Blog personal de Ángela Beato. Escribo lo que siento. Digo lo que pienso. Procura no tomarme demasiado en serio.

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domingo, 20 de enero de 2019

Por qué Pablo Iglesias debería envainársela con Íñigo Errejón

El anuncio de Íñigo Errejón de concurrir a las elecciones autonómicas con la marca Más Madrid, la plataforma de Manuela Carmena, y no con la de Podemos ha provocado una nueva tormenta dentro de la formación morada. Hasta Pablo Iglesias abandonó temporalmente su retiro paternal. Da la sensación de que para las cosas gordas no hay baja -ni Montero- que valga. Mediante un mensaje de voz se mostró tocado y dolido por la decisión de su amigo. Tanto, que reaccionó amenazando con disputarle el trono regional con otro candidato. Acto seguido, una vez que el líder había hablado, ya pudieron el resto de los miembros del partido con alguna responsabilidad salir en cascada a disparar en la misma línea: reprocharle a Errejón su puñalada trapera e indicarle dónde estaba la puerta.


En mi modesta opinión de espectadora externa y cero implicada sentimentalmente con Podemos ni con ningún otro partido de la esfera política actual, creo que Iglesias se equivoca. Pero aún está a tiempo de rectificar. De hecho, Pablo Iglesias debería tragarse su orgullo y envainársela. ¿Por qué?

-Porque Errejón es fundador de esa aventura que se llamó Podemos y dentro de la formación me parece una de las voces más sensatas, autorizadas, documentadas, coherentes, amables y atractivas.

-Porque Iglesias debería aceptar de una vez por todas, que en Podemos no todo debe pasar por él, dejar ese ramalazo dictatorial y autoritario que le da de vez en cuando y asumir que no todo debe ser con su venia… ¡Hombre, por favor!… Que lo del pensamiento único es más de los viejos partidos que de los nuevos…

-Porque habiendo visto cómo se desenvuelven los distintos personajes de este teatro, ante un caso similar, seguro que Errejón reaccionaría con mucha mano izquierda y lo gestionaría con más clase que, por ejemplo, Echenique. Y creo que Podemos necesita más Errejones y menos Echeniques.

-Porque dicen los que saben que cuando la izquiera se fragmenta, gana la derecha, aunque también esté fragmentada. Está más que probado. La división de la derecha provoca fragmentación del voto, pero termina reagrupándose a base de pactos poselectorales, mientras que la división de la izquierda ha demostrado tener efectos completamente contrarios, incluido un aumento de la abstención.

-Porque si quiere ganar algo debería dejarse llevar por la cabeza y no por los sentimientos. No tiene sentido ni justificación que Iglesias esté dispuesto a asociarse con Carmena en la ciudad de Madrid y no en la Comunidad. Debería aceptar que las plataformas ciudadanas como Más Madrid se están poniendo de moda y están devolviendo la ilusión a muchos que andaban desencantados. Ya he oído a más de uno decir “Dan ganas de votar a Errejón”.

Por todo esto, si Pablo Iglesias quisiera por una vez pensar más en su partido que en sí mismo, debería envainársela y concurrir a las elecciones autonómicas bajo la plataforma Más Madrid y con el candidato Íñigo Errejón. Aunque, bien pensado, quizá sería más conveniente dejarle que siga adelante con esa pose de novio despechado y se estrelle en las autonómicas madrileñas. A ver si alguna vez le pasa factura un fiasco electoral. O, al menos, que se le bajen los humos.

jueves, 30 de junio de 2016

Los prejuicios de la edad

Estos días hay dos preguntas que se repiten machaconamente: Por qué ha caído España en octavos de la Eurocopa y por qué han fallado las encuestas que aventuraban un adelantamiento de Podemos al PSOE por la izquierda, e incluso un empate de los morados con el PP. En ambos casos he llegado a escuchar y leer tal sarta de incongruencias que no me resisto a zumbar hoy por ahí.

Vivimos en un país donde tan pronto elevamos ídolos a los altares como los derribamos y enterramos bien profundo, no sin antes atizarles de lo lindo. El tiempo medio de éxito y gloria suele ser breve, las modas nos duran lo que son capaces de entretenernos, en cuanto la novedad deja de serlo se nos baja la libido y buscamos rápidamente un recambio para reiniciar el furor.

Del Bosque era la leche hasta que perdimos con Italia, que se convirtió en cuajada. No había terminado el partido y ya se estaba debatiendo sobre su continuidad como seleccionador, cuando solo una semana antes estábamos aprendiéndonos de memoria la canción de la Niña Pastori y pintándonos la cara de rojo y amarillo. Ahora ya nos parece que el mister está mayor, que su ciclo ha terminado, y buscamos un recambio más fresco y joven. Y así con todo. 

