué me da que habría más prensa que ciudadanos con ganas de hacer gestiones. Aunque nunca se sabe. Hay gente 'pa’to'. Y si toda la semana curras y un día te dan fiesta en el trabajo, aprovechas para ir a tu Ayuntamiento a pedir el certificado de empadronamiento o a pagar el impuesto. Esto es así. Y, ¡ojo!, porque no es el único municipio que ha desafiado la tradición hispana.

En otro Ayuntamiento, el de Madrid, el conflicto relacionado con esta fecha se saldó con un cruce de banderas: la indígena que ha colocado Carmena en su balcón y la española que exhibe el PP de Aguirre en sus dependencias. Damos demasiada importancia a los símbolos. Cuando ya las palabras pierden su fuerza de tantas veces que las repetimos, tiramos de los símbolos, que son como indirectas, como dardos que llevan escrito ‘a ver si lo pillas’.
Y en las redes sociales, campo de batalla de las bajas pasiones, nos encontramos a unos insultando a los otros. Todos contra todos. Los unos contra los que piensan distinto. Los que tienen muy arraigado el espíritu nacional contra los que no se sienten españoles por los cuatro costados. ¡Qué aburrimiento!

Parece que el individuo, el ser humano, a pesar de ser un ente independiente, deba tener el sentimiento de pertenencia a algo mayor. Si eres mujer, a la ninguneada población femenina. Si tienes hijos, al saco de madres sufridoras. Si eres periodista, al castigado gremio que trata de informar. Si eres del Barça, a los culés que elogian a Messi y Piqué. Si eres española, al colectivo de ciudadanos españoles abanderados... Y defender de manera grupal tus derechos. 

Qué tal si respetamos que cada uno se limite a sentir lo que siente y reclamar lo que considere justo como individuo, independientemente de si pertenece o no a una tribu, sobre todo en este escenario globalizado donde nos ha tocado interpretar nuestro papel. Lo siento, pero cuando surgen estas polémicas tan manidas, a mí me dan ganas de tirar del anuncio de la cerveza San Miguel y gritar a los cuatro vientos que me siento ciudadana de un lugar llamado mundo.

Reconozco que esta polémica con la Fiesta Nacional me tiene descolocada. Con lo que nosotros somos y hemos sido, amantes de festejar y no dar un palo al agua, y andamos discutiendo por la idoneidad de un día de fiesta. Recomiendo que pongamos los pies en la tierra y comprendamos que todo se reduce a la ubicación de los días festivos. Estoy convencida de que el 90% de la población no cuestiona si es la Inmaculada Concepción, el Día de San José o el Día del Pilar. Lo que quieren es disfrutar de un día libre. Más en concreto, de 9 días libres nacionales, 3 más regionales y 2 más locales a lo largo de todo el año. Y si caen estratégicamente y permiten alargar el fin de semana, por delante o por detrás, mejor que mejor.

En cuanto a las reminiscencias bélicas del desfile militar que escuecen a los pacifistas y la petición de algunos para que se suprima, a mí ni fu ni fa. La parada militar me huele a naftalina, la estética me parece carne de NO-DO y, si es cierto que cuesta 800.000 euros, yo sería partidaria de invertirlos en algo más útil. Aunque también soy consciente de que este tipo de exaltaciones patrióticas tienen su público y hay gente a la que le dan subidón. Vamos, que cumplen una labor social con esa parte de la población que también paga sus impuestos y tiene derecho a que le den una alegría.

Conclusión: que pregunten a las nuevas generaciones, los menores de quince años, si saben qué día se celebra hoy y por qué. Y un reto mayor. Que le hagan esa misma pregunta a sus padres. A lo mejor tampoco lo saben. Solo celebran no tener que madrugar para ir a la oficina. Y más si ha amanecido un día lluvioso. 



viernes, 26 de agosto de 2016

Veraneando y con el reguetón perreando

El cantante Dani Martín, antiguo vocalista del grupo El Canto del Loco, publicaba hace unos días este tuit crítico contra el estilo de música de moda esta temporada: el reggaeton o, ya que lo admite la RAE, el reguetón. Aunque un poco drástico en su afirmación, le comprendo. También imagino que cuando lo escribió ya estaría preparado para el chorreo que le cayó después por parte de los y las amantes de este ritmo pachanguero, que han contraatacado poniendo el dardo en su música.


