Estas son hoy las portadas de los principales diarios generalistas nacionales.
Un extraterrestre pensaría que somos un estado más de los EEUU de América. ¿Por qué prestamos tanta atención a estas elecciones si nos separan más de 5.000 kilómetros de aquel país? ¿Por qué no dedicamos el mismo espacio en las portadas cuando se trata de las elecciones de un país de nuestro entorno europeo? Haced memoria y decidme si el duelo Holland-Sarkozy acaparó tanto el foco. ¿O recordáis siquiera con quién se disputó la cancillería alemana Angela Merkel?
¿Por qué nos fascina tanto aquella cultura como para dejar de contar nuestras historias y aprendernos las suyas?
No será porque allí las cosas pasan primero, de hecho ese argumento se desmonta en un pispás. Estados Unidos, un país que capitanea modas, que está a la vanguardia, que parece más adelantado que los demás y que da la sensación de que el resto estamos condenados a ir al rebufo de su estela, resulta que está más atrasado de lo que podríamos pensar. Y a las pruebas me remito. Mientras allí es la primera vez en su historia que una mujer podría alcanzar la presidencia del país, en el resto del mundo hay 19 jefas de estado o de gobierno. Pocas, pero las hay. Cuando allí se echan las manos a la cabeza porque un millonario bocazas podría llegar a echar la siesta en el despacho oval, en numerosos países a lo largo y ancho del planeta hemos visto gente adinerada que escalaba hasta una presidencia y bufones de show televisivo rigiendo los destinos de varias naciones (desde Berlusconi hasta Yeltsin).
Creedme, no es que nos preocupe especialmente en manos de quién esté el botón rojo que pueda borrar de un plumazo el orden mundial. Verdaderamente la culpa de esta admiración por lo yanqui la tiene el cine. Mejor dicho, el talento de los estadounidenses para que la realidad parezca escrita por el mejor guionista de Hollywood, unido -naturalmente- a nuestra afición por devorar culebrones. A las campañas presidenciales norteamericanas no les falta de nada, cuentan con todos los ingredientes: siempre se cuela algo de sexo, oscuros deseos, sospechas de corrupción, secretos del pasado, filtraciones incómodas y, como novedad en esta última que ha enfrentado a Clinton con Trump, hasta insultos barriobajeros y descalificaciones personales. Si lo comparamos con nuestras campañas, aquí lo más emocionante que hemos vivido en los últimos tiempos ha sido esperar a ver si las encuestas atinaban o sufrían un descalabro.
Por eso hoy, en homenaje al cine norteamericano político-electoral, que es en sí todo un género, he recopilado diez películas imprescindibles para hacer tiempo con ficción de la buena, mientras esperamos que voten los estadounidenses y descubrimos si la persona que dominará el mundo desde Washington a partir de ahora será una política veterana o un multimillonario con diarrea verbal. Ahí van:
-Bulworth (Warren Beatty)
-Caballero sin espada (Frank Capra)
-Ciudadano Bob Roberts (Tim Robbins)
-El candidato (Michael Ritchie)
-El hombre del año (Barry Levinson)
-El mejor hombre (Franklin J. Schaffner)
-La cortina de humo (Barry Levinson)
-Los idus de marzo (George Clooney)
-Primary colors (Mike Nichols)
-Todos los hombres del presidente (Alan J. Pakula)
No hay comentarios:
Publicar un comentario