¿Recordáis a Teresa, la mujer de 74 años de Jarandilla de la Vera, que fue noticia durante un par de días por protagonizar un vídeo de Podemos? Cambiaba la estrategia, ya no se asociaba el partido emergente solo con gente joven, también sintonizaban con abuelos como esta mitinera que daba estopa al PSOE y en general a los políticos ladrones. Los seguidores de la formación elogiaban a aquella mujer mayor y ponían en valor la sabiduría que da la edad, la vida y la experiencia. Pero en cuanto Podemos se estrelló y no consiguió el éxito esperado, entonces resultó que la edad era un lastre que no te deja pensar con claridad. Los viejos ya no son tan sabios y tan pintorescos… Bueno, eso es lo que piensan algunos listos sobre algunos mayores, a los que tildan de miedosos, tontos y paletos por votar -dicen- a los de siempre aunque les roben. 

Me fastidia que la edad sea tan determinante para todo y que se acomode a los intereses y circunstancias de cada uno. Que haya que desconfiar por sistema de los jóvenes por ser inexpertos, pero luego laboralmente haya empresarios que se beneficien de esta mano de obra barata y dócil. Que se hagan chistes sobre los mayores, sus frecuentes visitas al médico a por recetas, su conservadurismo y sus excursiones, pero luego haya un amplio porcentaje de abuelos que sostienen a familias y favorecen la logística con los nietos. Que si el PP saca mejor resultado de lo esperado y Podemos peor, sea porque los viejos han votado a los de siempre. Y que se sigan haciendo chistes con Errejón y su aspecto de niño cuando ya ha demostrado que tanto intelectual como verbalmente se le nota mejor dotado que el 95% de los nuevos inquilinos del Parlamento. Y me fastidia que se vaya arrinconando a mentes privilegiadas porque tienen arrugas para poner en su lugar a rostros tan lisos como su encefalograma. Me gustaría poder escuchar, leer, ver en puestos de responsabilidad de cualquier ámbito a personas brillantes independientemente de su edad, no a mediocres colocados por obra y gracia de alguien que ha pensado que viste más un cantamañanas de 30 o un soplagaitas de 60.

No me gustan las prohibiciones, pero ya puestos yo prohibiría confesar la edad, desvelar ese dato no lleva asociados más que prejuicios. La infancia, la juventud, la madurez, la vejez son estados temporales y pasajeros, que conducen a donde ya sabemos. Todo aquel que desprecie a los mayores, que piense que en su pecado lleva la penitencia; un buen día, sin tardar mucho, se habrá convertido en aquello que detestaba. Y otra cosa más. La juventud se pasa, la estupidez no, así que todo indica que además de hacerse viejo, seguirá siendo estúpido. 

miércoles, 27 de enero de 2016

Por favor, pongan fecha

Ocupar la primera fila no necesariamente supone mayor visibilidad, como tampoco se pasa más desapercibido situándose en la parte de atrás. Todavía me acuerdo de algún profesor que, cuando aún se estilaba la tiza, lanzaba el borrador de la pizarra hacia el fondo del aula para escarmentar a algún cafre de los que allí se agazapaban con la intención de dormitar -en el mejor de los casos- o boicotear la clase charlando. 

La visibilidad se la da uno mismo, para bien o para mal. El enésimo enfado de Podemos, ahora por los escaños que les han adjudicado en el hemiciclo, me aburre soberanamente. Al margen de que la distribución de grupos sea más o menos acertada, para empezar, el ciudadano de a pie solo ve el Congreso cuando sale en la tele, y por lo general lo que se enfoca son las intervenciones de los políticos en la tribuna de oradores, que es donde se debe echar el resto. A no ser, eso sí, que alguna de sus señorías se levante reivindicativa y lleve una bandera, una camiseta u otro elemento llamativo, que entonces las cámaras les buscan sí o sí. 


De modo que por qué no se relajan y, primero, dejan de llamar gallinero a una zona del hemiciclo tan digna como el resto y, segundo, tratan de ser coherentes con el discurso que les ha servido para obtener esos cinco millones de votos de los que tanto alardean. Es decir, luchen contra la vieja política de verdad, no con pataletas; busquen los acuerdos de gobierno, no el poder de los ministerios; sean consecuentes con sus ideas, no adopten la frase de Marx… GROUCHO… “Estos son mis principios, si no es gustan, tengo otros”. 

Yo que no era partidaria de repetir las elecciones porque no me gusta el derroche ni el gasto superfluo y porque confiaba en que de una vez por todas a este país le diera un ramalazo nórdico, sinceramente ahora, visto lo visto, si a cada paso surge una polémica absurda, si hay tan pocas ganas, si las dificultades son tantas y las distancias entre unos y otros tan insalvables, creo que no habría que perder más tiempo en rondas y negociaciones estériles. Dejen de apropiarse todos de manera indebida del término “ciudadanía”, ahórrennos la vergüenza ajena y, por favor, pongan fecha.