La
noticia de que Iker
Casillas ha sufrido un ataque al corazón me ha recordado que tenía un
asunto pendiente que contaros y que, en parte, está relacionado con lo poco que
me prodigo por aquí últimamente.
El viernes
12 de abril, Viernes de Dolores, para más señas, mi madre sufrió un infarto de
miocardio. Llevaba unos días con molestias que nunca llegó a identificar como síntomas
de un fallo cardíaco. Más bien le parecía estar padeciendo alguna patología
digestiva. De modo que estuvo soportando con estoicismo casi una semana lo que ella consideraba
una serie de episodios de ardor en la boca del estómago, que decidió combatir
con manzanilla. Y es que erróneamente tendemos a pensar que el infarto es solo cosa de ellos, cuando, según el Instituto Nacional de Estadística, en realidad mueren más mujeres que hombres a causa de problemas cardiovasculares.
Ese
mismo día, cuando mi madre se dirigía a ver la procesión unas horas antes del susto, se
sintió algo fatigada y lo achacó al cansancio propio de la caminata. Pero cuando ya estaba con sus amigos a la puerta
de la iglesia de San Julián, en Toro, esperando que sacaran a ‘La Dolorosa’, fue
más que consciente de que algo no iba bien. El dolor iba en aumento. Notaba una
opresión en el tórax que la atravesaba el cuerpo hasta la espalda. Sentía como
si algo la aplastara y le impidiera respirar con profundidad. Pensó que
sentándose cesaría esa terrible sensación, pero no. Aquello iba en aumento
y al insoportable dolor físico se sumó la vergüenza de estar llamando la
atención y quitándole el protagonismo del momento a la virgen. Puede estar
tranquila. Los medios
de la zona no recogieron el incidente. Por no hablar del miedo, mejor
dicho, el pavor que –supongo- la invadió al pensar si aquello sería el final. Afortunadamente
hoy, todavía con algo de miedo en el cuerpo, puede contarlo gracias a la intervención de un montón de personas a las que
quiero mencionar y agradecer públicamente su ayuda.
GRACIAS…
-Al
médico y la enfermera que se encontraban entre el público congregado a las
puertas de la iglesia y que, sin que nadie reclamara su presencia, no dudaron
en acercarse a ella en cuanto notaron que se sentía mal. Con el simple gesto de
tomarle el pulso en la muñeca, detectaron de inmediato la gravedad de su
estado.
-A
quien llamó a una ambulancia para dar el aviso de la emergencia.
-A la
voluntaria de Cruz
Roja que ofreció su coche y la trasladó cuando comprobaron que la
ambulancia no podía llegar porque los accesos a la zona estaban cerrados a
causa de la procesión.
-A
los profesionales que estaban en urgencias del centro de salud, que en primer
lugar aliviaron su terrible dolor y luego tramitaron rápidamente su traslado al
Hospital Clínico Universitario
de Valladolid para que le salvaran la vida en su excelente unidad
de hemodinámica. Afortunadamente la 'España vaciada' cuenta con servicios
sanitarios punteros, aunque estén a 70 kilómetros de distancia y tengas que
encomendarte al cielo y a la buena gente para llegar vivo hasta allí.
-A
los profesionales que la trasladaron en ambulancia desde Toro hasta
Tordesillas.
-A
los profesionales que les tomaron el relevo en Tordesillas y la trasladaron en
otra ambulancia distinta, mejor equipada, desde allí hasta Valladolid.
-A
los profesionales que la estaban esperando en el Hospital Clínico de Valladolid
e inmediatamente le practicaron con éxito un cateterismo para implantarle dos
stent que dilataran su arteria obstruida.
-A
los profesionales de la UVI del centro sanitario que la cuidaron esas primeras
horas cruciales posteriores a la intervención.
-A
los profesionales de la ambulancia que la trasladaron una vez estabilizada al Hospital
Virgen de la Concha de Zamora.
-A
los profesionales de la UVI del Hospital de Zamora que la mimaron durante un día más.
-A
los profesionales que, pasado el riesgo inicial, la atendieron en la habitación 2320 de la planta de Cardiología otros tres
días hasta darle el alta de este centro hospitalario.
-A los que ofrecieron sus casas cerca de ambos hospitales, por si necesitábamos alojamiento. Cuando tienes un familiar ingresado lejos de casa, la logística es complicada.
-A los que ofrecieron sus casas cerca de ambos hospitales, por si necesitábamos alojamiento. Cuando tienes un familiar ingresado lejos de casa, la logística es complicada.
-A
todos los que llamaron por teléfono para interesarse por la salud de mi madre y nos
transmitieron su más sincera preocupación.
-A sus
amigos que la acompañaron desde el principio, en especial a Vicente y a su hija
Carmen, que son como un tío y una hermana para mí, que se comportaron como una
familia con ella y que no la abandonaron ni un momento en todo este trasiego,
hasta que pudo ir llegando su otra familia a tomarles el relevo.
A
todos, de CORAZÓN, muchísimas gracias.
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