Un antiguo compañero de trabajo se ha quedado en la calle. Era director de una emisora de radio provincial. Su empresa ha decidido recortar costes y suprimir las direcciones provinciales dentro de la cadena. Imagino que lo que antes se hacía con diez ahora se hará con cinco empleados, que seguirán cobrando lo mismo pero tendrán el doble de tarea y responsabilidad
Otro antiguo compañero dirigía y presentaba un informativo en una televisión autonómica hasta hace unas semanas en que decidieron sustituirle por otro, probablemente porque no es un tipo complaciente y algunos piensan que no es suficiente con no morder la mano que te da de comer, sino que además hay que lamerla.
Ambos son profesionales sobradamente experimentados, que conocen el medio y derrochan habilidades. Pero nada de eso ha importado. Me he enterado de su situación accidentalmente, justo cuando iba a recurrir a ambos para hacerles saber que ando buscando un nuevo empleo. Pensaba que, metidos en el ajo, ellos podrían tener más facilidad que yo para enterarse de alguna oportunidad laboral de esas que dicen que existen, pero quedan ocultas porque no se publican, y a las que solo puedes acceder si tu red de contactos se acuerda de ti. Pero me encuentro con que ellos están igual que yo, fuera de juego.
Son solo dos de los múltiples ejemplos de periodistas o profesionales de los medios de comunicación más o menos de mi edad que -cosas de la vida- se han quedado sin su trabajo en los últimos años. Como veis, el mío no es un caso aislado, lo que complica la búsqueda. Demasiada gente intentado reengancharse en empresas a las que no les salen los números y compitiendo con las nuevas generaciones que se conforman con un contrato en prácticas de 300 euros. No es extraño que en los más de 20 meses que han pasado desde mi último contrato más o menos estable, del centenar de ofertas a las que habré enviado mi curriculum, no me han llamado para ninguna entrevista, salvo las dos veces que me han citado a través del Servicio Regional de Empleo, y en ambas me han terminado cogiendo, aunque para breves contratos de sustitución.
Como solución a este panorama, a los profesionales veteranos les toca darse de alta como autónomos y hacer encaje de bolillos con distintas colaboraciones puntuales. En esta situación he encontrado a varias de las personas de mi red de contactos a las que también he recurrido, así que imagino que cualquier oportunidad que conozcan la pillarán ellos antes que mandármela a mí, y no se lo reprocho. Los hay que directamente han tirado la toalla del periodismo y han optado por reconvertirse en camareros o dependientes. A la fuerza ahorcan. También me he topado, porque no parezca que el oficio está peor de lo que está, con los afortunados que conservan milagrosamente su trabajo y me escuchan pensando ‘Nunca debiste marcharte de este lugar. Estas son las consecuencias’. Pero a la hora de verbalizarlo solo dicen ‘Claro que sí, por descontado, si me entero de algo te aviso’.
En definitiva, la única opción que se me vuelve a presentar es convertirme en freelance, ofrecer mis servicios directamente a quien pueda interesarle y venderme al mejor postor (o a todos). Aunque la competencia es feroz. Dicen los expertos que el secreto está en distinguirte, hacer algo que no haga nadie, buscar un nicho de público y destacar. En ello estoy, dándole vueltas a la cabecita sin descanso. Mientras se me enciende la bombilla, aprovecharé esta tribuna para anunciarme. Nunca he sabido venderme a mí misma -es mi asignatura pendiente-, pero haré un esfuerzo. ¡Atención! Si necesitáis o sabéis de alguien que necesite una periodista como yo, aquí me tenéis. ¿Que qué tipo de servicios puedo ofrecer? Por poner algún ejemplo:
1.-Puedo llevar la comunicación de asociaciones, fundaciones, instituciones, pequeñas empresas o de cualquiera que desee tener visibilidad, dar a conocer su trabajo y difundir sus actividades a través de los medios, ya sea para ganar reputación, socios o clientes.
2.-Me sobran las ideas, las palabras y los recursos para crear contenidos para blogs, webs y redes sociales de cualquiera. Ahora que lo pienso, quizá podría encajar como 'negra literaria'.
3.-Me manejo muy bien con los gestores de contenido como para confeccionar y actualizar una página web.
4.-Me divierto mucho con los programas de maquetación y retoque fotográfico, así que podría atreverme con revistas, folletos o cualquier otra creatividad.
5.-Aún me acuerdo de cómo se le habla a un micrófono, de modo que si me pedís tanto un reportaje o pieza informativa, como presentar un espacio radiofónico o locutar una cuña publicitaria, no hay problema.
Y además de todas estas habilidades específicamente ligadas a mi oficio, la vida me ha permitido adquirir otras importantes destrezas:
1.-Sé leer, escribir y escuchar. Y, lo que es mejor, disfruto realizando cada una de estas actividades, aunque sea para descifrar comunicaciones oficiales, redactar solicitudes dirigidas a la administración o resolver dudas y consultas de la gente que me rodea.
2.-Soy capaz de llevar las cuentas de mi casa, así que no me encontraría desubicada controlando los números de un departamento.
3.-Lidio a diario con dos preadolescentes, así que puedo coordinar equipos de trabajo sin despeinarme.
4.-Trato de estar al tanto de lo que pasa informativamente en el mundo, leo la prensa, escucho la radio, veo los telediarios y contrasto lo que me cuentan unos y otros para formarme mi propia opinión sobre las cosas. Diría que puedo mantener una conversación sobre la actualidad con cualquiera, aunque mi actividad cotidiana se circunscriba únicamente a la pequeña isla que se extiende a no más de un kilómetro a la redonda de mi casa.
5.-No me dan miedo ni el 2.0 ni el 3.0, yo misma me he encargado de desarrollar mi transformación digital a base de cursos, tutoriales y jugueteo, y he descubierto que no se me da mal instruir a otros. Por las veces que le he solucionado a mi suegra una duda con su teléfono y a mi madre con su tablet, creo que no haría mal papel encargándome de la alfabetización digital de personas mayores.
¿Cómo lo veis? Lo dicho… Si me necesitáis, silbad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario