Blog personal de Ángela Beato. Escribo lo que siento. Digo lo que pienso. Procura no tomarme demasiado en serio.

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martes, 4 de abril de 2017

Dimisiones preventivas

Finalmente el presidente de Murcia, Pedro Antonio Sánchez, se ha visto forzado a dimitir para evitar que su partido corriera el riesgo de perder uno de los bastiones populares. Se resistía no solo él, sino todo el aparato de Génova, convencido de su inocencia y de la injusticia de una media tan arbitraria. Como ya sabe todo el mundo, han sido sus variadas imputaciones las que le han forzado a abandonar el cargo. Aún no hay pronunciamiento de ningún juez sobre su inocencia o culpabilidad, pero es cierto que el propio ya ex presidente manifestó en su día su disposición a dejar el sillón si era investigado en un proceso judicial y, aunque le ha costado, ha cumplido. Renuncia como presidente de la región de Murcia pero se mantiene como diputado, un salvoconducto que le permitirá seguir aforado ante el Tribunal Superior de Justicia de Murcia y, en caso de salir airoso de sus imputaciones, regresar algún día al punto donde lo dejó.

Es más de lo que pueden decir otros. Yo viví de cerca un caso similar, aunque sin posibilidad de rebobinado. Las Rozas, 2015. Elecciones municipales. El candidato del Partido Popular a la alcaldía, José Ignacio Fernández Rubio, tenía tres procesos judiciales abiertos, todos de una etapa anterior como alcalde en otro municipio (Guadarrama) y todos -como insistía él mismo- consecuencia de decisiones de tipo administrativo tomadas en el ejercicio de su cargo y sin prueba alguna de enriquecimiento personal.

Hasta el día en que había que proclamar candidatos estuvo a expensas de lo que decidiera el partido. No quería perjudicar a la formación y sabía que su historial era munición para la oposición, en particular para la nueva y pujante formación de Ciudadanos, que iba ganado adeptos en el caladero de votantes descontentos del PP con su promesa de limpiar los consistorios de corrupción. A pesar de todo, en el PP regional se apostó por él y ganó las elecciones, aunque no por mayoría absoluta como históricamente había sucedido en este municipio del noroeste madrileño. Los Populares consiguieron 11 concejales, frente a los 6 de Ciudadanos. Los 3 concejales de Contigo por Las Rozas, otros 3 de PSOE y 2 de UPyD completaban la alineación. Los números no salían. Si todos los partidos de la oposición se aliaban, podían impedir al PP hacerse con la alcaldía. Así que, ante la presión de la formación naranja, que puso como condición la salida del alcalde en funciones para apoyar un pacto de investidura con el partido más votado, Fernández Rubio dimitió y pasó el testigo al número 2 de la lista. 

En junio hará dos años de aquel hecho y en este tiempo, el alcalde ‘ofrecido en sacrificio’ va viendo por fin, tras más de una década de dilatada espera, que la justicia le da la razón: ha salido absuelto en uno de los tres procesos, mientras que otra de las causas que tenía abiertas ha sido archivada. Si no me equivoco, ya solo está pendiente de resolución por parte de otro juzgado una denuncia de un particular relacionada con el mismo caso al que se le ha dado carpetazo. Resumiendo: le obligaron a abandonar preventivamente y, cuando se va demostrando su inocencia, su tren de la política ya ha pasado. 

Mientras, del otro lado, Ciudadanos, el partido que le forzó a dimitir para alcanzar un pacto de investidura con el PP, experimenta un asombroso proceso de resquebrajamiento en Las Rozas. Las luchas internas han ido provocando un éxodo de concejales nunca visto. A día de hoy, han perdido tres de sus seis ediles que, no dispuestos a desprenderse de su acta, han pasado a convertirse en no adscritos para -dicen- cumplir con el mandato de las urnas y, ya de paso, seguir cobrando. Qué ironía. Las urnas fueron también las que dieron la victoria a un partido con un cabeza de lista imputado al que ellos obligaron -en ese caso sí- a renunciar a su acta. 

De modo que, por más que trato de analizarlo, despojada de colores y siglas políticas –creedme-, no termino de saber qué es lo más justo. Si defender por encima de todo la presunción de inocencia y mantener en su cargo a un servidor público imputado por lo que sea hasta que un juez dicte sentencia o pasarnos el sagrado principio por el forro y sacrificar la carrera de todo aquel político que sea investigado por un juez.

