Asqueroso, vomitivo, desagradable, repugnante, repulsivo, inmundo… Podríamos recitar toda la lista de sinónimos de la RAE y aplicárselos a Joachim Löw, el entrenador de la selección alemana de fútbol, que fue pillado en plena ‘faena’ por una cámara indiscreta en el partido que su equipo disputó el domingo contra Ucrania dentro de la Eurocopa 2016. He de confesar que hasta ahora este hombre me resultaba francamente atractivo, pero después de ser testigo de su 'pequeña' manía se me ha derrumbado un mito. De hecho, aún no me he recuperado del impacto.
Para quienes no lo hayáis visto –que seréis pocos- y no sepáis de qué 'pelotas' estoy hablando, el tipo se mete la mano derecha en el paquete, explora con ella unos instantes dentro del pantalón, luego la saca y se lleva los dedos a la nariz para olfatearlos. Esto sucede a la vista de los miles de espectadores que siguen el partido. Se supone que lo hace inconscientemente, que está tan metido en el encuentro que no repara en la guarrería. Pero no queda ahí la cosa. Porque posteriormente, ya sentado en el banquillo, introduce de nuevo su mano en el pantalón, esta vez por la parte trasera, se rasca –supongo que el culo- y vuelve a sacarla para terminar jugueteando con algo en los dedos…
Para quienes no lo hayáis visto –que seréis pocos- y no sepáis de qué 'pelotas' estoy hablando, el tipo se mete la mano derecha en el paquete, explora con ella unos instantes dentro del pantalón, luego la saca y se lleva los dedos a la nariz para olfatearlos. Esto sucede a la vista de los miles de espectadores que siguen el partido. Se supone que lo hace inconscientemente, que está tan metido en el encuentro que no repara en la guarrería. Pero no queda ahí la cosa. Porque posteriormente, ya sentado en el banquillo, introduce de nuevo su mano en el pantalón, esta vez por la parte trasera, se rasca –supongo que el culo- y vuelve a sacarla para terminar jugueteando con algo en los dedos…
Por si no he llegado a describir con fidelidad la escena, ahí va el testimonio gráfico. Jugad vosotros.
Naturalmente el video se ha hecho viral, a pesar de ser nauseabundo. Alemania ha pedido explicaciones, porque la señal la proporciona la UEFA y ese plano captado por las cámaras del estadio lo difundió a lo grande la tele italiana. No creo que la Federación alemana pueda hacer nada ni contra la UEFA ni contra el canal que emitió la asquerosas imágenes, por mucho que digan que la anécdota es totalmente extradeportiva e irrelevante. Mucho habría que discutir al respecto. Antes deberían darle un toque de atención a su seleccionador, por ejemplo, ofrecerle terapia de choque para superar esa repulsiva costumbre.
Vale que lo que importa es lo que sucede en el terreno de juego, en torno al balón. Vale, como dice el delantero alemán Podolski, que todos alguna vez nos tocamos los huevos -bueno, os tocáis- y eso no es un problema. Pero vale también que tú en la intimidad de tu hogar puedes hacer lo que te salga de las pelotas, eso sí, pensando en dónde tocas después, para ahorrarles tus gérmenes a los que tienes al lado. Pero cuando estás trabajando, y más si estás en el punto de mira, rodeado de cámaras en un evento de tal repercusión, como mínimo debes tener cuidado a la hora de abstraerte, porque todo forma parte del espectáculo y ese partido pasará a la historia por el día que Herr Löw rebasó la línea y pasó de comerse algún moco a ser el rey de la escatología.
Lo peor es que no debe ser un caso único. Este dudoso hábito, esa tendencia a llevar la mano de la nariz a los bajos y viceversa, sin tomar medidas higiénicas posteriores, debe compartirlo una parte de la población, así que piénsatelo mucho cuando te tiendan la mano para saludarte. De hecho, dicen que los teléfonos móviles suelen esconder más gérmenes que las manillas de las puertas de unos baños públicos. Y no estoy exagerando. Visto lo visto, no descarto que el ser humano termine extinguiéndose por una notable falta de higiene.
Mañana jueves vuelve a jugar Alemania, en esta ocasión contra Polonia, a las 9 de la noche, y lo retransmite Tele 5. Imagino que se multiplicará la audiencia a la espera de la nueva guarrada de Löw, porque -no olvidemos- nos puede más el morbo que la arcada. Os recomiendo que el encuentro no os pille cenando.
Eso sí. Cuando lleguemos a la final del campeonato, si Alemania conquista el título, todo apunta a que el mister nos dedicará una buena rascada de huevos mirando a cámara. Y entonces habrá que perdonárselo.
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