Uno de los complejos que me han acompañado a lo largo de mi vida, más acusado en la adolescencia y casi superado en la edad adulta, ha sido mi culo. Por hablar con mayor precisión, el tamaño de mis glúteos. Siempre he pensado que tenía unas posaderas demasiado grandes, desproporcionadas en comparación con el resto del cuerpo. Parece ser cosa de genética, la rama femenina de mi familia paterna somos, como decía mi abuela, ‘de la calidad del tordo: la cara delgada y el culo gordo’.
Os cuento esto no porque tenga necesidad de abriros mi corazón y haceros partícipes de mis neuras, -¡qué va!-, sino porque he leído que los últimos dos años se ha registrado un incremento de casi un 30% en el número de operaciones para aumentar los glúteos, principalmente en mujeres. Dicen que la culpa del boom de la gluteoplastia es de las Kardashian, Beyonce, Nicky Minaj o Jennifer López, que van paseando por ahí su orgullo de culonas y han puesto de moda la retaguardia bien armada, irremediablemente asociada a lo erótico festivo, dejando incluso en segundo plano la delantera, que también ha vivido épocas de exaltación. He aquí un ejemplo.
Tiene gracia. Toda la vida tratando de disimular mis caderas con ropa amplia y camisetas largas, y ahora, aunque ya sea demasiado tarde por los años y la ley de la gravedad, resulta que poseía todo un tesoro, algo por lo que hoy suspiran aquellas féminas con las que la naturaleza no ha sido tan generosa y que se arriesgan a pasar por el quirófano para ponerse postiza una cara B.
Y es que parece que tener un buen culo da puntos, además de los de sutura. Según he comprobado, existen numerosas cuentas en redes sociales –he localizado varias en Instagram y Twitter- que puntúan a la gente. Suelen echar un vistazo a la galería de fotos de sus seguidores y valorar su físico y pose con nota y comentarios. Por lo general las más examinadas son chicas, aunque también se cuela de vez en cuando algún chaval. Pero, lo más preocupante, a mi entender, es que son adolescentes o gente lo suficientemente joven como para creer que tienen un problema si esos jueces anónimos les dan un 7 ‘porque no tienen culo’. Alguien debería hacerles ver que el problema real surge cuando lo que falla es el cerebro. Entonces sí que se va de culo.
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