Desde el mes de agosto he estado trabajando en Onda Madrid, la radio pública
de la Comunidad de Madrid. La hermana pequeña de Telemadrid, para entendernos.
Ya había tenido ocasión de conocer laboralmente esta emisora hace una década
gracias al difunto Manuel
Marlasca, pero entonces no me dio tiempo a asentarme demasiado porque me surgió otra
oportunidad profesional más ‘cómoda’ y mis circunstancias personales me forzaron
a cambiar de aires. Años después, cosas de la vida, cuando más necesitaba
volver a divertirme con este oficio, surgió como por arte de magia este
contrato temporal que ahora vence. Han sido 20 semanas fabulosas. Perdí el
temor a estar oxidada a los diez minutos de sentarme en la redacción. Me he
puesto al día. He aprendido. He vuelto a formar parte de un equipo, el de Colmenarejo.
He vivido un comienzo de temporada radiofónica. He disfrutado. Definitivamente
me he terminado de convencer de que esto es lo mío, esto es lo que me hace
feliz. Y no puedo más que agradecer su cariño, respeto y ayuda a toda la gente
con la que he coincidido.
No es la Ser, ni la Cope, ni Onda Cero, ni siquiera RNE, pero
tiene profesionales que podrían desenvolverse perfectamente en cualquiera de
estas emisoras y que realizan un trabajo tan digno como el de sus colegas de
las grandes cadenas. Están más que a la altura, incluso algunos brillan el doble.
Con menos dan mucho y merecerían apuntarse más oyentes de los que les da el
maldito EGM.
Los medios públicos siempre están en el punto
de mira. Sus mayores detractores cuestionan su independencia y los acusan
de ser elementos al servicio del poder, armas propagandísticas totalmente
prescindibles. De vez en cuando, de manera cíclica, vuelve el debate al
respecto. La última ha sido hace bien poco, a raíz de las elecciones
autonómicas en Andalucía, cuando el partido revelación, Vox,
llevaba en su programa de gobierno como una de sus grandes propuestas, por
encima de eliminar el paro, cerrar Canal Sur.
Los medios públicos son un derecho. Los ciudadanos merecen
ser y estar informados. Y sí, ya sé que existe una amplia oferta de medios
privados que realizan esa labor. Pero por su misma esencia, la de ser negocios
empresariales, buscan su propio beneficio, responden a sus propios intereses,
toman decisiones siguiendo criterios de audiencia y mantienen una linea editorial
marcada por quien los explota, que para algo invierte sus cuartos. Onda Madrid
es una radio cercana que cubre ámbitos de los que no se ocupan las grandes y ofrece
un servicio local muy concreto que, de no existir, probablemente nadie daría.
Os aseguro que, cinco años después del traumático ERE,
la nueva Telemadrid y Onda Madrid, digan lo que digan y le pese a quien el
pese, son en este momento medios abiertos y plurales, comprometidos con el servicio público, con la información, que
no siguen consignas ni son altavoz de ningún partido. Los financiamos entre
todos los ciudadanos que pagamos nuestros impuestos en la región y por eso
mismo tienen claro para quién trabajan, quiénes son sus dueños: los madrileños.
Son los únicos a quienes tienen que rendir cuentas. Y no lo digo porque haya
formado parte de este equipo y lo sienta como mi familia. Ni por padecer un
acusado síndrome de Estocolmo. Ni por hacerles la pelota para que cuenten
conmigo en futuras ocasiones. Que conste que estaría encantada.
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