

Pensaréis
que la chica volvió a su hogar, se calzó los tacones y regresó a su puesto de
trabajo. Pues no, lo que hizo fue lanzar una petición al Parlamento británico
para que sea ilegal que una empresa pueda obligar a llevar tacones altos a sus
empleadas. En un rato consiguió más de 30.000 apoyos. Si supera los 100.000
podría haber debate parlamentario al respecto. Varias diputadas están por la
labor de mover el tema alegando que es una simple cuestión de defender igualdad
en el trabajo. PwC dice que ellos no imponen ese atuendo, que es cosa de la Empresa
de Trabajo Temporal que les manda a las recepcionistas, pero es evidente que en
este terreno laboral las mujeres van sobre tacones. Por su parte la ETT dice
que revisará sus normas. Por si queréis hacer un seguimiento del caso, aquí os
dejo el Twitter de la ínclita.
No
creo que una recepcionista calzada con zapato plano vaya a realizar peor sus
funciones. Se requerirá de ella que sea educada, vista ropa limpia y formal, y
sobre todo que atienda convenientemente a los clientes, algo que se
puede hacer también sin estar encaramada a unos tacones.
Entiendo que ciertas empresas quieran cuidar al máximo la imagen que proyectan sus
trabajadores, porque es la suya, y que cuando das libertad o no estableces
reglas escritas, hay quien se ‘despista’. En alguno de mis trabajos he
coincidido con compañeras que a las 9 de la mañana aparecían en la oficina
vestidas como si fueran a servir cócteles en la barra de una discoteca de
Puerto Banús. A valorar su trabajo no me detengo. Eso sí, animaban la vista de algunos.
Quizá con eso fuera suficiente.
En
fin, os aseguro que la profesionalidad de una trabajadora no se mide por el
tamaño de sus tacones… Ni tampoco por el relleno del sujetador.
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