Hace unos días quedaba por correo electrónico con un colega
para encontrarnos después de algún tiempo. En su mensaje me proponía fecha,
lugar y hora, a lo que yo le respondí con otro email aceptando la propuesta.
Inmediatamente después, para que no se me olvidara, me dispuse a anotarlo en el
calendario de mi teléfono móvil. Mi sorpresa fue que, al localizar la fecha en
cuestión, en el espacio para la anotación figuraba una sugerencia de
recordatorio. ¿Quiere usted anotar la
cita con fulanito a las x horas? Mi cuenta de gmail había dado
instrucciones previas a mi calendario adivinando mis intenciones. Alguien,
aunque sea una máquina, observaba mis conversaciones privadas. Un escalofrío me
recorrió la espina dorsal.
No cabe duda que es un gran avance. La tecnología se
anticipa a nosotros para hacernos la vida más cómoda. Ya podemos evitarnos
el duro trabajo de teclear un recordatorio, ahora se encarga el móvil. Simplemente tenemos
que aceptar y casi darle las gracias. Caminamos hacia un futuro en el que no seremos
nosotros quienes pensemos, sino que un dispositivo electrónico estudiará –ya lo
hace- nuestro comportamiento cotidiano para adivinar nuestros deseos e
invitarnos a satisfacerlos antes incluso de que nuestro cerebro haya mandado el
impulso.
Algunos piensan que es fantástico, una revolución, pero a mí
a ratos me sigue dando repelús. Además, en mi caso, los algoritmos no
funcionan, porque la lógica no suele ser la que guía mi comportamiento a la
hora de utilizar internet. De modo que con frecuencia la red me ataca con
mensajes a los que nunca accedo porque no me interesan.
También me inquietan las denuncias planteadas últimamente por
varios usuarios de Facebook. Aseguran que esta compañía, a través del micrófono
del móvil, espía
sus conversaciones de la vida cotidiana, no las producidas durante las
habituales llamadas telefónicas, sino con el teléfono en reposo. Uno de ellos
demuestra su afirmación en un vídeo donde hace un sencillo experimento. Se
coloca al lado de su dispositivo y comienza a hablar con su pareja de comida
para gatos, un tema que nunca había formado parte de sus conversaciones.
Repiten en varias ocasiones esa palabras mientras el teléfono descansa sobre
una mesa a su lado. A los pocos días muestra la pantalla de su teléfono para
permitirnos ver cómo han empezado a aparecer anuncios de comida para gatos en
su muro de Facebook. Si no lo termináis de creer y tenéis tiempo, haced la
prueba.
Sea o no cierto, los propósitos comerciales de esta red
social son evidentes. Así que desengañaos, su fin último no es propiciar un
espacio en el que comunicarse con familiares y compañeros del colegio o subir
fotos llenas de felicidad, sino monitorizar nuestro perfil para saber qué tipo
de productos serían los más adecuados para nosotros, de manera que los
anunciantes puedan llegar más fácilmente a su público objetivo, tentarnos como
potenciales consumidores que somos y generar incluso una necesidad en nosotros que hasta el momento no teníamos.
Otros están más preocupados por el uso que pueda dar la
empresa responsable de su robot
limpiador a los datos que obtiene este pequeño electrodoméstico cuando recorre
la casa tragando pelusas, grabando en su memoria auténticos planos valiosísimos para empresas que
comercializan productos conectados para el hogar.
Para seguir ‘emparanoiándoos’ os cuento la última. La semana
pasada estuve en un centro comercial en el que había wifi
gratis y abierta, algo que celebro cada vez que me sucede, así no gasto mis
datos. Se me ocurrió comentarlo en Twitter y un usuario me recomendó que viera
una entrevista del programa ‘Salvados’ en la que el hacker Chema Alonso, demostraba
lo fácil que les resulta a los piratas informáticos sin escrúpulos acceder al contenido de nuestro dispositivo y
datos privados cuando usamos este tipo de redes. Y no digo yo que no pueda suceder, pero
teniendo en cuenta que lo más que hice mientras me tomaba un café fue ver las
noticias y poco más, sospecho que los hipotéticos hackers poco podrían llevarse
a la boca conmigo. De todos modos, nunca está de más tomar una serie de
precauciones cuando nos conectamos a internet de esta manera. Ya sabéis lo que
se dice: Si te dan algo gratis piensa que tú eres el producto.
Así que, igual que en la vida real tomamos mil
precauciones, deberíamos hacer lo mismo en la virtual, sobre todo si empleamos
redes wifi abiertas: nada de entrar con nuestra contraseña en ninguna página de
un banco, ni enviar documentos privados por correo electrónico o aprovechar
para comprar una ganga metiendo los datos de nuestra tarjeta. Pero seguro que
todo esto ya lo sabíais.
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