No hay lugar más deprimente que una oficina del antiguo INEM. Bueno, probablemente existan otros sitios que provoquen bajón y no los conozco, pero este lugar en concreto ocupa un puesto destacado en el ranking. Esta mañana he vuelto a visitar la que me toca y me he reafirmado en esta misma opinión.
Nueve y cuarto de la mañana y el vestíbulo ya de bote en bote. La oficina que me corresponde es la de Majadahonda. Está dividida en dos partes y tiene una mínima sala de espera –por llamarla de alguna manera-, lo que obliga a la gente a apiñarse bajo uno de los dos marcadores que van indicando el turno de cita, si es que no encuentran silla libre, o quedarse en la calle haciendo tiempo en las escaleras de acceso.
A la derecha está el SEPE (Servicio Público de Empleo Estatal), donde se tramitan prestaciones, ayudas, subsidios, altas y bajas, etc… gestiones muchas de ellas que podrían hacerse por internet, pero por desconocimiento o por desconfianza, las gente prefiere realizar personalmente con cita previa. A la izquierda está la Oficina de Empleo de la Comunidad de Madrid, donde se tiene que apuntar uno cuando se queda en paro, para que conste que está buscando activamente un trabajo, y donde hay que presentarse cada tres meses para renovar la demanda de empleo, otro trámite este el de la renovación que se puede hacer por internet para evitarte el paseo y contribuir a no colapsar las instalaciones. Sin embargo todavía los hay que se dan el gustazo de llevar en mano el papel para que se lo sellen.
Digamos que las políticas activas de empleo están transferidas a las comunidades autónomas, que tienen que costear cursos, formación y procesos de selección de personal, mientras que el pago de la prestación contributiva, la nómina a la que tenemos derecho durante un tiempo los que hemos cotizado como mínimo 12 meses en los 6 años anteriores a quedarnos en paro, sale del bolsillo de papá Estado.

Lo voy a dejar aquí y no voy a profundizar en la segunda parte, lo que uno se encuentra cuando traspasa alguna de las dos puertas que comunican con la sección regional o con la nacional, donde los funcionarios, sentados tras mesas alineadas, esperan pacientes a que vayamos pasando los pobres desgraciados -un 20% de la población activa- que atravesamos este trance casi tan deprimente como la propia oficina del antiguo INEM.
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