En mi modesta opinión, el reguetón es el estilo musical más simple y sexista creado hasta la fecha, pero no el único. Mediante letras muy básicas, la mayoría de las canciones de este género cosifican la figura de la mujer de mala manera. El tema recurrente es el sexual. Básicamente en estas pequeñas historias que se cantan, el hombre se pone cachondo porque la mujer –naturalmente con poca ropa- menea su cintura, saca a pasear su culo y espera que un tipo se aproxime para restregarse. Los vídeos son un reflejo de estas mismas letras. Se ven más culos con tangas que puestas de sol. De hecho hay una especial fijación con esa parte de la anatomía femenina. Si uno se toma la molestia de escuchar atentamente las letras de algunas de las canciones que este verano están sonando en verbenas, bares, chiringuitos y disco-movidas, encontrará perlas como estas:

"Yo la conocí en un taxi en camino al club. Me lo paró el taxi… No me importa si es casada. No la quiero pa instalarme. Yo no quiero que sea sólo para mí… Oye, mira esa mujer! Está dura, dura, qué dura, pero ya tú sabes que ella quiere efectivo dinero, visa qué chula, lula, con culo de mula, y no le tengas duda, ella le saca todo el jugo a la uva que hace vino, sí hace vino”

Habréis observado cómo Pitbull le canta a una mujer culona, puta y cosechera.

“No llores por un bobo. Si él te deja sola yo te robo. Te llevo a un lugar escondido donde podremos estar solos”.

J. Balvin considera que si no tenemos pareja nos quedamos solas y somos susceptibles de ser robadas

“Te quedaron bien hechas esas nalgas. Salúdame al cirujano (…). Yo quiero ver todo ese poderío. Yo no soy tu pai pero ese culo es mío”. 

Aquí en ‘Tumba la casa mami”, un tal Farruko se toma el atrevimiento de insinuar que nos hemos gastado el dinero en operarnos el culo y encima se cree que es de su propiedad.

“Atardeció, en una fiesta loca se me presentó, ella estaba bien buena y me cautivó. Muy caliente ella, muy caliente yo. Me volvió loco”. 

Estar buena y caliente es imprescindible para cautivar a Dasoul y Kiko Rivera en una fiesta.

“Que bien te queda a ti esa faldita. Ella es señora, no es señorita. Sexy baila y me deja con las ganas. Cómo te luces cuando lo meneas. Cuanto quisiera hacerte el amor. Enséñame lo que sabes. Si necesita reggaeton dale. Sigue bailando mami no pares. Acércate a mi pantalón dale. Vamos a pegarnos como animales”

J. Balvin, de nuevo –un maestro del género-, opina sobre nuestro atuendo, nuestro estado civil y remata pidiéndonos que nos restreguemos bien contra él.

“Dicen que tú eres una amenaza por la forma que tú eres tan bella. Los hombres se pelean cuando pasas, eres la envidia de todas las nenas”.

Según Alexis y Fido, la mujer guapa provoca disturbios entre machos y hembras. 

“Ella se vuelve loca-ca-ca, lo mira y se muerde en la boca-ca, se piensa que él es un idiota-ta, sabe que to' el mundo la toca-ca...”.

El inefable Juan Magán cree que a lo que aspiramos es a que nos magreen.

“De dónde llegaste ni pregunté, lo único que sé que quiero con usted, quedarme contigo hasta el amanecer. Óyeme mamasita tu cuerpo y carita, piel morena lo que uno necesita, mirando una chica tan bonita, me pregunto por qué anda tan solita. Ven dale ahí ahí moviendo todo eso pa' mi, no importa idioma ni el país, ven vámonos de aquí que tengo algo bueno para ti, una noche de aventura hay que vivir. Óyeme ahí ahí, mami vamos a darle, rumbeando y bebiendo a la vez, tú tranquila que yo te daré una noche llena de placer”.

Según Nicki Jam, si estás buena y sola, eres sospechosa, pero tranquila, que ya se encarga él de hacerte disfrutar, porque seguro que tú sola no sabes...

