Cuando un publicista gesta una campaña publicitaria, su
principal deseo es que impacte, que permanezca el mayor tiempo posible en la
retina de la gente, que se hable de ella y, por supuesto, que
despierte en el público el deseo de consumir ese producto o le sensibilice
favorablemente frente a lo que se anuncia. Así que la responsable de la campaña
impulsada por el Ayuntamiento de Zamora con motivo del Día para la Eliminación
de la Violencia contra las Mujeres puede sentirse satisfecha por haber conseguido el primer objetivo: que se hable de su trabajo, aunque en muchos casos sea para cuestionar su estrategia. Los profesionales que se dedican a la publicidad están acostumbrados a caminar por el alambre, son auténticos equilibristas que arriesgan y, en ocasiones, cuando el tema es demasiado delicado, pueden dar un traspiés. Y eso es, en mi modesta opinión, lo que ha sucedido en este caso. Imagino que sabéis a lo que me refiero, pero por si acaso
refresco el tema.
La campaña en cuestión utiliza chistes machistas de lo más
viejuno para recalcar que la violencia contra las mujeres no es un chiste. Es
decir, han decorado la ciudad con carteles en los que se pueden leer, escritas con
tipografía de gran tamaño y en negrita, frases lapidarias como, por citar un solo ejemplo, “¿En qué se
parecen las mujeres a las pelotas de frontón? En que cuanto más fuerte les
pegas antes vuelven”. El cartel se completa con la leyenda
“La violencia hacia las mujeres no es un chiste, no seas cómplice”, pero el
tamaño de la letra ya es inferior y solo resalta la parte que señala “no es un
chiste”. Entiendo el propósito de la campaña, incluso aplaudo la idea, pero creo que sus responsables, comenzando por la agencia y terminando por el propio cliente que la ha contratado, el
Consistorio zamorano, han fallado en la manera de plantearla. Les ha perdido el
enfoque.
Desde el Ayuntamiento
insisten en que es una "campaña educativa que busca un impacto necesario para
despertar conciencias y que con los chistes denuncian actitudes que están
normalizadas y parecen inocuas, pero que hacen mucho daño". Me temo que no
comparto lo de que intercambiar chistes machistas está normalizado. Y menos
entre los más jóvenes. Cuando comentaba este asunto con mis hijos de 12 y 14
años, me di cuenta de que no conocían ninguno de esos chistes, ni les sonaban, no son bromas
que utilicen los chavales de hoy en día de manera común. Es más, les chirriaban
bastante y, por supuesto, no les veían la gracia.
¿Qué quiero decir con esto? Pues que casi habíamos logrado por
fin desterrar ese tipo de humor cruel, negro y casposo de las tertulias y
sobremesas en esta nueva sociedad del siglo XXI. Pero gracias a estos
lumbreras, habrá adolescentes y jóvenes que, a fuerza de pasar cada día al lado
de esos carteles o verlos a través de internet, irán incorporando a su
vocabulario unos cuantos chascarrillos rancios que podrán soltarles a sus
compañeras de clase en cualquier momento si se tercia. Luego nos echamos las
manos a la cabeza cuando se difunden estudios
que aseguran que uno de cada cuatro jóvenes ve “normal” la violencia de género
en la pareja. Pues qué queréis que os diga, quizá esta campaña no sea la mejor
manera de reducir esa cifra e invertir la tendencia.
El uso es el que da la vida a un idioma y a las palabras. Ya
casi nadie emplea las expresiones retrete, orate, bellaco, refajo o soponcio,
así que poco a poco, con el tiempo, esas palabras en vías de
extinción seguirán en el diccionario de la RAE, pero brillarán por su
ausencia en las conversaciones de la gente. Así que si no difundimos, ni compartimos, ni utilizamos como reclamo ese tipo de bromas, con un poco de suerte un día nadie echará mano de ellos para hacerse el gracioso.
Tenía la impresión de que en España habíamos superado ya lo
del chiste breve sexista; que poco a poco, a fuerza de denunciar, estábamos
acabando también con los micromachismos; que solo quedaba ya un puñado de
usuarios cavernícolas anónimos en Forocoches y Twitter, y que afortunadamente
los íbamos neutralizando a base de combatirles mediante el sentido común.
Ahora esta campaña ha rescatado la España más sórdida y
cateta, aunque sea con el más loable de los propósitos. Lo siento, pero en este
caso el fin no justifica los medios. Eso sí, hay que felicitar a la Agencia
Touché por convertirla en viral, pero tengo serias dudas de que el resultado consiga
precisamente lo que se propone, sensibilizar a la población sobre la necesidad
de acabar de una vez por todas con la violencia contra las mujeres.
Nota: Dos días después de escribir este post, coincidiendo con el Día para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, el Ayuntamiento de Zamora decidió cambiar los carteles de su campaña.
Nota: Dos días después de escribir este post, coincidiendo con el Día para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, el Ayuntamiento de Zamora decidió cambiar los carteles de su campaña.
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