De vez en cuando surgen iniciativas que vale la pena destacar y que me hacen mantener la fe en el ser humano. Veo que existe una web que se llama Yo no desperdicio. La ha creado Prosalus, una organización no gubernamental de cooperación al desarrollo (ONGD) cuya misión es promover el respeto, protección y garantía de los derechos humanos a la alimentación, a la salud y al agua y saneamiento.
Partiendo del dato de que, según la FAO, un tercio de los alimentos producidos para el consumo humano se pierde o se desperdicia en todo el mundo, lo que equivale a cerca de 1.300 millones de toneladas al año tiradas a la basura, esta organización ha pensado que la mejor manera de combatir esa vergonzosa tendencia es ponernos de acuerdo y, en vez de tirar, compartir. Así, a través de su web, uno se registra y a modo de red social va indicando qué tipo de productos puede compartir o donar a otros, siempre en fecha apta para el consumo. Es decir, que antes de tirar aquello que no se va a consumir deberíamos pensar que nuestros excedentes pueden ser necesarios en otras casas. Y ahí es donde Prosalus, a través de esta web que también tiene su propia app, conecta a unos y otros.
La web incluye recetas y trucos para aprovechar los alimentos y da cuenta de otras iniciativas con similar propósito para ver si, a base de crear una red o cadena de favores, conseguimos no solo alimentar a gente que atraviesa un mal momento, sino frenar el desperdicio de alimentos y, por extensión, el cambio climático, porque al final todo está conectado.
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