Y no sigo, que no quiero aburriros... En fin... Una vez realizado el análisis profundo de estas letras con tanta enjundia, yo me pregunto: si son canciones manifiestamente machistas, que tratan a la mujer como un puro objeto de placer para el 'cani' que las interpreta, ¿por qué les gusta tanto el reguetón a las chicas?

¿Porque está de moda?

¿Porque es fácil de bailar?

¿Porque es pegadizo?

¿Porque te permite hacer movimientos sexis con alguna excusa?

¿O porque a la canción del verano no se le pide demasiado?

A mis hijos les encanta el reguetón, creo que se debe a que tienden a llevarme la contraria y saben de mi animadversión hacia ese estilo musical, y también a que en alguna estrofa se dicen frases con doble sentido cuando no abiertamente erótico-festivas. Si tienes la hormona alborotada, un ‘dale’ te sugiere de todo y un culo no te digo. Es cierto que cuando uno sale de fiesta se deja llevar más por el ritmo que por la letra. De hecho este verano yo misma me he visto bailando reguetón en más de dos ocasiones. Te arrastra su ritmo latino, caribeño… Con tanto calor, el tinto de verano, las fiestas patronales… te ves más receptivo y acabas meneando las caderas y aparcando prejuicios. 

Siento deciros que los reguetoneros no han inventado nada. Echando la vista atrás, repasando la historia de la música tradicional y ligera, encontramos numerosos ejemplos de canciones en cuyas letras ‘picaronas’ las mujeres no salen muy bien paradas que digamos. Georgie Dann, máximo exponente de la canción del verano, ya inventó ese género, aunque sus insinuaciones sexuales eran mucho más sutiles. Y si no me creéis, aquí tenéis la letra de la fabulosa canción ‘El Chiringuito’, de 1988, hace casi 30 años. Viva la evolución.

“Las chicas en verano no guisan ni cocinan, se ponen como locas si prueban mi sardina. Está el menú del día, conejo a la francesa, pechuga a la española y almejas a la inglesa. Si sube la marea me va de maravilla, la gente se amontona y yo les doy morcilla”.

Corrían los 90 cuando sonaba este estribillo en boca de las televisivas Mama Chicho: "Mamá, Chicho me toca, me toca cada vez más. Mamá, Chicho me toca, me toca, me toca, defiéndeme tú. Mamá, Chicho me besa, me besa cada vez más. Mamá, Chicho me besa, me besa, me besa, aléjalo tú. Tócame, Chicho, si mamá no mira, porque si nos ve no nos va a dejar. Tócame, Chicho, si mamá no mira, porque si nos ve nos hace casar".

El mundo de la jota y el folclore en general es un no parar de ‘picardías’ sexistas. Ahí tenéis al propio Pablo Echenique, representante de la nueva política, entonando ese clásico 'Chúpame la minga, Dominga' que tanta cola ha traído, si se me permite la expresión. Y hay más ejemplos a lo largo de toda la discografía en castellano -no entro en la anglosajona, que también los tiene-. Por eso, pienso que la guerra no debería ser contra el reguetón en sí. De hecho, además de tipos malos con gorra, gafas de sol y cadenas al cuello, existen mujeres que componen e interpretan esta clase de música -pocas, es verdad- con otro espíritu muy distinto. Incluso creo que alguna letra de Dani Martín podría ser susceptible de adaptarse musicalmente y versionarse al ritmo reguetón, y no dudo que cualquier orquesta lo esté haciendo en alguna verbena de pueblo estos días, probablemente con gran éxito y sin que los sepa el propio artista. 

Lo suyo es evolucionar e inculcar en las nuevas generaciones el buen gusto y el rechazo a cualquier manifestación cultural y artística que nos haga de menos a las mujeres sin -por supuesto- limitar ni condicionar el proceso creativo de nadie. Y así, poco a poco, ir desterrando reminiscencias del pasado. En esto también funciona lo de la oferta y la demanda: si nadie consume esos productos, nadie los producirá y desaparecerán del mercado. 

En resumen, particularmente prefiero las canciones bonitas, las que tienen una buena melodía, con letras trabajadas, que cuenten historias con enjundia, que empleen rimas naturales, no forzadas, que se note que no han sido escritas en un minuto… Esas son las canciones que yo escucho en el coche, en casa, por internet, cuando salgo a caminar, las que forman parte de la banda sonora de mi vida. Las que compro y consumo. 

