Aviso.
Me voy a meter en un jardín. Voy a hablar de Franco. Más concretamente de su
exhumación. O como lo llaman los más ingeniosos, el unboxing de Franco. Yo tenía siete años cuando murió el dictador. Los recuerdos que
tengo de mi vida en dictadura son… dejadme que piense… ¡ninguno! Como mucho,
creo mantener algo fresco en mi memoria el momento en que nos dieron vacaciones
en el colegio porque estábamos de luto. Si me apuráis, también recuerdo las
imágenes en blanco y negro de la televisión en las que se podían ver colas
kilométricas de españoles que querían pasar por la capilla ardiente del conocido
como Generalísimo. Visto con la perspectiva que da el tiempo, seguro que entre
tanto partidario los había que simplemente querían asegurarse de que estaba
muerto. Dudo si pertenece a aquel día la imagen de mi abuela acumulando legumbres
y otros alimentos de primera necesidad para aprovisionar bien la despensa. Por
lo que pudiera pasar. O quizá eso fue con el 23F. No sé. El
caso es que si conocéis algún niño o niña de siete años, entenderéis que a esa
edad no comprendiera la magnitud del acontecimiento ni lo que suponía para el
futuro. Es decir, a no ser que vivas alguna experiencia muy traumática durante
la infancia, es complicado que conserves nítidos esos primeros años de vida.
Así que tengo la impresión de haber vivido siempre en democracia.
Ya
de adulta solo he estado una vez en el Valle de los Caídos. Me llamaba la
atención esa gran cruz de piedra que se divisa a kilómetros de distancia. A pesar de que el entorno natural es privilegiado, cuando estuve allí me pareció un sitio frío, extraño. Sentí cierto desasosiego.
Hice alguna foto desde debajo de aquella descomunal cruz y me fui pensando en todos
los pobres diablos que trabajaron en la construcción del monumento, la mitad de
ellos presos del bando perdedor de la guerra enviados para doblar el número de
manos de obra y acelerar los trabajos. Estremece saber que allí hay enterradas
más de 33.000 personas de ambos bandos. Que aquello es una gran fosa común. Muchos restos
fueron introduciéndose en las cavidades de la edificación antes de concluir su
construcción y con el tiempo se han ido fundiendo con ella. Es imposible extraerlos.
Y es una pena. Imagino que las familias
que saben que sus antepasados fueron enterrados allí, preferirían tenerlos en una
tumba familiar donde rezarles el día de los Santos o incinerar sus huesos para
esparcir las cenizas donde les diera la gana. No tener que pagarle a
Patrimonio Nacional cada vez que quieren acercarse a Cuelgamuros para dejar
flotando unas plegarias en el mismo lugar donde reposa el que se los arrebató. Devolver
a los muertos a sus familias bien podría ser una prioridad. Igual que sacar de
las cunetas y fosas comunes a los asesinados en la guerra. O, ya puestos,
diseñar planes especiales de empleo para mayores de 50, dotar de mayores
recursos a la investigación científica, legislar mejor contra el acoso sexual,
apostar por romper techos, brechas y estereotipos femeninos o seguir ganando
competitividad económica como nación a nivel mundial.
Pedro
Sánchez ha descartado la idea de hacer en el Valle un memorial por la
reconciliación. Prefiere que se quede como lo que es, un gran cementerio civil de las
víctimas de la guerra y posguerra. Lo difícil es darle el carácter de 'civil' a una basílica religiosa. En todo caso, creo que no es necesario hacer
grandes monumentos. Basta con asegurarse de que la memoria histórica no se
borre, que en las escuelas los niños sepan lo que es el Valle y lo que allí
paso. Y que quien visite la zona, al margen de las familias de los fallecidos,
sepa dónde están pisando. El problema es qué se les contará. Qué versión se
escribirá en los libros de historia, qué sonará por las audioguías o qué se
podrá leer en los carteles. Porque hay tantas versiones como bandos. Pensábamos
que el paso del tiempo había cerrado las heridas de la guerra, que la mayoría
de los que vivieron el trauma ya se habían muerto y los que quedaban eran tan
viejos que casi lo habían olvidado, pero está visto que siempre quedan
cicatrices. Encontrar el relato más justo, ese va a ser el mayor desafío para
la Comisión de
la Verdad y la Reconciliación.
En cuanto a Franco, personalmente me es indiferente lo que hagan con sus restos. He vivido todos estos años sin que me afectara la ubicación de su cadáver y no va a cambiarme la vida ahora porque lo saquen de allí, pero entiendo a quienes sufrieron la pérdida de familiares en la contienda y comparto sus argumentos. Franco no fue víctima de nada, murió de viejo después de años ejerciendo como dictador del país. Está claro que sus huesos no deberían estar en la basílica y menos en sitio tan preeminente. Así que trasladémoslo donde decida su familia, a un lugar privado al que los nostálgicos, que parece que aún quedan, puedan peregrinar el 20N o cuando lo deseen, sin ostentación ni cámaras. Pero hagámoslo bien. Sin desatender otros asuntos de más enjundia. Sin prisas. Sin saltarnos pasos. Llegando a acuerdos. Atando cabos. Y sobre todo, sin que la broma nos pase factura en todos los sentidos.
En cuanto a Franco, personalmente me es indiferente lo que hagan con sus restos. He vivido todos estos años sin que me afectara la ubicación de su cadáver y no va a cambiarme la vida ahora porque lo saquen de allí, pero entiendo a quienes sufrieron la pérdida de familiares en la contienda y comparto sus argumentos. Franco no fue víctima de nada, murió de viejo después de años ejerciendo como dictador del país. Está claro que sus huesos no deberían estar en la basílica y menos en sitio tan preeminente. Así que trasladémoslo donde decida su familia, a un lugar privado al que los nostálgicos, que parece que aún quedan, puedan peregrinar el 20N o cuando lo deseen, sin ostentación ni cámaras. Pero hagámoslo bien. Sin desatender otros asuntos de más enjundia. Sin prisas. Sin saltarnos pasos. Llegando a acuerdos. Atando cabos. Y sobre todo, sin que la broma nos pase factura en todos los sentidos.
Totalmente de acuerdo. Buen escrito.
ResponderEliminarGracias. Me alegra coincidir.
ResponderEliminarCoincido yo también Angela. Un aplauso a tu escrito.
ResponderEliminarEstupendo. Te lo agradezco.
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