Blog personal de Ángela Beato. Escribo lo que siento. Digo lo que pienso. Procura no tomarme demasiado en serio.

sábado, 6 de mayo de 2023

Réquiem por ‘Sálvame’

En los 14 años de emisión de ‘Sálvame’, en más de una ocasión habré visto algún momento del programa, voluntaria e involuntariamente, apretando el botón del 5 en el mando a distancia o zapeando, como todo hijo de vecino, aunque algunos eviten confesarlo por vergüenza o miedo al coste que podría pagar su reputación.

Como periodista, valoro el mérito que supone aguantar tanto tiempo en antena, primero luchando por las codiciadas audiencias televisivas y últimamente en la pelea de seguir destacando en un medio que ve amenazada su posición de poder por la competencia que suponen los contenidos audiovisuales alternativos para su consumo a través de redes sociales y plataformas de streaming.

También como colega, lamento que buena parte de las bocas que comen gracias a ese programa en La Fábrica de la Tele, la productora responsable del mismo, estén viviendo estos días la congoja de saber que en breve se irán al paro y deberán volver a buscarse la vida en el medio ahora que las cosas están tan achuchadas. Algo, por cierto, que sigue siendo habitual para quienes trabajan en proyectos televisivos, siempre esclavos de las audiencias y de la incertidumbre de saber la fecha en que firmas el contrato, pero desconocer la del finiquito.

Ignoro los motivos que han llevado a los directivos de Mediaset a cancelar el programa y entregarle la franja de tarde a Unicorn Content, la productora de Ana Rosa Quintana. Quizá han pensado que el formato estaba agotado. Puede que lo que se quiere es dar un giro a la línea de entretenimiento de la cadena. A lo mejor hay que echarle la culpa a estos tiempos electorales que lo contaminan todo.

Sea como sea, lo que rechazo frontalmente son los comentarios de quienes se alegran de la cancelación de este programa aplaudiendo el final de la “telebasura”. Sobre todo, me entristece que muchos de quienes lo celebran sean del gremio.


Resulta curioso que el corazón, como género periodístico, siga estando menospreciado dentro del oficio, cuando los medios convencionales considerados serios se nutren también de esos contenidos rosas, porque -desengañémonos- son los que más se leen y en formato digital dan más clics. De modo que se sigue desacreditando a los programas que abiertamente se dedican a ‘la farándula’, pero hemos normalizado que un telediario hable de Piqué y Shakira o que los periódicos incluyan una abultada crónica social.

‘Sálvame’ pasará a la historia como un show televisivo de entretenimiento que, entre risas, llantos, bailes y locura, como quien no quiere la cosa, ha luchado contra prejuicios, ha abanderado diversidad, ha hablado de maltrato y ha hecho por la difusión de enfermedades como la diabetes o el cáncer más que cualquier campaña divulgativa. Por no mencionar el papel que ha jugado como antídoto contra la soledad y producto de evasión para muchos espectadores.

Con el final de ‘Sálvame’ no acaba lo que los más ‘culturetas’ llaman “telebasura”. Basta con abrir Tiktok, Instagram, Twitter o conectarse a canales de Twitch o Youtube, donde abundan los vídeos que ya quisieran alcanzar la calidad de “telebasura” del programa que va a desaparecer.

Si yo fuera responsable de ‘Sálvame’ seguiría emitiéndolo por streaming en Internet o en formato podcast, ahora que está tan de moda. Quién sabe. Lo mismo montan un canal de Twitch, lo petan y en unos meses Mediaset llega a un acuerdo para emitirlo en sus cadenas. Como con la Kings League.

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