En una noche de fiesta, una vez animada, me bailo yo hasta una jota o un pasodoble, si es necesario. Y hasta un reguetón. Y por supuesto, cualquiera de Dani Martín. Lo que me echen. ¡Faltaría más! Pero en mi colección de música no busquéis nada de esto.


miércoles, 27 de julio de 2016

Mi hija ha leído '75 consejos para sobrevivir en el colegio'. ¿Y qué?

Mi hija tiene en su estantería el libro 75 consejos para sobrevivir en el colegio. Lo compró en una Feria del Libro de Madrid hará tres años, cuando era un mico de 10 primaveras. Por aquella época se hizo adicta a los libros de Diario de Greg. Se los había leído todos, y al descubrir este, con una estética interior muy similar, decidió gastarse sus ahorros. Miré el precio, no me pareció desorbitadamente caro y, después de revisar el resumen de la contraportada y echar un vistazo a algunas páginas al azar, concluí que se trataba del típico libro de humor para niños que están creciendo. Por aquel entonces ya había devorado, siguiendo mi consejo, varios de los libros de Manolito Gafotas, de Elvira Lindo, y noté que distinguía sin problema lo que era una ironía y una broma. Así que di mi aprobación y el libro de María Frisa se vino a casa con nosotros. En un par de días se lo leyó. No percibí en ella ninguna metamorfosis. Desde entonces sigue siendo la misma, aunque ha ampliado su vocabulario, sus temas de conversación y sus intereses, por no mencionar sus centímetros de altura. Entre sus deseos no está el de encontrar un novio por encima de cualquier cosa. De momento solo quiere pasarlo bien con sus amigas del alma. Está muy sensibilizada con el asunto del bullying -en parte supongo que por lo machacona que siempre he sido yo con lo de no hacer a los demás lo que no quieras que te hagan a ti- y forma parte del grupo de alumnos mediadores, una red creada para tratar de solucionar conflictos y alertar al centro sobre por dónde puede encenderse la mecha. 

Puedo afirmar sin temor a equivocarme que la lectura de este libro no sembró en ella ninguna idea tóxica ni machista, tampoco la incitó a la violencia y mucho menos a la sumisión. En algunos casos se vio reflejada en la protagonista y eso la reconfortó. Y sobre todo se rió. Porque para eso era el libro. Una ficción de humor. Por eso me sorprende la que se ha montado ahora con 75 consejos para sobrevivir en el colegio acusándolo casi de ser un manual diabólico y peligroso y pidiendo a Alfaguara su retirada de las tiendas, algo a lo que la editorial –creo que con buen criterio- se ha negado. Luego he visto quién está detrás de la petición y recogida de firmas a través de Change.org y como que la cosa me parece de todo menos seria. 

La autora se ha visto obligada a dar explicaciones a través de las redes sociales. Está totalmente descolocada y no es para menos. Hace cuatro años que salió a la venta el libro y es ahora cuando se le tiran encima. 

Y todo a raíz de un tuit de una internauta que evidentemente no ha debido leer nunca a Roald Dahl o, por no ponerme exquisita, no ha conocido a ese irreverente personaje de mi infancia que se llamaba Pippi CalzaslargasDe verdad no entiendo el linchamiento y me sorprende la implicación avivando el fuego de colegas a las que tenía en alta consideración.

Vivir con niños de 11 y 13 años me dan cierta autoridad para asegurar que el peligro no está en los libros que se editan para estas edades y que leen en algunos casos obligados por esa manía que tenemos los padres de querer que se aficionen a lo que creemos que es mejor para ellos. Me gustaría que mis hijos me pidieran que les bajara de la estantería Moby Dick, La isla del tesoro o Capitanes intrépidos, pero desengañémonos, en la era de la imagen lo que les gusta a ellos no es pasar páginas y ver un montón de letras juntas, sino tener una pantalla ante los ojos. Y de ahí les llegan los impulsos: de Internet, de los vídeos de Youtube, de las redes sociales, del boca a boca de otros compañeros que comparten grupo masivo de Whatsapp y donde siempre hay uno más listo que publica una foto, un enlace, un vídeo que les ‘enseña’ más de lo que sabíamos nosotros con 12. Y no os podéis imaginar la cantidad de material ‘sensible’ que impacta directamente en el cerebro de los críos a través de estas vías. 

