Hoy es el Día Mundial de la Libertad de Prensa. Normalmente los 'Días de…’ vienen a visibilizar una realidad, a reivindicar una lucha, a sensibilizar a la población sobre una carencia. Eso quiere decir que lo que debería ser un derecho aún es solo una aspiración. Pensaréis, entonces, que nosotros vamos sobrados de libertad de prensa y que esa reivindicación solo cobraría sentido en países donde hay dictaduras, guerra, situaciones de difícil gobernabilidad, donde se pisotean los derechos, donde la verdad escuece al poderoso y trata de acallarla a la fuerza. Sí, probablemente en escenarios como estos se gestó este 'Día de…’ establecido por Naciones Unidas. Pero en países de Occidente, adelantados y libres como el nuestro, lo de la libertad de prensa tampoco está como muy asentado. La declaración sobre la que se fundamenta este Día Mundial de la Libertad de Prensa señala como objetivo “reconocer que una prensa libre, pluralista e independiente es un componente esencial de toda sociedad democrática”. “Por prensa independiente debe entenderse una prensa sobre la cual los poderes públicos no ejerzan ni dominio político o económico, ni control sobre los materiales y la infraestructura necesarios para la producción y difusión de diarios, revistas y otras publicaciones periódicas". “Por prensa pluralista debe entenderse la supresión de los monopolios de toda clase y la existencia del mayor número posible de diarios, revistas y otras publicaciones periódicas que reflejen la más amplia gama posible de opiniones dentro de la comunidad”.
¿Es Pluralista la prensa en nuestro país? Depende de cómo se mire. Hay marcados grupos de comunicación que controlan todo el mercado y que se cuentan con los dedos de las manos: Atresmedia, Mediaset, Unidad Editorial, Vocento, Prisa… que dominan los medios, los enfoques, las tendencias, el blanco y el negro (últimamente no se llevan los grises).
¿Es independiente nuestra prensa? Pues depende también de cómo sople el viento. Es innegable -y hasta comprensible- que los poderes públicos hacen llamadas a los medios y presionan con mayor o menor tacto y según les conviene. Además, los medios necesitan publicidad para respirar, de modo que, si hay un escándalo que implica a uno de sus anunciantes y peligra su oxígeno, no dudéis que esa circunstancia influirá en cómo se venderá la noticia. Es de cajón. Redactores con ganas de contar todas las historias los hay, pero a veces no pueden hacer su trabajo como querrían. Según el informe de la profesión periodística 2015, “el 75% de los periodistas cede a la presiones que recibe para modificar partes significativas de sus informaciones”.
No siempre es algo dramático o deshonroso sucumbir a las presiones. Ocurre en todas las facetas de la vida. Recuerdo cuando trabajaba para Onda Cero y la cadena pertenecía a la ONCE. Era evidente que en antena no ibas a hacer chistes sobre invidentes, ni juegos de palabras que incluyeran la expresión "no ves" o "estás ciego". Nadie te prohibía nada en ese sentido, pero ya te encargabas tú de autocensurarte. Como mucho te exigían dar cobertura a acontecimientos relacionados con la organización y retransmitir puntualmente el sorteo del cupón. Y por supuesto, a dar correctamente el número premiado. Todavía creo recordar que a algún redactor le metieron días de empleo y sueldo por confundir el número.
Cuando la emisora pasó a ser adquirida por Telefónica, volvimos a autocensurarnos. Ya no se podía bromear con las líneas de teléfonos o con la calidad del servicio. Por supuesto, las informaciones sobre las actividades de la multinacional ocupaban espacios destacados. Imagino que en este momento, al grupo Planeta se le tratará con mimo, igual que al resto de medios que están integrados en Atresmedia.
En cuanto a mi etapa del otro lado, en los gabinetes de prensa institucionales, he visto cómo los medios pequeños de la zona de influencia del ayuntamiento de turno se cuidaban mucho de traspasar la línea y cuestionar la manera de proceder de quien les proporcionaba publicidad y sustento. La mano de quien te da de comer, por lógica, no se muerde.
¿Disfrutamos, por tanto, de libertad de prensa? Sí, claro. Diréis que hemos conocido los múltiples casos de corrupción y los escándalos de los papeles de Panamá gracias a la libertad de prensa, que en España goza de muy buena salud. Y no digo que no, pero lamentablemente yo con los años me he vuelto muy descreída y siempre me pregunto por qué surge una exclusiva en un momento determinado y no en otro, por qué se le da más bola a unas noticias que a otras, si realmente hay más interés periodístico y afán de servicio público u ocultas razones que persiguen un fin distinto a la notoriedad o el Pulitzer.
Por suerte para el oficio y para el público, hay algunos ejemplos de periodistas auténticos, vírgenes, no condicionados por cuentas de resultados, ni corrompidos por el periodismo de trinchera acomodada. Son los freelance que se juegan la vida por informar y que malviven cobrando poco, tarde y mal de medios que miden el interés de una noticia en función de variables muy poco periodísticas.
Hay otro tipo de profesional -que yo envidio particularmente-, como Javier del Pino, de la SER, que se salta las consignas internas y hace lo que quiere y cree que tiene que hacer. Como este fin de semana, cuando ignoró la prohibición del máximo capo de su empresa, Juan Luis Cebrián, y mantuvo a una de sus colaboradoras, Cristina Pardo, a pesar de que había orden explícita de no meter en antena a nadie de la Sexta, el Confidencial o el diario.es por las informaciones sobre los papeles de Panamá que estaban difundiendo y que salpican al líder del emporio de comunicación.
Hoy los trabajadores del diario El Mundo han convocado una huelga de 24 horas en protesta por el ERE anunciado en Unidad Editorial. Por cierto, hablando de libertad de prensa, en este medio ejerce su oficio el periodista del que hizo escarnio público Pablo Iglesias hace unas semanas, por ofrecer en sus artículos una imagen de Podemos distinta a la que le gustaría al líder del partido morado. No es el único ERE sufrido por este y otros medios de comunicación: El País, COPE, Telemadrid, SER… En 2013 cerró Punto Radio y la desaparición de experimentos como Qué! y ADN han dejado solo al 20 Minutos en la oferta de la prensa gratuita. El último en anunciar que echa el cierre es el pequeño Diario de Alcalá. Según la última EPA, estamos en paro más de 31.000 periodistas. Eso sí, afortunadamente, la cifra va bajando.
¿Tiene o no tiene sentido un Día Mundial de la Libertad de Prensa?
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