Veo que circula por las redes sociales un texto interminable atribuido a Arturo Pérez-Reverte en el que le da estopa a Podemos. A simple vista, entrando en el enlace que se está compartiendo y echando un vistazo al blog donde se ha publicado, salta a la vista que no lo ha firmado el periodista, escritor y académico, ni siquiera es de su estilo. Vale que la gente en general pase por alto este detalle, pero que profesionales de la comunicación lo difundan y den por bueno tiene delito. Y más cuando resulta fácilmente comprobable. Basta con entrar en la cuenta de Twitter de Pérez Reverte y revisar su actividad para ver cómo retuitea la noticia en que se confirma el bulo.
Esto me lleva a preocuparme por el bajo nivel de autoexigencia de algunos colegas, que olvidan la primera premisa del periodismo, que no es otra que contrastar la información. Entiendo que es tentador hacer que rule un texto contra “la nueva política” justo en este momento, pero es obligación del periodista -o así lo entiendo yo- no dar por buena cualquier historia que caiga en sus manos sin antes escarbar un poco.
Es una pequeña muestra de lo muy deteriorado que encuentro el oficio desde mi “privilegiada” situación de periodista desempleada. Quizá se debe a que últimamente ha coincidido que me he topado con más de un ejemplo de poco rigor a la hora de informar y fallos garrafales en la redacción de noticias. Un profesional de este oficio debería ser capaz de redactar una información correctamente y sin poner faltas de ortografía, qué mínimo.
Tampoco se puede levantar una historia sobre un error de concepto. Me explico, confundir una intolerancia al gluten con una a la lactosa cuando estás hablando de una famosa que ha perdido peso, y sobre cuyo trastorno ya se ha informado anteriormente en ese mismo medio, no es para que se acabe el mundo, pero es una incorrección intolerable, por no llamarlo una cagada.
No voy a entrar en el debate sobre si las redacciones han cambiado periodistas experimentados y caros por becarios poco formados pero baratos, esa no es la cuestión. Tampoco sobre si la situación política ha derivado en un periodismo de trinchera que exige posicionarse para mendigar migajas en las tertulias. Lo que debería preocupar a cada profesional es tratar de hacer de manera impecable su trabajo, para que nadie pueda sacarle los colores. Y a los dueños de los medios, lo que les debería importar es que su reputación no se vea comprometida por una “h” mal puesta. Pero claro, eso a quién le importa.
Que desperdiciada estás! !!No necesitan correctores físicos? Esta claro que el de la aplicación no lo usan.
ResponderEliminarAquí me tienen, estoy libre...
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