Puede que algunos os enfadéis conmigo hoy por lo que vais a leer a continuación,
pero me arriesgaré. Voy a hablar de MadridCentral, el plan del ayuntamiento de la capital para restringir el uso del
vehículo en el corazón de la ciudad. El proyecto, que entra en vigor a finales
de este mes de noviembre, ha encontrado numerosos detractores,
incluido el Gobierno regional, y no puedo entenderlo. Puede que algunas de las restricciones
necesiten revisarse y consensuarse más con los que viven y trabajan a diario en
la zona –y eso que la normativa, para mi gusto, es bastante generosa- pero, sinceramente,
me cuesta entender que alguien esté en contra de hacer más habitable el centro
de Madrid.
Estoy
convencida de que va a ser como la
ley antitabaco de Zapatero. Todos se echaban las manos a la cabeza cuando
prohibió que fumáramos dentro de bares y restaurantes. Los agoreros vaticinaron
cuantiosas pérdidas en la hostelería, iba a ser una auténtico desastre, nadie
volvería a pisar un establecimiento de restauración… ¿Y qué ha pasado? Pues que
ha sido con diferencia la mejor ley de Zapatero. Ya no nos acordamos de cuando
una nube de humo flotaba en el ambiente, cuando los fumadores exhalaban las
bocanadas de nicotina, alquitrán y miasmas contra los pinchos de la barra que
luego te comías. O cuando volvías a casa y no podías disimular de dónde venías
porque tu ropa y tu pelo te delataban.
¿Y
qué me decís de las empresas? Aún recuerdo mi cenicero cargado de colillas al
lado del ordenador, algunas consumidas sin dar una calada siquiera. Decían que los
empleados perderíamos mucho tiempo de trabajo saliendo a la calle a fumar. Pero
no señor. Si lo analizas, el que pierde tiempo ahora es el mismo que lo perdía
antes, independientemente de que tenga o no hábito tan nocivo.
Hemos
salido ganando, desengañaos. Como saldremos ganando cuando entre en vigor
Madrid Central y comprendamos que es posible visitar el centro de la capital en
transporte público o directamente andando. Que una ciudad con más peatones que
coches es un lujo asiático… aunque no sea esta la expresión más acertada en
vista de cómo son las urbes orientales. Pensad en vosotros como turistas.
Cuando viajáis a otra ciudad, la mejor manera de conocerla y disfrutarla es
pateándola. Precisamente es viajando como te das cuenta de que esta no es otra
ocurrencia de la troupe de Carmena,
sino que se trata de una tendencia
en la mayor parte de las ciudades modernas y todo conduce a apostar por una
movilidad sostenible reorganizando el paisaje urbano.
El
argumento principal de la municipalidad para poner en marcha esta plan es
reducir los niveles de contaminación en el centro. Pero estoy convencida de ganaremos muchas más cosas. Menos ruido, menos caos, más espacio. Todos
nos beneficiaremos. Porque los comerciantes del centro, que están preocupados
por las ventas, deberían saber que los que consumimos en sus establecimientos
no llegamos allí en vehículo privado. Para eso elegimos los grandes almacenes
con parking o el centro comercial del extrarradio. Pero quienes viven la ciudad
paseando y parando a ver escaparates, se rinden más a la tentación de cruzar
las puertas de sus negocios y comprar.
Eso
sí. A un plan como este hay que exigirle una alternativa a la altura, es decir,
un transporte público capaz de soportar la que se le viene encima. Porque si
vamos a reducir la circulación en vehículo privado, habrá que contar con que
autobuses, metros y trenes puedan dar servicio a todas esas personas que van a
renunciar a moverse en su propio coche. Y ahí sí que me parece que tenemos una
asignatura pendiente. Porque la manida gentrificación
ha ido expulsando poco a poco a la gente del centro de Madrid para instalarla
en el extrarradio. De modo que la mayor parte de los que seguimos visitando
Gran Vía, Callao o Cibeles llegamos desde fuera, sufriendo a diario aglomeraciones en el metro, viajes en autobuses
atestados o interminables esperas de trenes que pasan
con retraso. Si ambas acciones no corren en paralelo, si los que apuestan
por la movilidad sostenible solo se centran en retirar los coches del asfalto pero no en
proporcionar alternativas, habremos
hecho un pan como unas tortas.
Se te van a echar encima los de "yo con mi coche me atasco donde quiero", y los de "los comercios del centro se van a arruinar" (mira a ver cuánto se paga por un local aquí...). Ay señor, llévame pronto. :-)
ResponderEliminarYa contaba con que iba a perder algún amigo por esto, pero es que me he levantado a las cinco de la tarde con ganas de dar guerra ;)
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