Hace mucho que no me subo a un avión, tanto que aún me estoy recuperando de la mezcla de impresión e indignación que me ha provocado comprobar qué es lo que se esconde bajo esa moda del low cost cuando hablamos de vuelos.
Pensando en hacer una escapada de fin de semana a Dublín dentro de un mes a visitar a mi amiga Chus, busqué precios por internet para hacerme una idea de lo que me costaría la excursión. En principio el gasto no era exagerado, más bien todo lo contrario, la ida y vuelta salía por unos 70 euros, que comparado con un billete de AVE, por ejemplo a Málaga, me parecía bastante asequible.
Muy animada me dispongo a reservar los billetes y, nada más empezar, me topo con el primer contratiempo. El precio más económico es para la combinación de vuelos con salida a ultima hora del viernes (aterrizar allí cerca de la medianoche) y regreso a primerísima hora del domingo (a las 6 y media de la mañana, cuando no hay manera de llegar al aeropuerto si no es en taxi). Vamos, que con ese plan probablemente no necesitaría gastarme nada en alojamiento, ni llevar ropa de cambio, porque a la larga solo pasaría un día en Dublín que, por supuesto, tendría que exprimir al máximo.
Bueno, no pasa nada, sigo buscando en varios buscadores de vuelos baratos, como eDreams, Kayak o Rumbo, y doy con el viaje perfecto: ida y vuelta a las horas deseadas y precio en torno a los 90 euros. Bueno, me resigno pensando que dentro de lo que cabe no es tan caro para un viaje en avión y claudico. Saco la tarjeta y me preparo para pagar. ¡No tan rápido! El portal me obliga a rellenar absolutamente todos los datos de los viajeros antes de llegar al pago final, así que me armo de paciencia y completo todo el maldito formulario hasta que, por fin, viene el momento de pagar y… ¡tachán tachán! … descubro que el precio no incluía los gastos de gestión, entre 15 y 30 dependiendo del buscador. Bueno, qué le vamos a hacer, seguiremos adelante. Pero resulta que solo se puede pagar por tarjeta o paypal y eso está “penalizado” con una comisión de unos 15 euros. En definitiva, que lo que iban a ser 90 se convierten en 130. Y estamos hablando de vuelos en los que vas simplemente con equipaje de mano, porque si tuvieras que facturar una maleta, el precio se dispararía aún más. Además sin asiento reservado, que por algo tan peregrino también se paga un extra. Vamos, que contratas un servicio de transporte de ganado, sin "lujo" alguno. No estoy descubriendo la pólvora, esto ya lo sabe la gente que tiene mundo.
Sí, ya sé que si hubiera reservado con antelación probablemente habría entendido mejor el concepto low cost, pero de momento me debato entre si mandar la excursión a la basura y esperar que surja otra oportunidad de tomarme una genuina pinta en un pub irlandés o resignarme a pasar por el aro y seguir manteniendo esta patraña, con lo que ellos habrían ganado. No estoy en contra de que las empresas quieran ganar dinero, faltaría más, me molesta que utilicen mal los términos para confundir al personal. ¿Por qué no te dicen desde el principio cuál va a ser el precio final? O mejor aún, ¿por qué lo llaman low cost cuando quieren decir sablazo?
Y lo bien q te va a sentar la pinta!!?? Piensa q con iberia seria el triple.Peor seria pagar el pan en un resturante sin probarlo ni pedirlo.Estirate y buen viaje!!
ResponderEliminarTe he hecho caso...;-)
EliminarLo bien que te va a sentar la pinta... y muchas más cosas... imagínate un fin de semana sin niños y con amigos...
ResponderEliminarTiene buena "pinta"
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