Honorable Quim, eres un auténtico coñazo. Perdón si ha sonado sexista. Trataré de utilizar
un lenguaje más inclusivo: Quim eres un pesado de mil pares de narices. Si
hasta se hacen juegos de palabras con tu apellido, Torra-Turra. ¡Venga ya! Te lo
voy a decir yo porque está visto que no se atreven los que te lo tenían que decir, que es tu
círculo más próximo, las personas que te quieren. Quim, te estás
poniendo en evidencia. Aburres. No haces gracia. Das pena. Quizá hasta vergüenza.
Eres más infantil que mis hijos. Tu machacona insistencia en retar a los
poderes del Estado y pasarte por el forro las normas establecidas está
empezando a resultar cansina. Y si crees que así ayudas en algo a tus
compañeros presos, olvídate. Estás provocando el efecto contrario.
Si
te parece que la Ley Electoral se ha quedado anticuada o sientes que está siendo
utilizada para perjudicarte, pelea para cambiarla. Da los pasos que haya que
dar en ese sentido. Agota las vías. No sé…, abre una recogida de firmas en
Change.org, si te parece. Pero hasta entonces deja de marear la perdiz y limítate a cumplirla como
hacemos el resto, ¡cullons! Qué manera de perder el tiempo y de agotar nuestra paciencia. Por no hablar de lo
que estás contaminando con tanto lazo de plástico.
¿Y el gasto? Porque supongo que cada uno de esos carteles que pones, cubres,
quitas, repones… cuesta un dinero que estará saliendo del presupuesto, ese que sigue prorrogado por tu incapacidad para encontrar apoyos, y que procede
de los impuestos pagados con el sudor de la frente de los catalanes. De todos.
No solo de los que te siguen la corriente. Gente, por cierto, que no ha
abandonado sus responsabilidades para estar 24/7 dando por saco.
Porque mientras tú pones todo tu empeño en alargar esta cruzada, escatimas tiempo a
lo importante, lo necesario, lo primordial. Gobernar, buscar soluciones a
problemas de primer orden, de la gente de la calle, del pueblo de verdad. Listas de
espera en sanidad, listas de espera en residencias de mayores, paro, vivienda,
inmigración, educación…, en una palabra, la calidad de los servicios públicos
catalanes. Problemas reales que no tienen pancarta. Porque así de surrealista
es el asunto. La última pancarta que cuelgas en el balcón de la principal
institución catalana, esa que presides y tan poco respetas, reclama libertad de
expresión y opinión. La libertad de expresión y de opinión no está en peligro
en Cataluña, no es un problema, cualquiera puede ejercerla. Sin ir más lejos, tú mismo, que te has
pasado ya muchos pueblos y ahí sigues.
Involucrar
en tu lucha a los mossos han sido tu última ocurrencia. Con la necesidad que
tienen de recuperar la normalidad y la buena reputación. Si te quieres inmolar,
hazlo tú mismo, pero no te lleves por delante a gente que lo único que quiere
es cumplir con su obligación, llevar una sueldo a casa y vivir feliz.
Todo
un honorable president reconvertido en pancartista.
¿Dónde se ha visto? Pero, ¿no te das cuenta del ridículo que estás haciendo? Eres patético. Si
hasta tus partidarios
empiezan a cuestionar tu estrategia. Deja ya de provocar, anda. Para de forzar la
confrontación. Deja ya de joder con la pelota.
Dices que vas
a “seguir adelante hasta las últimas consecuencias”. Bien mirado, es la
esperanza que nos queda. Cataluña no se merece un presidente como tú. A ver si te inhabilitan pronto y nos dejas a todos en
paz un ratito. ¡Cansino!
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