El periodista Carlos Herrera publicaba la pasada Navidad una
imagen titulada ‘El Belén viviente’. Tomando como base una escena de la Natividad, habían incrustado su cara y las
del resto de colaboradores en el lugar de los rostros de la Virgen María, San José y el resto de protagonistas del nacimiento de Jesús. El montaje fue acogido con regocijo por
sus seguidores, supongo que también por los católicos, e incluso debió
resultarle simpático a la Conferencia Episcopal, en vista de que no le puso de
patitas en la calle ni le denunció ante los tribunales por delito de ofensa a
los sentimientos religiosos.
Unos meses antes, en la primavera del año pasado, un joven
jienense de nombre Daniel Serrano, hizo algo parecido pero tomando como modelo
una imagen del Jesús Despojado, de la Cofradía de la Amargura de Jaén. El fotomontaje
le quedó más conseguido que el del equipo de Herrera, todo sea dicho, y lo subió a su cuenta de Instagram con la
frase: 'Sobran las palabras, la cara lo dice todo, Makiaveli soy tu dios'. Dice
que se refería a un rapero y que en ningún caso pretendía hacer mofa ni herir
los sentimientos religiosos de nadie. Pero a la Cofradía no le hizo gracia el
asunto y le pidió en varias ocasiones que retirara la imagen. Se negó y terminaron
denunciándolo en el juzgado. Esta semana salía la sentencia del juicio. El pobre
diablo deberá pagar 480
euros por la ofensa y eso gracias a que se ha declarado culpable.
En el carnaval del año pasado el párroco de la localidad
pontevedresa de Cuntis, Juan Carlos
Martínez, se disfrazó del fundador de Playboy, Hugh Hefner, y desfiló por las
calles del pueblo a bordo de un descapotable. Para dar mayor realismo al
disfraz, aparecía flanqueado por otros dos hombres perfectamente ataviados de voluptuosas
conejitas Playboy. La escena levantó mucha polvareda fuera de la localidad y el
párroco verbenero se vio obligado a pedir perdón desde el púlpito. Y eso que
sus feligreses no se habían tomado a mal la elección de disfraz del páter e
incluso salieron en su defensa cuando las altas jerarquías eclesiásticas le
llamaron al orden.
Ese mismo carnaval, pero a kilómetros de distancia de
Galicia, en Las Palmas de Gran Canaria, Borja Casillas, de nombre artístico Drag
Sethlas, ganó la gala Drag Queen del Carnaval con una fantasía titulada '¡Mi
cielo! Yo no hago milagros, que sea lo que Dios quiera', en la que comenzaba
vestido de Virgen María y terminaba de Cristo crucificado.
Mamarracho y Blasfema es lo más bonito que se dijo sobre él
y sobre una actuación que fue trending topic y provocó opiniones encontradas en
todos los ámbitos. Finalmente el obispo convocó una misa en desagravio y al
artista le tocó sentarse ante un juez después de que se admitieran a trámite dos
querellas acusándole de herir los sentimientos religiosos. El pasado mes de
diciembre la causa fue archivada.
No sé por qué me ha dado por relacionar los cuatro casos.
Quizá porque todos tienen algo en común: Ninguno buscaba ofender intencionadamente
a nadie.
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