Que
esté permitido el divorcio no implica que tú, felizmente casado, tengas que divorciarte de tu
cónyuge en cuanto encadenes unas cuantas discusiones, sobre todo si eres de los
que creen en eso de “para toda la vida”.
Que
la ley autorice la venta de alcohol y tabaco a los adultos no significa que
estés obligado a pillarte un pedo y fumarte toda la producción de Altadis justo
después de soplar las velas de la mayoría de edad.
Que
se apueste por reglamentar el consumo de cannabis no obliga a nadie a estar
todo el día emporrado.
Que
se legalice la eutanasia o la muerte digna no condena a nadie a quitarse la
vida.
Que
dos personas del mismo sexo puedan casarse no debería afectar a la vida
cotidiana de los heterosexuales que contraen matrimonio.
Que
exista un derecho de huelga y de manifestación no implica que un trabajador
satisfecho con sus condiciones laborales se vea obligado a parar y protestar.
Incluso
que la ley contemple el derecho a votar de los mayores de 18 años no supone que
tengas que participar sí o sí en la “fiesta de la democracia”. Allá cada uno con su grado de implicación.
Del
mismo modo, legislar para que haya un aborto libre y gratuito no tiene por qué
influir en las costumbres amatorias y la salud reproductiva de aquellas personas que en conciencia nunca
abortarían.
Es
decir, los gobiernos de los países del mundo y sus legisladores están obligados
a pensar en lo mejor para sus ciudadanos y a proporcionarles todos los derechos
y libertades que favorezcan su bienestar. El de la mayoría. Eso incluye a los
que reclaman esos derechos o libertades por considerarlos de justicia y también
a los que no los ven prioritarios o los rechazan por no ajustarse a sus
principios.
Y os
preguntaréis que a dónde quiero llegar con todo esto. Pues al último de los
derechos mencionados en la lista anterior. La OMS recuerda
que "Para prevenir embarazos involuntarios y abortos peligrosos, los
países deben formular políticas propicias y adquirir compromisos financieros
con el fin de proporcionar una educación integral en materia de sexualidad; un
amplio abanico de métodos anticonceptivos, incluidos los anticonceptivos de
urgencia; asesoramiento en materia de planificación familiar; y acceso a un
aborto sin riesgos y legal".
Lamentablemente
no todas las naciones hacen caso a las recomendaciones de ese organismo internacional
y dependiendo de donde uno nazca o resida, disfruta de más o menos libertades.
De modo que si, por ejemplo, eres mujer y vives en Argentina, no tendrás
libertad para decidir sobre tu sexualidad y en concreto sobre si seguir
adelante o no con tu embarazo.
Hace
unos días el Senado
argentino tumbaba el proyecto de ley que podía cambiar la
situación en aquel país. Ninguna mujer debería verse forzada a afrontar un
embarazo no deseado y no veo de qué manera puede perjudicar a los demás su
decisión. El aborto clandestino mata a muchas mujeres en este y otros países
del mundo donde la interrupción voluntaria del embarazo está penada con cárcel
y solo se permite a quienes han sido violadas o su vida corre peligro.
Normalmente las que mueren son mujeres humildes, con pocos recursos. Las que
tienen dinero pueden costearse un viaje a cualquier país del norte donde el
aborto está despenalizado.
Creo
que para abordar este asunto hay que dejar al margen ideas, creencias
religiosas y cuestiones de conciencia. Sí, ya sé que es difícil tratándose de
tema tan sensible. Pero al final, si lo analizas, los denominados 'provida', que se oponen frontalmente a que se legalice el aborto, en realidad
hacen una defensa selectiva de la vida. Les preocupa la vida del que aún no ha
nacido, pero no la de la madre que arriesga la suya cuando trata de interrumpir
su embarazo de manera clandestina. Un poco incongruente. De todos modos no quiero porfiar por este camino, porque es perder el tiempo y no aspiro a hacer cambiar de opinión a nadie.
Resulta
muy revelador observar el mapa del
mundo por colores según la regulación en esta materia. El norte
y el sur separados por una línea imaginaria que divide el mundo entre países
permisivos y restrictivos, entre países con abortos seguros y abortos de
riesgo. Y curiosamente el peso de la religión en la franja sur es determinante.
Mapa interactivo
Como veis, España se encuentra, afortunadamente, en la zona verde donde el aborto es legal. Aunque no siempre fue así. Por cierto, desde la aprobación de la Ley de Salud Sexual y Reproductiva e Interrupción Voluntaria del Embarazo, el número de abortos practicados anualmente en nuestro país ha ido bajando. Por eso estoy convencida de que es una simple cuestión de tiempo que Argentina legisle también favorablemente en esta materia.
Como veis, España se encuentra, afortunadamente, en la zona verde donde el aborto es legal. Aunque no siempre fue así. Por cierto, desde la aprobación de la Ley de Salud Sexual y Reproductiva e Interrupción Voluntaria del Embarazo, el número de abortos practicados anualmente en nuestro país ha ido bajando. Por eso estoy convencida de que es una simple cuestión de tiempo que Argentina legisle también favorablemente en esta materia.
Es cierto que se necesita una buena política de prevención que incluya educación sexual y planificación familiar para evitar embarazos no deseados. Pero cuando todo eso falla, hay que seguir pensando en ellas, no condenarlas al castigo de terminar en manos de un carnicero que las mate desangradas. Hace poco, en pleno debate en Argentina sobre la legalización del aborto, una mujer moría en aquel país tras someterse a un aborto clandestino. Según datos oficiales, desde el regreso de la democracia en Argentina, más de 3.000 mujeres han fallecido por abortos poco seguros. A nivel mundial, según la OMS, cada año mueren unas 47.000 mujeres por complicaciones derivadas de abortos realizados en condiciones inseguras.
Ninguna
mujer aborta por capricho. Estoy convencida de que ninguna mujer toma esa
decisión a la ligera. Cuando escarbas en sus historias comprendes lo inútil,
injusto y gratuito que es juzgarlas. Ni yo misma sé qué habría hecho en sus
circunstancias. Ni siquiera me atrevo a aventurarlo. Y, por supuesto, no seré
yo quien le diga a ninguna lo que debe hacer con su cuerpo y su vida, ni quien le tire la primera piedra
para añadir mayor sufrimiento al que ya padece.
Resumiendo: Quiero pensar que soy afortunada por vivir en un país con amplios derechos y libertades que responden a
las necesidades de la población en general. Y aunque personalmente algunos de ellos me son ajenos y no tengo previsto ejercerlos, no por eso dejaría de reivindicarlos.
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