Hay una posibilidad alternativa, muy de ciencia-ficción: acelerar la instrucción de este tipo de procesos para resolver cuanto antes la condición del implicado y que, durante ese breve espacio de tiempo, el afectado pueda causar baja temporal de su cargo hasta que el juez dicte sentencia que, de ser positiva, le permitiría regresar al puesto que ocupaba, limpio de polvo y paja. 

Pero seguro que esto no le convence a nadie. Más vale prevenir que curar, ¿no? Todo sea por restablecer la buena imagen de la política española... y, ya de paso, pescar en río revuelto.

lunes, 30 de mayo de 2016

Ese difícil género cinematográfico que se llama vídeo electoral

Hay vídeos electorales y vídeos electorales. Triunfar en ese difícil género cinematográfico, a caballo entre el spot y el cortometraje, es todo un arte, porque aunque pueda parecerlo, un vídeo electoral no es fácil y a las pruebas me remito. Por fin he visto ese del que todo el mundo lleva hablando desde ayer, el que ha lanzado Ciudadanos para animar la precampaña y convencer a todos los "héroes anónimos" que componen la ciudadanía de que lo más oportuno es votar a Albert Rivera. Como crítica cinematográfica frustrada que soy, voy a permitirme el lujo de analizar el llamémosle "corto", porque se pasa del tamaño anuncio. Y para empezar, ese es el primer fallo, la duración. He visto trailers más breves y mucho más elaborados. Se podría contar lo mismo en la mitad de tiempo. El segundo fallo son los estereotipos que aparecen en ese bar donde se desarrolla la acción: me ahorro el comentario que me provoca la madre trabajadora a la que no le da la vida y que atiende una llamada del marido para comentarle que le ha hecho la merienda a la niña y está en la mochila. Y el tercero es la pasada de frenada que se han pegado con la caricatura de Pablo Iglesias, más chirriante todavía que la frase que el camarero le dedica a Rajoy cuando suena en la tele de fondo. Cuándo aprenderán los políticos y sus asesores que, de cara al electorado, se combate mejor al contrincante con argumentos que con ataques. En fin, que desde el momento que sale el repartidor, casi parece un capítulo de "Cheers". Me pregunto quién ha tenido la feliz idea, quién ha valorado los pros y los contras, quién ha creído ver una estrategia ideal para captar votos donde, en mi modesta opinión, no hay más que carne para interminables memes. Pero claro, hablo desde fuera y con la nula autoridad que me da estar en el paro y no en el equipo de comunicación de este partido. Por si no habéis tenido oportunidad de verlo, juzgad por vosotros mismos:


Ahora analicemos el estilo de otro vídeo que conocimos esta mañana. Este procede del PP y es todo lo contrario al anterior. La protagonista es una línea roja y el resto son palabras escritas que van apareciendo mientras una voz amable las arropa. Cada término está elegido a conciencia. En conjunto pretende ser la reivindicación de los populares para que se eliminen las líneas rojas que se marcan algunos partidos y que bloquean acuerdos de gobierno. Me ha parecido que está bien hecho. Es sobrio, elegante, profesional, tiene la medida exacta, no llega al minuto, dice mucho en poco tiempo. El fondo de piano, un poco anodino, pero bueno. Y supongo que habrá salido más barato que el anterior. No sé si servirá o no para captar votos, pero como vídeo de precampaña está más conseguido, sobre todo si comparamos con otros intentos audiovisuales fallidos de este partido. Solo le cuestiono un punto: el señuelo. Antes de lanzar el vídeo algunos de los líderes del PP, incluido su candidato y presidente en funciones, han publicado a modo de avance un tweet tan escueto como críptico –una solitaria línea roja con la frase "Después de estos meses, así es como veo yo la situación política"- que ha sido la comidilla del patio Twitter. Ahí tenéis el anuncio electoral en cuestión:


Las posibles variantes, los estilos y los enfoques que pueden emplearse en este campo no se reducen a solo estos dos. Imagino que en adelante seguiremos asistiendo a la batalla visual por los votos con nuevos y espero que divertidos ejemplos de vídeos electorales. Y es que cuando las campañas se repiten cada seis meses en vez de cada cuatro años, no queda otra que estrujarse el cerebro y ver como innovar, con mayor o menor fortuna.