Soy muy mala con los vaticinios, pero tengo pálpitos a punta pala. A pesar de que Pedro Sánchez se transfiguró en Obama en cuanto el Rey le encargó que intentara formar gobierno y ofreció su mejor cara de candidato en una modélica rueda de prensa -dirigiéndose a los periodistas por su nombre y aceptando todo tipo de preguntas-, yo no veo las cosas nada claras.
Sospecho que lo que nos espera es un mes frenético política e informativamente hablando. Para empezar, parece que se nos olvida que el partido que ganó las elecciones fue el PP, con 123 escaños. Digan lo que digan. Por mucho que se insista y se repita como un mantra que, en conjunto, son mayoría los españoles que no quieren que siga el PP, lo cierto es que el sistema electoral, de momento, lo que contempla es dar la victoria a la fuerza política que más apoyo ciudadano concita, y es impepinable, nos guste o no, que el partido que ha recibido mayor número de sobres... perdón... mejor mayor número de votos, ha sido el Popular. Ergo... es de justicia -poética- que no descartemos de un plumazo sus posibilidades solo porque no vea todavía claras las cosas e intente evitar el ridículo de quedarse solo en el Congreso. Es una estrategia respetable que a este partido podría funcionarle si, con un giro de fase, cambiara su número 1 para afrontar unas hipotéticas nuevas elecciones.
¿Por qué va a ser más posible que el PSOE con solo 90 de los 350 diputados que tiene el Congreso sea más capaz de encontrar los apoyos para formar gobierno que el PP? Puede que sea una simple cuestión de actitud. En cualquier caso, a mi siguen sin salirme las cuentas ni termino de ver ese deseado pacto de izquierdas con los 69 de Podemos-mix, sobre todo cuando su código de comunicación durante estas semanas y hasta el último minuto ha sido el de la descalificación y el recelo. No se nos olvide que al PSOE también lo calificaban de casta y representaba el bipartidismo.
En cuanto a Ciudadanos, bueno, sus 40 no son suficiente para inclinar la balanza a uno u otro lado, tienen que completar un proyecto de varios y no pueden coincidir con Podemos, como ya han insistido los unos y los otros, descartando un gobierno en los que estén presentes ambos partidos cuando ocupan polos opuestos. Habrá que ver quién se tiene que tragar antes el sapo de sus promesas incumplidas y sus "jamases".
Por tanto, mucho me temo que en ese mes que calcula Sánchez, ni con maratones de las tres temporadas de Borgen le va a resultar fácil sacar adelante su proyecto. De modo que yo todavía no descarto una repetición de elecciones para volver a la casilla de salida.
En fin, como quiero que este post de hoy se asiente sobre alguna base científica y no se limite a elucubraciones de una humilde inexperta en el terreno político, he echado mano del horóscopo chino, aprovechando que se aproxima su año nuevo bajo el signo del Mono de fuego, para tratar de arrojar un poco de luz sobre el camino que nos espera. Y la conclusión es realmente fascinante:
Sánchez es RATA; Iglesias es CABALLO; Rajoy y Rivera coinciden: ambos son CABRA, qué casualidad; y Garzón es BUEY. No he profundizado en más líderes porque no es cuestión de agotaros...
Según los expertos en las relaciones interpersonales que se establecen en función del signo del horóscopo chino, las personas nacidas en el año de la Rata (Sánchez) se llevan muy bien con el resto de los signos salvo con el Caballo (Iglesias), con quien tienen una pésima relación, tanto es así que, en caso de unirse, en seguida se producirá una batalla con las peores consecuencias para el segundo. Por su parte la Cabra (Rajoy y Rivera) se lleva estupendamente con sus iguales, pero tiene poca compatibilidad con el Buey (Garzón) porque el primero es terco y el segundo igual de obstinado, con lo cual ninguno va a querer ceder. Por ambientar más el corral de las negociaciones, el Caballo (Iglesias) se caracteriza por su soberbia, su competitividad y por querer siempre ser el mejor. Por último, quienes lanzan predicciones sobre este año del Mono que va a comenzar el 8 de febrero, sostienen que en el ámbito político en general, todos los líderes, presidentes y demás gobernantes que son monos “van a tener éxito en sus políticas y programas de gobierno, porque este es su año”. Lamentablemente, como habéis visto, entre los que se postulan para gobernarnos no hay ningún Mono. Ahí lo dejo.
"Yo voy en serio", remarcó ayer Sánchez. Yo no tanto… y eso que soy Mono y este va a ser mi año.
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