En 1999 Naciones Unidas propuso celebrar cada 21 de marzo, coincidiendo con la llegada de la primavera, el Día Mundial de la Poesía. Aprovechando la fecha -aunque me revienten los “días de”- y consciente de la dificultad que entraña rimar con profundidad, gracia y sentido, quiero hablar de un antiguo compañero de trabajo, al que también considero buen amigo, y que representa para mí lo que podríamos denominar un poeta contemporáneo, sin la connotación negativa de bluff que en algunas ocasiones va asociada a ese término.
Javier Ruiz Taboada es un hombre de radio, una voz de las ondas –me atrevería a decir la VOZ de Onda Cero- que debería sonar a otras horas y con mayor frecuencia, pero que nos sirven dosificada para que sepamos lo que es bueno, comparemos, la echemos de menos y pidamos más. Y porque el mundo y quienes lo hacen girar no son perfectos.
Dotado con una chispa extraordinaria, una notable fluidez verbal y una rapidez mental poco frecuente, Taboada es un hombre del Renacimiento parido fuera de tiempo y de lugar. Pinta (a la derecha una prueba en forma de regalo), capta imágenes, tuitea sentencias, escribe reversos, construye poemas, compone canciones, da la nota, hace reír, educa hijos, ama… Y todo con un talento y una sensibilidad arrolladores. Siempre he envidiado sus múltiples capacidades. Es injusto que en el reparto alguien salga tan bien parado y el resto nos quedemos a medio camino de nada.
A quienes le conocéis, no os descubro nada. Para los que aún no habéis tenido la fortuna de catar el resultado de su endiablada inspiración, os invito a leer alguno de los libros que ha publicado, tanto para mayores como para niños, y que están disponibles en cualquier librería on y off line. Si preferís una aproximación sin gasto de por medio, os receto su blog para automedicaros a base de píldoras cargadas de arte. En caso de que os vaya más el patio de Twitter, basta con que sigáis sus tweets para descubrir en menos de 140 caracteres al mordaz, al irónico, al triste, al sagaz, al divertido, al impertinente, al cabal, al corazón que late, al hombre despierto y al tío…vivo que escribió:
Volví a la primavera de las cosas.
A mi primer amor sin ataduras.
A clavarme la espina sin su rosa.
Al tacto de una piel sin armadura.
Recordé la inocencia necesaria
que permite dar forma a la utopía
y la fascinación extraordinaria
de confundir tu boca con la mía.
Recuperé la luna enrojecida.
El sol de madrugada en las canciones.
Mi caja de sorpresas escondida.
Volví a encontrar el as de corazones
en la manga que cubre las heridas
de un tiempo saturado de estaciones.
¿Qué es poesía? Poesía es él.
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