Así que, lo siento mucho, la única manera de que nuestros niños no actúen como trogloditas ni perpetúen códigos viejunos como el machismo, o la idea de que lo más importante para una chica es encontrar novio, o la monstruosa afición de atacar al débil… no es prohibiendo libros, sino reclamando para los padres un papel más activo en la educación de sus hijos, de modo que orienten a los pequeños, les enseñen a distinguir lo que es o no un panfleto, lo que es hacer apología de conductas reprochables y, sobre todo, predicar con el ejemplo y preocuparnos por saber lo que les llega a través de ese mundo virtual paralelo. Eso, claro está, si conseguimos que nos dejen…


Apostaría el contenido de mi hucha de cerdito a que ninguno de los que han encendido esta polémica, empezando por la tuitera, siguiendo por el bloguero friki que ha iniciado la petición de retirada del libro o los palmeros anónimos que se prodigan por la red y terminando por las columnistas que se han puesto muy dignas, tienen hijos en edad influenciable. Y lo dice una madre, esa especie sobre la que se pueden leer en este libro cosas como esta.


En fin... Por ir terminando. Antes de juzgar hay que leer el libro y después decidir si es o no adecuado para una niña de 12 años. Si es que no, con abstenerse de comprarlo es suficiente. Y antes de pedir su retirada, analicen cuántas actitudes poco edificantes pueden aprender los niños en su propia casa, durante la cena o mientras en la tele suena el telediario, sin necesidad de leer un libro escrito, por cierto, con intención nada sospechosa. 

lunes, 4 de julio de 2016

A Quimi Portet se le cortó la 'llet'

Llevo haciendo escapadas veraniegas a Cataluña desde mi más tierna infancia. Hubo unas vacaciones que incluso traté de aprender a hablar el catalán, aunque cuando estás de descanso -desengañémonos- no tienes el cuerpo motivado para estudiar. Eso sí, siempre he pensado que esta lengua se entiende perfectamente y nunca he tenido problemas para captar lo que me decían. Ni punto de comparación con el euskera. Cuando escuchaba la TV3, si se me escapaba alguna de las expresiones que utilizaban los presentadores del telediario, preguntaba a quienes me rodeaban, me lo aclaraban y asunto resuelto.

En las tiendas, en los bares, en cualquier establecimiento de la playa, si me oían hablar en castellano por lo general me contestaban en esta misma lengua y si no, tampoco lo tomaba como una afrenta. Las personas catalanas que he conocido siempre han tenido la deferencia de dirigirse a mí en mi idioma y, si alguna vez se les ha ido la pinza hacia su lengua materna -como es natural-, han rectificado sobre la marcha, han pedido disculpas y han retomado el hilo en mi idioma para que la comunicación resultara más fluida.

En Cataluña he encontrado muchos castellanohablantes perfectamente adaptados a una comunidad autónoma donde el catalán y el castellano son lenguas cooficiales. Mis primos se relacionan indistintamente sin problema en ambas lenguas en función de quién sea su interlocutor. Mi tía y madrina lleva años residiendo en aquella tierra y ni ha abandonado su castellano de la Meseta, ni nadie le han obligado a renunciar a seguir soñando en el que considera su idioma. Es decir, que conozco múltiples ejemplos de cómo es posible vivir sin traumas en zonas de España donde se utilizan otras lenguas distintas a aquella con la que aprendiste a hablar. Es más, siempre he envidiado a aquellos españoles que han nacido en regiones donde se habla otro idioma además del castellano y que crecieron siendo bilingües, porque considero que nos llevan ventaja al resto. 

Así que cuando he leído el incidente lingüístico vivido por Quimi Portet, ex componente del mítico grupo El Último de la Fila, se me ha hecho raro, por no decir que me ha sonado completamente marciano. En el enlace podéis leer la historia, aunque como sé que algunos sois vagos, voy a resumirlo. El artista catalán viajaba en un ferry de Formentera a Ibiza, le entraron ganas de tomarse algo en el bar, se acercó y utilizando el catalán pidió un café con leche; el camarero parece ser que le dijo que no le entendía, algo que contrarió al músico, que decidió sacarle una foto y subirla a Twitter diciendo que ese empleado no entendía el catalán, a lo que el Community Manager de Baleària, la flota de barcos donde se desarrolló el incidente, le contestó pidiéndole disculpas y asegurando que ese trato era intolerable y que se tomarían medidas. 


