Blog personal de Ángela Beato. Escribo lo que siento. Digo lo que pienso. Procura no tomarme demasiado en serio.

lunes, 4 de julio de 2022

Comentarios de altura

Trabajo en un periódico digital. Mi labor básicamente es encargarme de la portada en el turno de tarde. Eso supone estar pendiente de cualquier última hora informativa mientras edito y jerarquizo los contenidos que aparecen en la página principal del diario.

Entre mis cometidos también está moderar los comentarios de los lectores. Es decir, leerlos y decidir si acepto su publicación o la rechazo. Este ejercicio es a ratos entretenido y siempre muy revelador. Terminas identificando a un puñado de asiduos que opinan de las principales noticias y detectando por sus palabras de qué pie cojean cuando aplauden o censuran medidas. Incluso cuando se enzarzan en discusiones entre ellos.

Las normas de uso indican claramente que “no está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes” y que el medio se reserva el derecho a eliminar los mensajes que considere fuera de tema. A pesar de ello, cada día me veo obligada a rechazar numerosas opiniones con insultos, descalificaciones y bromas hirientes contra los políticos de los que se habla en cada noticia.

Algunos también dirigen sus perlas contra el medio porque -dicen- se nos ve el plumero. Lo curioso es que coinciden en la apreciación tanto los que nos acusan de ser de derechas como los que nos encuentran demasiado escorados a la izquierda.

Más me preocupan los lectores que tienen por costumbre referirse a Isabel Díaz Ayuso, José Luis Martínez-Almeida, Mónica García, Pedro Sánchez y demás servidores públicos con apelativos de todo menos cariñosos. Y siempre con un nivel de agresividad preocupante. Como si solo se pudiera opinar insultando.

La práctica me ha permitido adquirir cierta soltura en la moderación de comentarios. Ya no dudo cuando encuentro un improperio. Lo borro de inmediato. En cambio hay otros mensajes que me generan un conflicto interno porque, aunque directamente no recurren al insulto y hasta derrochan ingenio, van cargados de mala baba.

Algunos juegan con los dobles sentidos, como esos que llaman a la presidenta de la Comunidad de Madrid IDA sembrando la duda de si será por sus iniciales o porque la están llamando loca. O los que se refieren a la líder de Más Madrid en la Asamblea como MEMA, utilizando su eslogan presentación de campaña de MÉdica y MAdre, aunque suene a otra cosa.


Entre los faltones sin insulto directo se encuentran los que aluden al físico de los mencionados en la información. Los últimos que recuerdo son unos que bromeaban con una imagen que publicábamos de los alcaldes de Madrid y Kiev. Aparecían estrechándose las manos tras firmar un acuerdo de hermanamiento entre ambas ciudades y la diferencia de altura entre ambos era más que evidente, 2 metros contra 1’63 a favor el ucraniano. Me parecía un chiste inapropiado y gratuito, así que no autoricé los comentarios con la mofa, pero tampoco los eliminé del sistema; los dejé en el limbo, para que la siguiente redactora encargada de la portada por la mañana decidiera qué hacer.

Valoro el gesto de interactuar con un medio de comunicación. Los usuarios que leen una información en cualquier periódico y se toman la molestia de escribir un comentario sobre lo leído tienen mucho mérito. Se agradece comprobar que hay alguien del otro lado consumiendo el producto de nuestro esfuerzo. Pero si lo más inteligente que pueden comentar de un servidor público es su estatura, su peso, su pelo o su atuendo, me decepcionan. Se me ocurren muchas otras razones para cuestionar a Almeida, que si mide más o menos, algo que, por otra parte, ni está en su mano solucionarlo ni afecta a su papel como regidor municipal.

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