Hoy que es lunes y cuesta más volver a la trabajo después
del fin de semana, podíamos hablar de la moda de incorporar espacios
de bienestar en las oficinas para fidelizar, tener contentos y animar la
productividad de los empleados. Al pasar
por la sede de ING en Las Rozas he reparado en que hay una zona ajardinada tras
el gran edificio donde se sitúan unas pistas de pádel, unas mesas de ping-pong
y una zona de picnic. Supongo que es para que sus trabajadores no tengan que
salir del recinto a la hora de almorzar, o para que, en sus ratos de mayor
estrés, puedan liberar adrenalina dándole a la pelota con la raqueta y
oxigenarse mediante el ocio y el esparcimiento.
Hace unos días veía un reportaje de Jalis de la Serna en La
Sexta sobre la sede de Google en Silicon Valley. Es una pequeña ciudad con un
montón de restaurantes y espacios en los que sus empleados pueden hacer su vida
sin salir de su lugar de trabajo. Sus trabajadores no ocupan escritorios
alineados en interminables filas bajo la fría luz de fluorescentes, sino que cualquiera
de sus numerosas cafeterías, un banco de un parque o un asiento en una sala de
juegos es un buen sitio para acomodarse y trabajar enganchado al ordenador. Y
las oportunidades de entretenimiento son múltiples, de hecho dicen que sus oficinas
son de las más divertidas, no solo en esta sede, sino a lo largo de todo el
mundo.
Existen otras empresas casi tan modernas y concienciadas
con la responsabilidad social corporativa hacia dentro, que lo mismo ofrecen a
sus empleados en sus instalaciones fisioterapia, gimnasio, lavandería o
guardería para sus hijos, todo por tenerlos contentos. Aunque no es una tendencia generalizada, sí es cierto
que la mayoría de las empresas han entendido que hacer una oficina
más cómoda para su plantilla redunda en su propio beneficio.
Qué queréis que os diga. Soy de las que piensan que en el
trabajo no hay que pasar ni un minuto más del tiempo estrictamente necesario
para ser productivo. La inspiración, el desahogo, los masajes si me apuras… hay
que hallarlos fuera. Es de agradecer que las empresas se preocupen por hacer
más cómoda la vida laboral de sus trabajadores, pero deberían empezar por racionalizar
los horarios, algo que me temo que no servirá de nada ordenar mediante legislación si luego cada negocio defiende su independencia y autonomía en ese aspecto. Cuando en
España ocurra como en otros países, sobre todo nórdicos, donde se mira mal al
que echa horas de más en la oficina, porque significa que no ha sido capaz de
sacar su trabajo a tiempo, habremos avanzado algo en este sentido.
Qué conciliación laboral, por no decir simplemente qué vida,
puede tener una persona que sale de casa a las siete de la mañana para meterse
en un atasco de camino al trabajo y regresa a su hogar, embotellado de nuevo, a
las ocho de la tarde... La mejor decoración de empresa, el mejor espacio de
bienestar laboral, es acabar con la jornada partida que incluyo dos horas para comer o
las interminables reuniones después de las seis. La mejor estrategia
empresarial es promover el tele-trabajo y los horarios flexibles, de manera que
el tiempo que se pase en la oficina sea trabajando de verdad, no simplemente
haciendo tiempo entre el fichaje de entrada y el de salida.
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