Hoy juzgan a Rita Maestre, la portavoz del Ayuntamiento de Madrid, por ocupar en 2011 la capilla de la Universidad Complutense en medio de un oficio religioso, enseñar el sujetador y corear junto con otros perlas como "contra el Vaticano, poder clitoriano", "vamos a quemar la Conferencia Episcopal", "el Papa no nos deja comernos las almejas", "menos rosarios y más bolas chinas", "arderéis como en el 36" y "sacad vuestros rosarios de nuestros ovarios". Casi todas rimas consonantes… salvo la de las bolas chinas...
(Foto extraída de la web del Ayuntamiento de Madrid)
Rita Maestre tenía entonces 22 años, así que por mucho que algunos la disculpen, incluido el propio arzobispo Osoro, yo creo que no es ya una edad de chiquilladas -aunque algunos no maduren en la vida-. Tampoco parece una gamberrada, fue una acción bien meditada y así la justifica con el paso del tiempo su propio compañero Íñigo Errejón, que la defiende con el argumento de que simplemente se manifestó “de manera pacífica a favor de la separación Iglesia y Estado”. Yo desde luego en la frase “arderéis como en el 36” no veo pacifismo, pero bueno… Rita Maestre ya se ha disculpado e imagino que no le hará gracia tener que pasar por esto justo ahora que despega su carrera política que, por cierto, tampoco creo que deba abandonar por el suceso que la lleva ante el juez. ¿Blasfemia? Pues no sé. Yo prefiero ver aquí un claro ejemplo de falta de educación, la que hay que tener con todo el mundo y en especial con quienes no piensan como nosotros. Si quería denunciar la poco apropiada existencia de una capilla en un campus universitario laico, había fórmulas alternativas para hacerlo, mucho más prácticas y con menor riesgo, como recoger firmas, buscar apoyos, manifestarse de manera realmente pacífica, presentar una petición formal ante el Rectorado… Por otra parte, quizá no sean capillas católicas lo que debe haber en servicios públicos como hospitales, universidades, aeropuertos…, sino lugares de recogimiento, meditación y oración, sin etiqueta de fe ninguna, para que cualquiera que sienta la necesidad, crea o no crea, tenga un dios u otro, pueda refugiarse allí si lo estima oportuno.
De todos modos siempre he creído detectar cierta fijación con la religión en algunos autodenominados no creyentes. Nunca lo he entendido. Por qué ese afán de juzgar y mofarse de los que sí creen, de sus ritos y costumbres. Y coincide que son los mismos a los que luego se les llena la boca al hablar de tolerancia. Esto me vale también para otra polémica de esta misma semana, la ocurrida en la entrega de premios Ciudad de Barcelona, en el Ayuntamiento de la ciudad condal, donde la poetisa Dolors Miquel leyó el poema "Mare Nostra", escrito con la métrica del Padrenuestro pero en una seudo-adaptación feminista, radical y transgresora. Estos versos, que en palabras de la propia autora son “un canto a la maternidad”, forman parte de su "Missa pagesa", ganadora en el 2006 el Premi de Poesia Sant Cugat. Llamadme corta, pero no alcanzo a comprender por qué para hacer una canto a la maternidad hay que recurrir a una oración emblemática para fieles de varias religiones, manipularla y reconstruirla con expresiones como coño, vagina, útero e hijos de puta. Pero claro, yo es que con el arte contemporáneo no me llevo demasiado bien. ¿Blasfema? Pues no sé, pero poco respetuosa y cargadita de mal gusto, un rato. Y como obra artística, ya he dicho que no soy una experta en este campo, pero en principio a mí me deja bastante fría, con todo el respeto para el jurado del concurso que sí halló el talento necesario para premiarla. En fin, creo que son ganas de tocar las narices sin necesidad. Eso sí, puede que tengamos también recital ante el juez después de que la Asociación Española de Abogados Cristianos haya presentado denuncia ante la Fiscalía contra la poetisa por atentar contra los sentimientos religiosos, y contra la alcaldesa Ada Colau, por omisión del deber de perseguir delitos. A ella el poema sí le gustó.
Enhorabuena!No se puede decir las cosas con más educación.
ResponderEliminarGracias. Eso es por haber ido a un colegio de monjas y luego a la Complutense, sin pasar por la capilla
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