Se me hace raro que un trabajador de una línea marítima como Baleària sea multilingüe pero no conozca ni le suene la lengua cooficial de las islas en las que opera el barco en el que trabaja. 

Se me hace raro que un camarero, aunque no sepa hablar catalán, no entienda la expresión cafè amb llet (café con leche), que debe ser una de las consumiciones más recurrentes en una barra de bar y que probablemente más escuchará en el itinerario que cubre esa línea, pero no tenga problemas en descifrar lo que le piden cuando oiga café au lait, white coffee o caffellatte.

Se me hace raro que la empresa anuncie que tomará las medidas oportunas, así por las buenas, antes siquiera de conocer la versión del empleado.

Se me hace raro que Quimi Portet fotografiara al empleado remolón sin ningún problema y que no se le vea al tipo nada contrariado por lo que parece es una imagen robada para denunciarle.

Se me hace raro que monte este follón un músico como Portet, que junto a Manolo García ha puesto banda sonora en castellano a tantos buenos momentos de mi vida.

No sé. Nada de esta historia me parece normal. Como nada normal me parece que sigan generándose polémicas, más o menos artificiales, por defender la primacía o el uso del idioma de cada uno, cuando los seres humanos, entes nacidos para socializar, deberíamos ser capaces de comunicarnos y derribar cualquier barrera que nos impida entendernos, empezando por los prejuicios.

lunes, 8 de febrero de 2016

Títere sin cabeza

Un concejal no puede estar al tanto de todo. Tampoco un concejal de Cultura. Resulta imposible que pueda saber punto por punto cada detalle de la programación de los centros culturales municipales o de las actividades organizadas por el Ayuntamiento con motivo de algún evento o fiesta, a no ser que sea una persona obsesa del control y exija que por su mesa pase cada dosier antes de la contratación. En ese supuesto no le quedaría otra que renunciar a dormir para poder supervisarlo todo. Y aún así dudo que le diera tiempo. 

Por eso, cuando uno ocupa el puesto de concejal debe rodearse de gente de confianza en la que poder delegar muchas de sus atribuciones con todas las garantías. No es cuestión de tomar posesión y convertirse en un títere, sino centrarse en las grandes cuestiones y que el personal a tu cargo ejecute el trabajo sucio siguiendo tus instrucciones; lógicamente se necesitan tantas personas como precise el área, autónomas, resolutivas y dotadas con la suficiente sensatez como para consultar los asuntos especialmente delicados antes de tomar algunas decisiones. De esta manera, si hay que organizar un programa de festejos para celebrar el Carnaval, puedes limitarte a marcar unas líneas de actuación -"chicos, busquemos algo colorido de fiesta y chirigota"- y que sean tus subalternos “sobradamente preparados” quienes se encarguen de diseñar un contenido ajustado al presupuesto, digno y coherente con el ámbito en que se va a enmarcar, elegido con criterio y siempre visualizado previamente. Es mejor renunciar a programar algo si no se sabe realmente de qué va. 


Hoy en día casi todo está en internet, así que basta con googlear un nombre para tener referencias o hacer un barrido por Youtube para encontrar imágenes de cualquier cosa. No vale contratar de oídas, confiar en lo que te recomiende un amigo o leer por encima un catálogo en pdf y dar el visto bueno. ¿Y por qué? Primero, porque con el dinero público no se juega. No olvidemos que cuando el vecino asiste a un evento municipal desea comprobar que el dinero de sus impuestos se invierte con cabeza. Y segundo, porque te arriesgas a promocionar a alguien que o no tenga la mínima calidad que exige un espectáculo impulsado por un Ayuntamiento o que maneje un mensaje equívoco y te la meta doblada. 

Si no sigues estas reglas de oro te arriesgas a equivocarte y organizar un pequeño caos que luego puede devenir en escándalo desproporcionado. Y cuando eso ocurre, yo no veo otra que soltar amarras. 

