El
Instituto Nacional de Estadística (INE) ha publicado un avance de la Encuesta de Fecundidad 2018,
que aporta datos muy interesantes. No es que nos descubran nada nuevo, pero
permiten constatar una cruda realidad. Resumiendo las conclusiones, viene a
decir que las mujeres españolas querrían tener más hijos de los que tienen,
pero se echan atrás cuando analizan las dificultades que existen para conciliar
y lo cara que sale una criatura. Es triste leer que más de la mitad de
españolas entre los 45 y los 49 años, cuando llegan al final de su edad fértil sin
haber experimentado la maternidad, confiesan que habrían querido tener hijos. Pero
lo fueron posponiendo. Nunca era un buen momento. Si todas nos paráramos a
esperar que llegara el momento adecuado, la especie se extinguiría.
Esta
encuesta, la primera después de casi 20 años, cuenta por fin con un apartado
dedicado a los hombres. Algo inédito hasta ahora. ¡Qué detalle! Aunque la
muestra de varones encuestados sea sensiblemente inferior que la de mujeres,
todo sea dicho. No voy a entrar a analizar al detalle el tipo de preguntas
impertinentes que plantea la encuesta, un asunto que ya en su día denunciaron algunos
medios. Voy solo a destacar algo que me ha resultado curioso sobre la
difusión que se la ha dado al avance de resultados de este estudio que
conoceremos al completo en 2019.
A
pesar de que el proyecto
técnico de la encuesta interroga sobre temas cruciales indistintamente
tanto a hombre como mujeres, los resultados que se han distribuido desde el INE
y que recogen los medios
de comunicación, en lo relativo a los hombres solo abundan en la fecundidad
deseada. Es decir, los datos de investigación que se comparten sobre los ellos dan
a entender que solo importa conocer si desean o no tener hijos y, en caso
afirmativo, cuál sería su número ideal. En cambio ellos no aparecen en los
gráficos sobre los motivos que les llevan a no ser padres o a limitar el número
de mocosos que aspiran a criar. Ni siquiera aparecen en el epígrafe sobre los
incentivos o ayudas que les animarían a ser papás.
Cualquiera
diría que solo es responsabilidad de la mujer traer niños al mundo. Naturalmente
que la que va sufriendo los efectos físicos del embarazo, el parto y el
posparto es ella, pero el bebé es cosa de dos y una vez en este mundo debería
cambiarle la vida a ambos progenitores, al padre y a la madre, si es que
hablamos de una clásica pareja heterosexual. Pero leyendo las conclusiones de
esta investigación en la mayor parte de los medios, parece como si las únicas
preocupadas por la conciliación, por cómo les va a afectar la maternidad y por
su puesto de trabajo somos nosotras… Y lo triste es que es así. El hombre,
cuando piensa en ser padre, no valora cómo va a influir este hecho en su
carrera profesional. En definitiva: No ha nacido el hombre que decida no
procrear por miedo a perder un ascenso. Y en eso también sois muy afortunados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario