Llevo
días sin publicar nada aquí. Una de las razones es la falta de
tiempo. Otra es que trataba de evitar el único asunto del que me pedía el
cuerpo escribir. La polémica por la dichosa 'mariconez' de Mecano. Al final voy
a caer. Me rindo. Voy a opinar. Sobre todo porque en mi casa hay una
adolescente que me está torturando mucho con este tema.
Tengo
la sensación de que los jóvenes de ahora son seres hipersensibles con la piel
muy fina a priori, pero que luego tragan carros y carretas en asuntos que uno
tiende a atribuirles mayor gravedad. Y me da también la impresión de que
algunos adultos les estamos haciendo un flaco favor dando condición de
acontecimiento a algo que es una simple anécdota.
Me
resulta incongruente, por ejemplo, que la misma generación millenial tan puntillosa
con el lenguaje, sobre todo cuando tiene que ver con el movimiento LGTBI, y tan
de cogérsela con papel de fumar etiquetando de machirulos conceptos
tradicionales del siglo XX…, digo… esa misma generación de chicos y chicas…
luego tararean canciones donde se dirigen a las mujeres como “putas” o perrean
con otros grandes éxitos en los que las féminas a las que se alude tienen un
único papel, el de mover el culo o servir para dar placer al que canta, por
llamar de alguna manera a lo que hacen los que ahora lo petan musicalmente
hablando.
Por
eso toda esta polémica me parece artificial. Yo tengo discos de Mecano, he ido
a alguno de sus conciertos, no me he perdido los musicales inspirados en sus
canciones y nunca he dado más importancia a sus letras de la que tienen. Y eso
que haciendo un pormenorizado análisis de sus grandes éxitos desde el punto de vista actual,
marcado por lo políticamente correcto, casi tendría que actuar de oficio la
Fiscalía.
Solo
son canciones con rimas de andar por casa, algo forzadas, y juegos de palabras.
“Hawai Bombai son de lo que no hay” lo dice todo. Quédate en Madrid no
era de mis favoritas. Me cuesta tanto olvidarte, sí, y eso que
empezaba con algo tan poco lírico como “Entre el cielo y el suelo hay algo con
tendencia a quedarse calvo”. El chirriante “Tú contestastes que no” de La
fuerza del destino ha sido el mayor sacrilegio musical que cometieron, por
conjugar con S la segunda persona del singular del pretérito perfecto. Qué pena
que no fuera esa la canción elegida en OT para ser interpretada por esos
concursantes. Hubiera sido divertido ver si se rebelaban también contra ese
error gramatical.
El
rechazar todo lo antiguo no es novedoso. Viene en nuestro ADN que los hijos a
ciertas edades tendemos a cuestionar todo aquello que asociamos con los padres
y ponemos en duda su calidad o su oportunidad. Y creo que algo de eso hay en
esta discusión tan marciana.
Está
fenomenal empezar por el lenguaje para cambiar el mundo. Pero lo suyo es que el
cambio se note en lo nuevo que se escribe, en lo nuevo que se canta. Lo que se
escribió hace años en un contexto y con un sentido, no viene a cuento
cambiarlo. Si a alguien le incomoda, que no lo escuche ni lo cante ni lo vea.
Espero, eso sí, que pongan tanto empeño en escuchar lo que cantan cuando
perrean.
El
último debate generado a raíz de las ‘novedosas’ ideas de esta generación de
triunfitos es sobre si la expresión ‘arreglada’ es o no afortunada. A una de
las participantes le parece que usarla implica que alguien está estropeado y
necesita arreglo. Prefiere emplear la expresión “potenciada”… ¿De verdad? Con
la cantidad de problemas y temas de debate serios que hay en este mundo…
En
resumen, me quedo con lo que señala acertadamente Alex Grijelmo en
este artículo de El País. Las palabras en sí no son buenas o malas; es el
sentido, el contexto y el tono de quien las emplea lo que las hace ser caricias
o bofetadas.
A todo esto, la palabra 'mariconez' no está en el diccionario. Es tan inexistente como la propia polémica en torno a ella.
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