Es lo único que pienso decir sobre la polémica de los titiriteros.

jueves, 28 de enero de 2016

Qué es el arte

Nací en Toro que, como todo el mundo debería saber por su gran importancia en otros momentos de nuestra historia, está localizado en la provincia de Zamora. Allí ahora mismo hay un gran revuelo por el cartel seleccionado para anunciar las fiestas de Carnaval de este año. Por situar a quien lo necesite, el Carnaval toresano es antiquísimo. Hay que remontarse a 1590 para encontrar las primeras menciones, aportadas por las Madres Clarisas, hasta cuyo convento llegaba el alboroto que acompañaba a la época de Carnestollendas. Los carnavales de mi pueblo han tenido ordenanzas municipales que los regulaban a principios del siglo XX e incluso fueron de los pocos que, camuflados bajo el nombre de “Fiestas de Invierno”, lograron saltarse la prohibición franquista y seguir celebrándose. Toda esta larga tradición les hizo merecedores del título de fiesta de interés turístico regional en 1995. Son, por tanto, unas fechas importantes para muchos, no solo para los amigos de la juerga y el desenfreno, sino principalmente para los hosteleros que ven multiplicar sus ingresos con la visita de los turistas. 

Pero volvamos a la encendida polémica que tiene su origen en el autor de la obra, el artista local Rufino González de Córdoba, conocido por todos como Rurro. El “pecado” que ha cometido ha sido inspirarse para crear el cartel en el cuadro de la Virgen de la mosca, una de las piezas más emblemáticas del patrimonio artístico del municipio, visible en la sacristía de la Colegiata de Toro, y sobre la que circulan diversas teorías a propósito de su procedencia y autor. Aunque lo que siempre ha llamado la atención por encima de cualquier otra cosa es precisamente el insecto que le da nombre, representado en la rodilla izquierda de la Virgen, sobre el manto rojo, con tal realismo que parece de verdad posado sobre la pintura fresca y atrapado para la eternidad. Rurro reinterpreta la estampa flamenca del siglo XVI inyectándole el espíritu carnavalesco. Para que podáis apreciar ambas obras  y entender el conflicto, os las muestro a continuación.





El Ayuntamiento ha elegido este de entre todos los carteles presentados por su calidad, destacando la “gran idea” que ha tenido el autor al escoger este símbolo “para que protagonice una de las fiestas más importantes y que más une a todos los toresanos y toresanas” y hacerlo “desde el mayor de los respetos”. Aunque si uno lee los MÚLTIPLES REACCIONES publicadas en la entrada de Facebook mediante la que el Consistorio difundía la noticia, pronto repara en que no todo el mundo “comulga” con las ideas del Equipo de Gobierno -por cierto, del PSOE-.

Hay temas sobre los que es mejor no discutir porque las posturas suelen estar tan enfrentadas y ser tan opuestas e irreconciliables que sabes desde el principio que ninguno de sus defensores se apeará del burro. La política, el fútbol y la religión son tres de esos temas. Y lo que es peor, el debate sobre estos asuntos suele terminar en el fango del reproche y el insulto. Es un problema que arrastramos. Somos incapaces de dialogar, intercambiar opiniones o discutir sin terminar poniendo a caldo al que no piensa como nosotros.

No creo que en el ánimo de Rurro haya estado caer en la irreverencia o molestar a las gentes de fe. Tampoco mofarse de una obra de arte en el año en que Toro será sede de una cita artística de tanto renombre como LAS EDADES DEL HOMBRE. Todo lo contrario. Creo que su dibujo no atenta contra nada, ni siquiera contra las reglas del buen gusto. Otra cosas es que uno aprecie más o menos ese estilo pictórico. Y ¡ojo!, que en lo que se refiere a expresión artística tampoco ha inventado nada. Ya lo hizo antes Picasso con Las Meninas






Y si hay que buscar una escena religiosa, ninguna mejor que La Última Cena de Leonardo da Vinci, que ha tenido REINTERPRETACIONES a porrillo, a cada cual de gusto más dudoso. E incluso algunas ciertamente interesantes, como la propuesta experimental del artista bilbaíno José Manuel Ballester, que creó nuevas versiones de grandes cuadros de todos los tiempo en las que borró las figuras originales para invitarnos a ver las obras desde otra perspectiva. 





CONCLUSIÓN: no la hay. Salvo recurrir al chiste. ¿Qué es el arte?… Helarte es morirte de frío.